Capítulo 14

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Minjeong entró en el estudio de la mansión de los Park y se encontró a Park Jihyo sentada tras un enorme escritorio de nogal. Los estantes de la librería, que iban del suelo al techo, estaban repletos de libros y archivadores, algunos de aspecto muy antiguo y otros completamente nuevos, lo que indicaba que aquell estancia era el lugar de trabajo de Jihyo desde hacía largos años.

—¡Minjeong! ¡Cuánto me alegra que hayas podido venir! —la saludó esta, dejando la estilográfica sobre una gruesa carpeta.

—He venido para comunicarle mi decisión.

Jihyo señaló con un gesto un sillón de cuero frente a ella.

—Siéntate, por favor. Espero que se trate de buenas noticias.

—Sí, he decidido aceptar.

—¡Maravilloso!

Jihyo posó las manos sobre la mesa, con los dedos entrelazados. Minjeong no sabía si eran imaginaciones suyas, pero le pareció que Jihyo había empequeñecido en sólo una semana. Su voz era débil y ligeramente temblona, a diferencia del tono enérgico de otras ocasiones.

—Es una oportunidad única en la vida. Ahora sólo tengo que convencer a mi jefe para que me otorgue una excedencia, aunque me temo que se negará —concluyó Minjeong, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—¿Y qué harás entonces?

—Dimitir. No quiero parecer presuntuosa, pero el periódico local se me ha quedado pequeño. Quiero escribir algo de más peso específico, como esta historia.

—Sé que harás un buen trabajo. Mi ayudante te mostrará dónde puedes localizar todo el material de investigación que conservamos aquí, y hay más, conservado en microfilm, en el ayuntamiento y en la biblioteca de Busan.

—Gracias. ¿Tendré la oportunidad de entrevistarla a usted?

—Naturalmente; no tienes más que pedir una cita, y dispondrás de todo el tiempo que quieras. — Jihyo se inclinó hacia delante con la mirada perdida, bajo el influjo de emociones contradictorias que pugnaban por salir a la superficie. Entregándole a Minjeong una tarjeta de visita, añadió: —No quiero dejar nada de este proyecto al azar, ahora que por fin te he encontrado.

—Lo comprendo —dijo Minjeong comprobando sus notas—. Tengo ya unas cuantas preguntas que hacer, referentes al formato del libro y a mi sistema de trabajo, si le parece bien.

—Naturalmente que sí —contestó Jihyo—. Ahí tienes. Si te encuentras con algún problema que mi ayudante no pueda resolver, siempre puedes localizarme en mi número privado.

—¿Son suyos estos números escritos a mano?

—Son los teléfonos privados de Karina, el de su casa y el de su móvil, y también el teléfono directo de su oficina. Tal vez ya tengas alguno de ellos, pero es mejor que los tengas todos juntos.

—Bien pensado —murmuró Minjeong, esperando que sus mejillas no se hubiesen vuelto de un brillante color rojo al oír mencionar el nombre de Karina.

No la veía desde hacía dos noches, cuando estuvo trabajando en su sofá. Después de aquello Minjeong había estado haciendo turnos dobles, pues dos de sus colegas estaban enfermos. «Y no me parecía correcto aparecer simplemente por el ático y decirle

"Venga, continuemos donde lo habíamos dejado, cariño".» En honor a la verdad, tenía miedo de gafarlo todo, ya que se habían despedido en muy buenos términos a pesar de la casi desastrosa sucesión de acontecimientos.

—¿Tienes algo más que decirme, Minjeong? —preguntó Jihyo, interrumpiendo sus pensamientos.

—No, creo que no. Tengo esto —dijo mostrando la tarjeta de visita—; si sobrevivo después de decirle a mi jefe que necesito un permiso, me pondré a la tarea mañana mismo.

Sea Stone Café // Winrina // Michaeng //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora