Capítulo 43: Corazónes inquietos

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La velada se desplegó con la misma familiaridad que las noches precedentes en la residencia de la tía Matsuda. La cena exquisita reunió una vez más a Kanako, la respetada Matsuda-Sama, Tetsuhiro y Souichi alrededor de la mesa. Las conversaciones fluidas y afectuosas se entrelazaron con los aromas de los manjares servidos, tejendo un ambiente cargado de familiaridad, cercanía y amistad que se había convertido en una hermosa tradición que se celebraba tanto en ocasiones especiales como en encuentros frecuentes.

La existencia del plato con deliciosa comida, que tenía frente a él no solo deleitaba su paladar, sino que también fortalecía los lazos que compartía con los miembros de esa entrañable familia. Estas veladas, aunque se repitieran con regularidad, perdurarían en el corazón del ojiverde como recuerdos inolvidables.

Tras la agradable cena y después de que los dos jóvenes colaboraron en ordenar la cocina junto a la dueña de la casa, todos se prepararon para retirarse a sus habitaciones. Eso era lo que tenían planeado hacer, hasta que un inesperado giro de los acontecimientos cambió abruptamente sus tentadores planes.

Un golpe en la puerta principal resonó en la casa. Obviamente, por la hora inusual en la que estaba para que sucediera tal cosa, ese suceso hizo que Souichi y Tetsuhiro se dirigieran con cautela hacia la entrada. El mayor, con un toque de incertidumbre en sus ojos, abrió la puerta, mientras el menor, nervioso, tragó saliva, anticipando un misterioso visitante que posiblemente cambiaría el curso de esa noche que aparentaba ser tranquila.

El rostro de Sojin Tatsumi expresaba una seriedad inusual mientras permanecía en el umbral de la puerta. Sus ojos se posaron primero en su hijo, Souichi, y luego en Tetsuhiro, quien estaba parado junto a él, sintiendo un poco de tensión en el peculiar ambiente.

- Papá... -sacudió la cabeza el de larga cabellera, cómo si tratara de convencerse de lo que pasaba- ¿Se puede saber qué haces aquí a esta hora?

El hombre se rascó la nuca, y quitó algo de seriedad de su rostro.

- Disculpen la intromisión, muchachos, ¿puedo entrar? Les contaré dentro - comenzó a frotarse los brazos mientras se abrazaba -. Es que tengo un poco de frío, parece que olvidé lo gélida que se pone Nagoya en esta época del año.

El hombre dejó escapar un suspiro de alivio al sentir el abrazo del cálido ambiente hogareño.

- Y, díganme, ¿ya cenaron? - preguntó.

La jóven Kanako lo miró, incrédula.

- Papá ... Son las 12 p.m. Obviamente ya cenamos.

- ¿12 P.M.?! - exclamó el hombre, desconcertado - ¡DIOS MÍO! Pensé que llegaría alrededor de las 8 o 9 p.m., pero parece que en serio se nota que mi reloj biológico está acostumbrado a estar en un huso horario muy distinto, jeje.

Por insistencia del hombre, todos se dirigieron a descansar sin poner muchas objeciones. Había sido una semana agotadora para cada uno, y el descanso se hacía necesario.

El joven de ojos verdes no se retiró sin antes darle una cariñosa y sutil caricia en la espalda a su novio.

Tetsuhiro apreciaba la respuesta positiva de Souichi ante esas muestras casuales de afecto en público; ya no parecían molestarle casi nada. Tampoco se quejaba y, en ocasiones, hasta incluso le regalaba una sonrisa de aprobación.

Antes de que desapareciera subiendo las escaleras, le lanzó una última mirada con la intención de decirle a Souichi "hablamos después, ¿de acuerdo?".

Aún no comprendía cómo habían desarrollado una forma de comunicación tan singular, pero no podía negar que adoraba lo bien que solían entender esas señales la mayor parte del tiempo.

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