Todos conocemos la historia del trío de Oro, tres niños lo sufientemente valientes eh inteligentes como para salvar el mundo mágico , pero nunca nadie hablo de la cuarta chica, la que era todo lo contrario a ellos, la pequeña Slytherin, hija de uno...
El ultimo fin de semana en la madriguera fue ajetreado, todos estaban sacando y metiendo cosas a los baúles, buscando las varitas y libros y los gemelos hacían cualquier cosa para que el caos fuera mayor, por suerte yo lo único que tuve que hacer es meter lo que compré en el callejón Diagon a mi baúl dónde ya estaba todo lo demás.
—la cena esta lista —escuche gritar a Molly desde la cocina.
—vamos —le informe a Ginny que parecía no escucharme ya qué estaba muy ocupada escribiendo algo —Ginny vamos —volvi a decir llamando la atención de la pelirroja.
—voy —dijo cerrando su cuadernillo.
—¿qué es esto? —dije a punto de tocarlo, pero ella lo guardo rápidamente en su mesita de noche.
—es mi diario —dijo mientras peinaba su largo cabello.
—¿desde cuándo escribes en diarios? —pregunté.
—desde siempre.
—pues yo jamás te vi escribir.
—no porque hallas dormido unos cuantos días en mi cuarto creas que me conoces —dijo mientras bajábamos la escalera.
—pues claro que no pero.. sabes que, ya olvídalo —dije resignándome y aceptando que Ginny y yo éramos totalmente distintas y nunca estaríamos de acuerdo en algo.
Todos nos sentamos mientras bromeábamos sobre cosas que habíamos hecho el ultimo par de días y de cómo Harry tenía la nariz roja dado que un gnomo de jardín lo habia mordido y Molly muy apenada se ofrecía a atender al chico.
—estoy bien no pasa nada —dijo Harry al sentirse abrumado por tanta atención de parte de la madre de los Weasley.
—déjalo respirar Molly —dijo Arthur al notar la incomodidad del chico —bueno mañana los quiero listos a todos a las 9:00am ¿entendido? no quiero que lleguemos tarde como de costumbre —terminó de decir.
—¿usaremos trasladór? —pregunto Percy.
—no, no, iremos en el auto, le hice unas modificaciones y creo quedo mas que perfecto, por eso mismo no quiero retrasos mañana —volvió a decir Arthur antes de beber jugo de calabaza.
Ninguno puso objeción y seguimos cenando mientras los gemelos y Ron repetían la cómica escena en la que el gnomo le brincó a la cara a Harry y el chico se reía de su propia tragedia.
Al día siguiente antes del desayuno ya se escuchaba el sonido de los baúles bajando por las escaleras y un par flotando sobre la sala mientras Molly terminaba de preparar los bocadillos para el camino y Percy trataba de buscar lo que sea que los gemelos le hubieran escondido ya que no dejaba de quejarse de lo inmaduros que eran, yo observaba como Harry y Ron sacaban gnomos del jardín lanzándolos con mucha fuerza como venganza de la mordida de Harry del día anterior que ya casi no se notaba gracias a los remedios de Molly.
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