Capítulo 15

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Chaeyoung observó cómo entraban las tres mujeres, mirando a su alrededor. Aunque esperaba ver signos de desaprobación o condescendencia ante el aspecto de su sala, no pudo distinguir nada de aquello. Al contrario: Karina, que parecía poseer un gusto impecable, contempló la sala con una sonrisa y le dijo:

—Has hecho maravillas con esta sala, Chaeyoung. Nunca creí que un apartamento en un sótano pudiese ser tan acogedor.

—Es cierto —intervino Mina—. Si alguna vez te cansas de lo del café, siempre puedes comenzar una carrera como decoradora de interiores.

Chaeyoung se preguntó si estarían siendo condescendientes, pero las sonrisas de sus labios y sus comentarios disiparon del todo sus sospechas. Cuando Minjeong le rodeó la cintura con el brazo comenzó a relajarse poco a poco.

—¿Te encuentras bien, Chae? —le preguntó en voz baja—. Siempre me preocupo cuando te encierras aquí a tocar como una loca tu preciosa batería.

Incómoda, Chaeyoung alzó la vista hacia las demás, pero no pudo distinguir más que gestos de amable preocupación por ella.

—He tenido una mañana bastante mala —murmuró—. Ya sabes, algunas veces llegas a un punto que...

Se encogió de hombros sin concluir la frase. Era algo difícil de explicar.

—Algunas veces necesitas que vengan tus amigas a ayudarte a tocar la batería —intervino Mina—. ¡Y aquí estamos!

«¿Amigas?» Minjeong era una de sus escasas amistades, aparte de Hyuna y Hyonjong. A Karina apenas la conocía, y en cuanto a Mina... Ella era mucho más que una simple amiga.

—Sí, y se los agradezco —dijo Chaeyoung, en tono dubitativo pero sincero.

Siempre que se retraía se sentía muy asocial. Sin embargo, esta vez no se sintió invadida, sorprendentemente, aunque la presencia de las tres mujeres hacía que su apartamento pareciese mucho más pequeño.

—Minjeong y Mina ya han estado aquí anteriormente, pero tú no, Karina: por favor, cureosea lo que desees. No es más que esta sala, un baño y una cocina. Hay muy poco que ver.

Chaeyoung se quedó un rato allí de pie, junto al sofá.

—¿Puedo traerles algo de beber? —preguntó cuando por fin pudo recordar sus buenos modales.

—Para mí no, gracias, estoy bien así. Eso me recuerda que todavía no he visto tu cocina —señaló Mina, comenzando a avanzar cautelosamente hacia la puerta que había al otro extremo de la sala—. ¿Es por allí?

—Sí —contestó Chaeyoung sin dejar de observarla.

La vio entrar en la diminuta cocina y encender la luz.

—¡Ah, hay una cafetera exprés, por si cambio de idea! ¡Esta es mi niña!

Chaeyoung notó avergonzada que sus mejillas enrojecían. ¿Por qué no era más cuidadosa Mina con las palabras que escogía? ¿O se trataba tan sólo de una broma?

—Me gusta mucho la manera que has tenido de mezclar cosas antiguas y modernas. He estado aquí mil veces y siempre que vengo descubro algo nuevo, como eso —dijo Minjeong señalando una figurilla de madera oscura—. Es preciosa. ¿Dónde la has encontrado?

—Hace casi un año que la tengo, Min —contestó—. La compré en Jagalchi Market, la tienda de antigüedades de Jung-gu.

—Ah, sí, la conozco bien —dijo Karina acercándose a Chaeyoung—. No hace mucho que vi allí otra exactamente igual, por si te interesa.

—Pues la verdad es que sí.

Aquella charla intrascendente estaba poniendo nerviosa a Chaeyoung, que no sabía qué hacer ya con las manos. Normalmente su imagen de mujer educada y emprendedora la ayudaba a salir de la mayoría de las situaciones incómodas, pero aquel día nada era ni lo más remotamente normal. Había tenido una buena sesión de batería, desahogando toda la energía negativa que llevaba acumulando en los últimos días. Sin embargo, aquella interrupción antes de tiempo la había pillado por sorpresa, y ahora se balanceaba al extremo de una cuerda, sin red de seguridad debajo.

Sea Stone Café // Winrina // Michaeng //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora