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Por la mañana Hürrem se levantó tranquila, quería volver a salir para ver en persona al hombre que la llevaría de regreso a su hogar.

Está vez salió sola, con un vestido más sencillo y sin alguna joya, salió del palacio sin que la vieran, en la entrada del palacio solo había un jinete con dos caballos esperándola.

Subió al caballo y se fueron.

...

Al llegar al pueblo bajo del caballo y lo dejo con el hombre que la acompañaba, el debía esperarla.

Acomodo su capa para que nadie pudiera ver su rostro ni su cuerpo, camino hacia el muelle, paso casi desapercibida, se acercó al hombre que estaba buscando —Yavuz Efendi— menciono con tranquilidad en la voz.

El hombre volteo a verla y sonrió —A sus órdenes majestad— dijo con tono bajo para que solo ella lo escuchará.

—¿Está todo listo? — pregunto Hürrem con calma.

El hombre asintió —Perfectamente, en una semana partiremos— comento con una sonrisa.

—Recuerda, nadie debe saber esto— dijo mientras sacaba de su vestido una bolsa de monedas.

El hombre recibió las monedas y solo asintió, ella se dio la vuelta y camino con discreción de regreso a dónde estaba el hombre con su caballo.

Antes de llegar un hombre choco con ella haciéndola caer, su capa cayó dejando a la luz su rostro y su hermoso cabello, además de que descubrió el vestido que llevaba y la figura de su cuerpo quedo al descubierto, algunos hombres la miraron y otros solo disimularon, mientras tanto el hombre con el que choco le extendió la mano para ayudarla a levantarse.

Se levantó y volvió a poner su capa en su lugar —Gracias Efendi, debo irme— comento sacudiendo un poco el vestido y acomodando la capa, sin ver directamente al hombre, al intentar irse sintió como la jalaron del brazo con fuerza.

El hombre que la ayudo a levantarse fue quien la tomo del brazo —Señora no debería estar aquí sola, acaso no ve que se pone en riesgo— comento con enojo.

Hürrem tragó saliva asustada y luego lo miro, era Süleyman disfrazado, la miraba enojado.

Hürrem lo miro y rápidamente cambio su expresión a seriedad —Podría soltarme, me está lastimando— dijo e inmediatamente la soltó, ella lo miro sería y espero a que el hablara.

Süleyman la examinó con la mirada, estaba enojado, salió del palacio sin su permiso y además de eso fue al pueblo a escondidas, lo último que colmo su paciencia fue que la encontrará de esa manera y además de todo acababa de mostrar su rostro a muchos hombres, claramente eso era lo que más le molestaba pues las miradas de los más jóvenes se habían clavado sobre la hermosa mujer que acababan de ver buscando tener más detalles sobre ella.

Anastasia La Rossa (Hürrem Sultán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora