Capítulo 21

212 22 5
                                    

Mina estaba en casa de Chaeyoung, de pie entre sus amigas, con los ojos cerrados mientras ellas tocaban sus instrumentos. Dejó que las vibrantes notas fluyesen en su interior. La guitarra de Minjeong dejaba escapar notas tan transparentes como el cristal, notas que traspasaban el aire y se arremolinaban alrededor de Mina, como animándola a seguirlas.

Por fin dejó que su bien entrenada voz contase la historia de su desconcertado corazón. Simultáneamente, los dedos de Karina se clavaron en las teclas del piano digital, vibrantes como un trueno, para apoyar la voz de Mina. Liberada del corsé de las palabras, esta alcanzó nuevas alturas y nuevas simas. Ella misma se estremeció al oír tan arrebatador sonido, casi más íntimo de lo que podía soportar.

Lentamente se fue volviendo bajo los brillantes focos hacia el pequeño estrado donde Chaeyoung tenía su batería electrónica. La cálida luz le permitía distinguir el perfil de su rostro. Hacía sonar un ritmo suave y sugerente que permitía la competencia entre Minjeong y Mina. Se volvió hacia la guitarrista, quien para su nublada visión semejaba un hada salvaje con su negro cabello flotando sobre los hombros. La luz era lo bastante fuerte como para permitirle ver los rápidos movimientos de las manos de Minjeong sobre las cuerdas. Mina actuaba por puro instinto; al notar que la música ascendía hacia un crescendo, se acercó con cautela a Minjeong y posó la mano sobre su hombro.

Minjeong alzó el mástil de su guitarra, inclinándose hacia Mina. Las graves notas juguetearon, subieron y bajaron de nuevo, hasta que por fin atraparon la voz de la intérprete justo al borde del precipicio. Todos los instrumentos la tomaron en sus brazos cuando se derrumbó por fin, y a Mina le pareció que estaban acunando su voz.

Poco a poco la música fue desvaneciéndose. Casi sin aliento, Mina permaneció apoyada en el hombro de Minjeong cuando se hizo el silencio, aunque la música seguía resonando en sus oídos.

—¡Joder! —Suspiró Minjeog—. Así que, tal y como sospechaba, no había sido flor de un día. Hoy ha estado todavía mejor, ¿no creen?

—Sí —contestó Karina al tiempo que se ponía en pie e iba hacia ellas—. Tenía miedo de que hoy lo hiciésemos fatal. Me alegro de que no haya sido así —concluyó, enlazando a Mina por la cintura y achuchándola suavemente.

—¿Bromeas? —Preguntó Minjeong, y soltó una carcajada—. Estamos en el buen camino para crear algo muy especial. Chaeyoung, no sé de dónde sacas ese increíble sonido de tu batería, pero ha sido realmente brillante.

—Que me muera si lo sé. Simplemente las escuché y dejé que mis manos hiciesen todo el trabajo. Lo único que he de hacer es prestar atención.

—Pues suena como si llevases años ensayándolo —intervino Mina, orgullosa de que Chaeyoung hubiese desarrollado un talento tan notable a la batería gracias a que la utilizaba como válvula de escape para sus turbulentos pensamientos.

—Gracias. Me limito a tocar.

—Lo sé, cara.

Sin importarle si Karina y Minjeong podían verla, Mina se inclinó hacia Chaeyoung y la besó cautamente en la mejilla. Ahora le era muy difícil calcular las distancias. Incluso teniendo cuidado, pasear a Perry y a Mason se había vuelto prácticamente imposible.

—Hacen una pareja encantadora —les dijo Minjeong con voz alegre —. Se complementan la una a la otra. ¿A ti qué te parece, Karina? — Tras un breve silencio, la aludida contestó:

—Estoy de acuerdo. No se puede negar lo que ambas sentís, y se complementan muy bien.

—Me alegro de que así te lo parezca. Seré feliz mientras Chaeyoung me soporte.

—Minari... —dijo Chaeyoung, cariñosa pero con cierta cautela.

—Chae es una persona fiel y dedicada —dijo Minjeong—. Nunca se dará por vencida contigo, suceda lo que suceda.

Sea Stone Café // Winrina // Michaeng //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora