Capítulo 20

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Minjeong se quedó mirando a la descalza y temblequeante Karina más sorprendida que enfadada. Después de contemplar cómo rompían las olas durante largo tiempo, había comprendido que su ira estaba dirigida primordialmente hacia sí misma.

«Soy una estúpida. Sabía que ella nunca sería capaz de corresponderme, y aun así me permití a mí misma...» Se tocó un momento la dolorida sien, cuyos moratones se habían atenuado lo bastante para poder cubrirlos con maquillaje.

Con los zapatos balanceándose en la mano derecha, Karina la sujetó del hombro.

—Minjeong, ¿quieres que te acerque a casa?

—¿Has venido con tu coche hasta la playa sólo para preguntarme eso? —se burló esta, aunque al ver que Karina se encogía sobre sí misma se arrepintió de inmediato de aquella reacción.

—No. No sabía que estabas aquí. Creí que ya te habías ido a casa. Yo... necesitaba estar un rato a solas, eso es todo — concluyó Karina, mirando al mar y abrazándose a sí misma para protegerse del frío viento.

—¿Dónde está tu pareja? —preguntó Minjeong mirando por encima del hombro de Karina, convencida de que Jongin aparecería sobre una duna en cualquier momento.

—En su hotel. Vive en Incheon, y mañana regresará allí en coche.

«Ah.» Minjeong se quedó mirando hipnotizada el cabello de Karina, que se había soltado y ahora iba perdiendo una horquilla tras otra debido al fuerte viento. A pesar de todos sus esfuerzos por controlarse, acabó apartando un mechón que le rodeaba los ojos. El sedoso tacto la sedujo por completo, y se vio invadida por una dolorosa y casi fiera ternura.

—¿Qué me dices, pues? ¿Vienes?

—¿No querías estar sola?

Karina hizo una mueca y bajó la vista hasta los pies, llenos de arena.

—Hace demasiado frío para dar un paseo por la playa vestida así. Y además, tenemos que hablar —concluyó, mirándola de nuevo.

Minjeong dio un respingo.

—Sí, lo sé. ¿Por qué no? Estoy cansada. Venga, vamos.

Caminaron torpemente sobre la arena hasta llegar a la limusina. Benjamin les abrió la portezuela. Después de subir al auto y sentarse en la esquina más alejada, Karina abrió el minibar y sonrió al ver una humeante cafetera.

—Ben, ¿no habrás...?

—Lo he hecho durante los últimos veinte años, así que, ¿por qué no esta vez?

—Gracias, una vez más. Minjeong, ¿quieres un poco de café? — ofreció Karina, sirviendo una alta taza hasta arriba.

—No tanto, sólo una tacita.

—Aquí tienes.

Karina se arrellanó junto a ella con la enorme taza entre las manos, disfrutando del aroma del ardiente café antes de beber un sorbo. Las palabras escaparon de los labios de Minjeong antes de que pudiera detenerse siquiera a pensarlas:

—Me porté como una estúpida. Siento haberte avergonzado. «Tal vez sea mejor así, decirlo de una vez en voz alta.»

Karina tomó otro sorbo de café y se tendió sobre el respaldo.

—Siento no haber tenido el valor de acudir yo sola. A Jihyo no le habría importado lo más mínimo. Tendría que haber cancelado los servicios de Jongin.

—No. Estás obligada a hacer muchas cosas por mantener las apariencias, aunque yo nunca podría vivir así.

Karina palideció.

Sea Stone Café // Winrina // Michaeng //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora