14. Esperanzas desesperadas

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7 am

Entre brincos y tropezones como pudo se las arregló para vestirse en medio de la oscuridad de la habitación con la precaución de no despertar al peliverde que yacía desnudo plácidamente enredado entre las sábanas.

Apenas creyó que se veía lo suficientemente decente como para aparentar que no había cogido la mitad de la noche con un hombre, salió a escurridizas del hotel.

La castaña se terminó de arreglar en el estacionamiento del departamento, cepillando su melena por décima vez, colocándose bálsamo labial y un poco de polvo todo para que el recepcionista no notara nada raro.

Cómo si importará a estas alturas.

Entró arrastrando los pies hasta su sofá y se tiró ahí. No sabía si la vitalidad de Deku o la semana depresiva que había pasado la dejó tan agotada, pero tenía planeado permanecer ahí tumbada las próximas 6 horas.

-¿Mucho trabajo en la oficina?

A menos claro, que su prometido se lo impidiera.

La sala se iluminó dejando ver al de lentes recargado cerca del apagador con su pijama puesta y el ceño inexpresivo de siempre.

-¡L-lida?- se levantó casi de un salto, poniendo distancia entre los dos- ¿Que estás haciendo aquí?

Él alzó una ceja de esa manera peculiar en que suele hacerlo cuando algo le parece sospechoso.

-Quiero decir, -se corrigió enseguida ya un poco nerviosa- que me habías avisado que no llegarías al departamento hoy.
-Cambie de opinión y quise pasar la noche contigo - camino hasta ella quedando de frente con los brazos cruzados- pero no estabas.
-Tenia trabajo atrasado.
-Estuve marcando a tu celular...
-Debio quedarse sin batería.
-...Y al teléfono de la oficina.

Su conversación comenzaba a sentirse igual que una partida de ping pong, y para mala suerte de Ochako, nunca fue buena jugando.

Sentía que el sudor frío como hielo resbalaba por su espalda, de repente se vio a sí misma reflejada en Tenya Lida. Todas las veces que él llegó a su departamento con la luz del día y eso sí se dignaba a parecer por ahí, aquellas ocasiones en las que no le respondía las llamadas... El maldito chisme sobre él y su ex secretaria.

-De acuerdo, me atrapaste.- dijo con notoria molestia en su voz- Me quedé dormida en el sofá de la oficina y en cuanto desperté vine para acá.

Cuando Lida parecia haber quedado convencido, Ochako relajo los hombros.

-Estaba preocupado por tí, debiste llamarme y avisar -le reprendió colocando sus manos sobre los hombros de Uraraka con gentileza , como si a él realmente le importara.

Los ojos de la castaña se clavaron en él. Quería abofetearlo, gritarle que dejara de ser un hipócrita, preguntarle si su amante le había cancelado la cita y solamente por eso había ido a buscarla. Pero  el peso de su mirada había sido tan obvia que Lida entrecerró los ojos volviendo a sospechar.

-¿Pasa algo que no me estés diciendo?
-Nada en realidad- sonrió lo mejor que pudo, retiró con cuidado las manos de su prometido, retrocediendo un paso- iré a tomar un baño caliente, necesito descansar.
-Claro, pediré el desayuno de tu restaurante favorito. Ponte cómoda, yo me encargaré de todo.












-Eres un maldito sínico ¿Cómo te atreves a reclamarme a mí? -se desvestía en el baño, peleándose con los pantaloncillos que se negaban a salir hasta que se deshizo de ellos con una patada- después de todas las veces que ni siquiera has llegado a casa ¡maldito seas!

Ahogo su grito con las prendas esparcidas en el suelo, cuando el timbre de su celular la distrajo. Busco a tientas sobre la ropa hasta que lo encontró.

Mi querido asistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora