𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟬

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"Confesiones"

"Confesiones"

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Yoon Gwi-nam

Desperté de golpe, desconcertado por el dolor que yacía en mis brazos. Lo primero que vi en cuanto me reincorpore fue la herida baja que tenía en el abdomen, maldije y luego me eche para atrás viendo como un zombi se dirigía con gran prisa hacia mi. Me cubrí y cerré los ojos con fuerza esperando lo peor, después de eso sentí como otro de ellos llegaba hacia mi y luego más.

Los abrí en cuanto vi que no me hacían daño, me levante pegándome directamente al librero observándolos, hablé con intenciones de que me atacaran y estos escucharon pero no me hirieron. Estaba completamente extrañado, no sabía el motivo de la situación pero seguía con vida y consciente de todo esto.

—¿No me van a comer, zombis desgraciados? —volví a gritar pero no hicieron nada en contra mi.

Camine directa me hacia un espejo roto, los zombis parecían no verme, parecia que fuera uno de ellos. En cuanto estuve frente al espejo me miré fijamente, mi ropa estaba completamente ensangrentada y mi ojo, mi ojo ya no estaba. Lo había perdido en cuanto Cheong-san me apuñalo con el teléfono directamente, después de eso escenas en mi mente pasaron recordando lo que había pasado con anterioridad.

—Cheong-san hijo de puta. Te mataré.

Salí de la biblioteca libremente caminado por los pasillos, me había retirado la camiseta blanca que traía tirándola al suelo, admiraba a todos los zombis mientras me colocaba una nueva sudadera limpia que había encontrado por ahí.

—¿Que demonios? —dije en cuanto estaba a punto de cerrarla—. Esto significa que... estoy en el cielo.

En medio del pasillo grite el nombre de aquel idiota, me encantó ver como los zombis se alteraban. Me detuve en cuanto recordé a Hyo-ri, la había dejado en el baño completamente sola por lo que salí corriendo en busca de ella.

En cuanto llegue abrí la puerta desesperada por encontrarla ahí dentro, camine lentamente esperando que ella se encontrara ahí. Me acerqué al segundo cubículo viendo como su cuerpo se había desparramado en el suelo junto a un cuchillo, no lo había soltado para nada desde la vez que lo había dejado caer. Oía su respiración agitada y sus sollozos que por alguna razón se hacían mucho más fuertes.

—Hyo-ri abre la puerta —dije tocando con suavidad—. Soy Gwi-nam, abre la puerta por favor.

Vi como su cuerpo se levantaba y se ponía de pie rápidamente, la puerta hizo un sonido indicando que ya había retirado el seguro del cubículo. Abrí la puerta lentamente encontrándomela de frente, su rostro estaba un tanto rojizo de tanto llorar, pero se detuvo en cuanto me vio. Salto hacia mi abrazándome, sus brazos se sentían cálidos envueltos en los míos, después de eso se reincorporo alzando la vista.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora