S o u i c h i
Nunca podría acostumbrarse a las expresiones de Morinaga; de hecho, dudaba mucho que fuera capaz de aclimatarse a Tetsuhiro en sí.
Una sola palabra o acción suya bastaba para inmutar y hasta adormecer sus sentidos. El brillo en esos profundos y bellos ojos verdes podían agitar su respiración, hacer que su corazón latiera como un loco... o se detuviera por completo. Un pequeño roce lograba ponerle los pelos de punta y la piel de gallina... causando casi siempre escalofríos que le recorrían de los oídos a la punta de los dedos del pie.
La única cosa que no era capaz de vencer en ese mundo... era el mar de sensaciones que el azabache provocaba en la total integridad de su ser. Era un sentimiento y sensación únicos, y para nada capaces de expresarse en palabras.
Antes de conocerlo, hubiera asegurado a muerte que el amor era algo sobrevalorado; una ilusión, una fachada para esconder el mero concepto de la atracción sexual presente en los seres vivos. Pensaba que el afecto romántico era solo el subproducto del deseo sexual que un individuo masculino tiene por un individuo femenino, o viceversa.
Pero estaba más que claro para él que lo que sentía era amor... Aquella palabra de solo cuatro letras, que abarca un significado tan infinito... es de esas cosas en la naturaleza que nunca tendrán un fundamento lógico, ni mucho menos argumentos concisos que respalden el significado que se plantee. Es un misterio, y lo mejor es que lo siga siendo.
Tal vez a veces aún sentía como si todavía no fuera totalmente digno de decirlo... Pero era brutalmente sincero al asegurarse de que, de hecho: amaba a Tetsuhiro...
Al menos lo suficiente como para no reclamarle por el apodo propio de "adolescente enamorada" con el que acababa de referirse a él.
- Muy bien -se aclaró la garganta- ,pues ya estás avisado. Iremos hoy a la tarde, vendrá toda la familia.
- ¡Genial! - celebró el más joven, entusiasmado por reencontrarse con la familia Tatsumi.
Pero casi al instante se paró en seco, repentinamente pensativo; como si algo hiciera "click" en su cerebro.
- Mmm...
El de hebras blanquecinas lo escrutó ,enarcando una ceja.
- ¿ Que pasa con esa cara?
- Es solo ... ¿Debería llevar flores?
- ¿Flores? - repitió ,como si la palabra no le sonase de nada- No ...¿Por qué lo piensas?
- Bueno, es lo usual ¿No?: Llevar flores para adornar la parcela.
- No es necesario -sonrió levemente, causando un sonrojo en el otro y agitando su corazón.
« Buda santísimo... » pensaba el más alto « ¿Cómo es que puede volverse más sexy con solo sonreír?, sería un gran idiota si no le tomase una fotografía a la próxima »
- Además -continuó- ,a mi madre no le gustaba que le regalaran flores. Prefería mil veces que se las obsequiaran en macetas ,porque de esa forma podía preservar su belleza natural más tiempo.
- ¿Entonces ... podría regalarle a Hana-san unas maceta de azaleas?
- ¿Cómo es que ...? -se sorprendió Souichi, con los ojos bien abiertos.
- ¿Eh? - preguntó confundido.
- No ...es que ... las azaleas eran su flor favorita. -parpadeó- No esperaba que justo las mencionaces...
- ¿De verdad ? -le brillaban los ojos- ¡Es genial saberlo, yo solo las mencioné porque me parecen muy bonitas! Mi amigo del bar que frecuento tiene un segundo empleo de medio tiempo en una florería. Los precios son bastante razonables, podría comentárselo.
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R A Z O N E S
FanficSouichi sabe que la situación no puede continuar así para siempre. Pero no sabe de qué manera afrontarlo, ni si es posible darle un desenlace. A lo largo de ésta historia, podremos notar como nuestro tirano favorito se comienza a sincerar consigo mi...