Capitulo 4

321 32 3
                                    

Karina revisó el periódico del domingo y tiró al suelo, junto a la cama, todas las páginas excepto las de la sección de espectáculos. Al ver la firma de Kim Minjeong intentó reconciliar la imagen de aquella mujer, de aspecto tan profesional en la fotografía, con la pelirroja fuerza de la naturaleza que acababa de conocer. Ahora comprendía por qué no la había reconocido, aunque al menos debería haber recordado su nombre.

Las mañanas del domingo eran las únicas ocasiones en las que se permitía caprichos personales. Había llenado ya la bañera con agua caliente, aromatizada con aceite de miel y sales de baño de laurel. Fue leyendo camino del baño, donde esperaba estar mucho tiempo sumergida, absorta en el artículo de Minjeong sobre Myoui Mina. Se sintió complacida por la publicidad que eso suponía, y también aliviada al ver que el texto no especulaba sobre la vida privada de Mina. Estaba claro que Minjeong había investigado a fondo. Mencionaba lo mucho que el mundo de la ópera admiraba a la cantante, pero no se limitaba a fijarse en su notoriedad, sino que también se centraba en la persona, en Mina como mujer. Minjeong exigía de sus lectores una atención completa y también cierta inteligencia. A pesar de no ser escritora ni editora, Karina se sintió orgullosa de haber sido capaz de reconocer su talento, porque estaba claro que Minjeong lo tenía.

Colocó el periódico junto al lavabo. Mientras se quitaba el albornoz se estudió a sí misma con mirada inusualmente crítica. A pesar de que sus amplios pechos estaban algo desproporcionados en relación con su esbelta figura, al igual que las largas piernas, una amiga de la universidad, Giselle, le había dicho una vez:

«Cuando te pones esa ropa tan pija ocultas tus mejores bazas. Tienes que aprender a exhibirlas un poco... sin perder la respetabilidad, por supuesto».

Karina sabía que su amiga bromeaba sólo a medias. Se subió a la enorme bañera y colocó los chorros al máximo antes de hundirse en las lechosas burbujas. Se tumbó hacia atrás y dejó que el calmante aroma y el masaje acuático la envolviesen.

Ser la principal representante de la familia Yu y la única descendiente de Yu Seungho IV tenía sus ventajas, pero también le causaba dolores de cabeza... y de corazón. Se preguntó si su abuelo y su padre se sentían habitualmente tan cansados como ella ahora mismo, y qué harían para relajarse de las responsabilidades inherentes a su posición.

Tan sólo tenía trece años cuando comprendió sombríamente que algún día tendría que hacerse cargo de la fortuna familiar y también de las obligaciones que venían con ella. Por suerte había dispuesto de diecisiete años más, hasta la muerte de su abuelo, para prepararse a recibir aquel legado. Para ella había sido natural tomar el relevo en la Fundación, el trabajo que más le agradaba. Nunca lo había sentido como una carga; le encantaba, y se había concentrado en aprender todo lo que podía sobre el modo de administrar los numerosos programas filantrópicos. Sin embargo, no esperaba encontrarse tan pronto a la cabeza de Industrias Yu.

Echó jabón en la mano y se frotó el brazo, masajeando los cansados músculos al tiempo que recordaba la tremenda impresión sufrida cuando su padre fue víctima de un infarto fulminante, cuatro años después de la muerte del abuelo, y murió poco después. De repente hubo de responsabilizarse de la dirección de Industrias Yu y de la Fundación Yu a la vez, dos entidades independientes que necesitaban de su atención a jornada completa. No lo habría conseguido sin la ayuda de su altamente competente amiga Giselle, que se encargó de la gestión de Industrias Yu e insufló aires nuevos a la empresa.

Karina apagó los chorros del jacuzzi, agradeciendo el silencio. Se hundió un poco más en el agua hasta dejar solamente la barbilla por encima y deslizó las manos por su cuerpo, frotando suavemente los doloridos músculos. La imagen de una mujer de corta y preciosa cabellera peinada se abrió paso en su mente: Kim Minjeong, su nueva vecina. Karina suspiró y continuó explorando la suave piel de su cuerpo.

Sea Stone Café // Winrina // Michaeng //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora