6. Carmín

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Bendita noche.

Momento en el que te relajas de las preocupaciones diurnas. Te deshaces de tu uniforme, preparas unas palomitas y bebes una refrescante soda viendo tu serie favorita. Eso es lo que la gente normal hace ¿verdad?

Y no es que Midoriya en particular se salvara de ser ordinario como los demás. Haría sus tareas hogareñas, en serio. Pero antes tenía que saber quién era ella.

Desde dos semanas atrás en la junta directiva cuando Hatsume le reveló la asquerosa traición de Lida estuvo siguiéndole el paso. En ese lapso solo se pasó por el apartamento de su jefa dos miserables veces. El grande de anteojos tenía una rutina corriente. No le mentía a Ochako respecto a pasársela en cocteles y cenas de negocios, aunque si lo hacia respecto a la hora en que se iba de ahí...Y con quién se iba.

Gastó una gran cantidad de su paga en rentar un auto y empezaba a dudar si realmente valió la pena después de noches sin éxito. Hasta que al fin sucedió.

Se aseguró de estacionar a una distancia que le permitiera pasar desapercibido sin perder de vista la entrada del salón. Lida apareció acomodándose el sacó dándole una señal al valet que en un segundo apareció con el deportivo gris.

Fue entonces que la chica apareció. Alta de figura curvilínea, cabello largo oscuro recogido en una coleta y un vestido azul electrizante que caía sobre su cuerpo como una segunda piel. De acuerdo, era linda, solo existía un problema y era que ella no era Ochako.

Vio como le abría la puerta con caballerosidad, cosa que nunca hizo con la castaña. Arrancó el auto y Midoriya lo siguió. Esta era la primera vez en el tiempo que lo vigilo que Lida llevaba a esa mujer al departamento. Una zona lujosa igual que la de su jefa.

«Vaya que eres un descarado al traerla a tu departamento, Lida»    permaneció haciendo guardia 20 minutos más hasta que comprendió que esa chica no bajaría en un largo rato.





El siseo de los refrigeradores congelando las carnes perturbaba la tranquilidad de los pasillos acompañado del rechinido provocado por el carrito de compras. Estaba decidido a dejar de lado la comida instantánea, sodas y golosinas; no era un tipo vanidoso pero desde que pasaba más tiempo con Uraraka pensaba en la idea de mejorarse a sí mismo cuidando su alimentación y ejercitándose al menos 1 hora antes de dormir.

Mientras olía un melón discutiendo cuál de ellos era la mejor opción, le entró una llamada al celular.

-¿Diga?

-¡Izuku en donde carajo estás? Llevo una hora fuera de tu apartamento.

-Hacía las compras -pegó el dispositivo a su oreja sosteniéndolo entre el cuello a la vez que sacaba los productos y los colocaba en la banda.- ¿Por qué estas en mi casa?

Midoriya notó que la cajera le sonrió, devolvió el gesto pero sin interesarse más.

-Viejo, tengo buenas nuevas. ¿Recuerdas al anciano Higurashi?

-¿El canoso que tenia un gran mostacho negro?

-¡El mismo! Resulta que es dueño del hotel Amlong Crystal y me pidió que trabaje como barman ¡lo puedes creer?

-¡Eso es genial, Rody! -levantó la voz irritando a los demás compradores. - Me alegro por ti.

Sujetó las bolsas con dificultad y salió al estacionamiento

Mi querido asistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora