Capítulo 10. Lealtad

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A la mañana siguiente, el cielo apenas se estaba aclarando y el Uchiha ya estaba en la oficina del Hokage, esperando a que Naruto llegara, después de un rato, vio acercarse a Shikamaru.

— ¡Buenos días! — dijo Nara.

Sasuke, impasible asintió con la cabeza.

— ¿Dónde está Naruto? — habló el pelinegro con un tono de voz firme y grave.

— No vendrá pronto a la oficina, tiene unas reuniones hoy para checar unos presupuestos, asuntos de la aldea — contestó el consejero y prosiguió — pero quizás por la tarde este de regresó, antes de tu partida.

— ¡Tsh! Ese dobe.

Parece ser que Naruto no fue ayer al hospital, de ser así Sasuke no estaría de mal humor.

— Bueno, te parece si bajamos al departamento especial de cifrados y a la biblioteca, para analizar los por menores de tu siguiente misión. ¿Te vas hoy cierto?

— Así es, si hay algo que revisar y detallar, hay que hacerlo pronto.

Los dos pelinegros se marcharon de la oficina, el Uchiha quería remediar la situación con el rubio, pero tendría que esperar, no quería tener que marcharse sin poder hablar con él, estaba completamente decidido a confesarse y arreglar las cosas. Quería que supiera que, pese a sus sentimientos, nada cambiaría y que no volvería a permitir que interfirieran en su relación.

Estaba exhausto, eran alrededor de las nueve y media de la noche, todo el día había estado fuera de su oficina en reuniones, se dispuso a regresar a la torre Hokage, pero en el camino encontró un lugar con carteles iluminados que ofrecía bebida alcohólica, Naruto no suele beber y menos estando solo, pero necesitaba un momento de relajación y algo que calmara sus nervios, así que entró y se sentó en la barra.

— Buenas noches séptimo, ¿Qué lo trae por aquí? — preguntó el cantinero.

— ¡Eh! — sonrió el rubio apenado — Es verdad, no es muy propio de mi salir a tomar, pero he tenido una semana muy pesada, espero no causar ningún problema.

— No, no, para nada es un honor tenerlo aquí, y hoy es un día muy calmado, podrá estar tranquilo.

— Gracias, ttebayo.

Pidió al cantinero un sake el más cargado que tuviera, quizás no era la mejor idea ya que no está acostumbrado a tomar, y una botella lo puede poner muy mal. En un principio el cantinero intentó sacarle plática, pero se percató que el Hokage tenía muchas cosas en mente para prestarle atención y no insistió más.

Llevaba la mitad de la botella, sus mejillas estaban ruborizadas, se encontraba sentado con la espalda inclinada, sus codos recargados sobre la barra y la mirada perdida en la botella que sujetaba en la mano, mientras seguía meditando.

Fui capaz de arrodillarme frente al Raikage implorando piedad porque no le quitaran la vida, pero eso lo haría por cualquier persona, ¿No?

Me dejé golpear para jamás traicionarlo y pagar sus culpas ¿Fue por amistad o amor?

Sin importar el daño que hizo, en ningún momento renuncie a él, porque era lo más importante en mi vida, nadie lo entendía como yo, y después de conocer la verdad de Itachi, yo no lo abandonaría.

Aún y cuando la organización de criminales Akatsuki estaba tras de mí, mi preocupación siempre fue Sasuke, entrenaba para traerlo de vuelta conmigo, bueno Ero-sennin también fue una motivación y no solo eso, la perdida de mi maestro Jiraiya me hizo entender de lo que Sasuke me hablaba en el valle del fin, cuando dijo que no sabía lo que era perder un vínculo que alguna vez tuviste, fue de los peores acontecimientos de mi vida, pero eso me hizo sentir más unido a él.

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