Capítulo 11. Confesión

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Avanzaba velozmente a su próximo destino, por ahora no tendría que viajar a otras dimensiones, sin embargo, pretendía terminar la misión en un plazo más corto de lo previsto, y regresar pronto a la aldea para comprobar si el tiempo y la distancia ayudarían a que la situación con su amigo se apaciguara y todo quedara en el olvido. De no ser así, arreglarlo una vez que esté de vuelta, por el bien de la tranquilidad de ambos.

Había transcurrido una hora cuarenta minutos desde su salida de Konoha, cuando se percató de la presencia de un halcón proveniente de la aldea, se detuvo y estiró su brazo izquierdo para que el ave se estacionara en él, tomó la nota y se dispuso a leer.

Esta letra fea es de Naruto, no podría ser de nadie más.

"Hola teme, voy camino hacia ti, ¿Podrías esperarme? Te veo donde siempre nos reunimos, por favor, necesito hablarte de algunas cosas"

¿Qué? ¿Acaso el alcohol le dio el valor que le faltaba? Ese dobe, me hace enojar, no debería venir así, seguro este borracho.

Renegando, se dirigió al lugar de encuentro, durante el camino inevitablemente la mano comenzó a sudarle, si hay algo en el mundo que lo hace sentir nervios, ese solo puede ser Naruto y no precisamente por su descomunal fuerza, en ese aspecto nunca a flaqueado, él siempre será su rival, pero cuando se trata de emociones, el único que sabe cómo llegar a su corazón es su amigo.

En esta ocasión, no sería como en su última batalla en el valle del fin, aquellas lagrimas derramadas ocultaban sentimientos profundos que no tenía el valor de hablar, pero ahora siendo adultos y después de haber madurado, le haría saber a Naruto la realidad.

Eran alrededor de las dos de la mañana, quizás la hora, no era la más adecuada para entablar una conversación, pero eso, no era algo que les mortificara. El primero en llegar fue Sasuke, que se encontraba cerca de la ubicación.

El panorama era de apariencia otoñal, los arboles carecían de hojas, grandes rocas adornaban el suelo de tierra color marrón, que estaba entorno a la estructura del templo pagoda de cuatro pisos, la edificación tenia tejados verdes y una gama de cafés y blanco en las paredes, en su interior no había iluminación, así que antes de sentarse a esperar a Naruto, encendió las velas de la estancia.

Justo había terminado de iluminar el cuarto, cuando escuchó la puerta abrir.

— Soy yo. — dijo Naruto anunciando su entrada.

— Te tardaste en llegar. — dice serio el Uchiha.

— Perdón, no era mi intención hacerte esperar — hablaba el rubio mientras se acercaba al moreno.

— ¿Estas borracho? — preguntó el Uchiha para saber si valía la pena hablar en ese momento.

— ¡Eh! ¿Qué? No, deje de tomar hace ya bastante tiempo ¿Cómo sabes?

— Está bien, deberíamos sentarnos, será una plática muy larga, hay muchas cosas que debes saber.

Naruto asintió, pero se puso algo curioso, hasta donde tenía pensado seria él quien hablaría.

— Antes de que digas cualquier cosa, te pido que me dejes hablar— dijo el pelinegro bastante determinado — Quiero ser completamente sincero, lo que tengo que decir para mí no es nada fácil. Es una historia muy larga, pero necesitas saberlo, solo así resolveremos lo que sea, que es esto.

— Teme, me estas poniendo algo nervioso, más con esa seriedad y está bien, yo también tengo mucho que decirte.

Permanecían sentados con las piernas entrelazadas formando una postura de mariposa, uno frente al otro, con reciprocidad sus miradas se fijaban mutuamente. Naruto por su parte, esperó a conocer lo que su amigo, ahora amado, tenía que decirle y se limitó a escuchar.

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