13.Amante

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Este capítulo es netamente lemon🍑🍆 explícito, si no es de tu agrado puedes omitir hacerlo.


Estaba por pasar. Ella estaba ahí frente a él con esos pantalones descaradamente ajustados que no hacia mas que volarle la cabeza de deseo. Todas esas noches en vela dando vueltas en la cama soñando con poseerla, al fin parecian terminar. Estaban a solo unos centimetros de rozar piel con piel, había esperado tanto tiempo solo para que ella lo tomara.

-No esta bien...tengo que irme.

Sin terminar por comprender lo que estaba sucediendo vio a su jefa retroceder con los labios temblorosos.
No podia. No podia dejarla ir así.
No quería dejarla ir. Punto.

Se apresuró a impedirle la salida atrapandola entre su cuerpo.

-Uraraka-san, nada de lo que va a pasar hoy en esta habitación será un error...Lo prometo.

Pudo escucharla apretar sus dientes mientras se desidia entre quedarse o salir corriendo de ahí. Midoriya pensó que podria necesitar algo de ayuda para tomar esa decisión.
El perfume que emanaba la melena castaña empezaba a marearlo en una bruma insoportable de calor y excitación. La vista del cuerpo pequeño  de su jefa atrapada contra el suyo empezó a enloquecerlo. Con su mano libre, despacio hizo a un lado un mechon de cabello dejando a la vista la perfecta tez con tonos rosados de Uraraka.
Bajó hasta respirar su aroma más de cerca. Podía sentir como temblaba. Se moria por descubrir el sabor que guardaba esa piel tersa, sin embargo, la poca cordura que le quedaba lo hacia detenerse. Desde aquella vez de la pasarela, se prometió no tocarla de esa forma de nuevo si ella no podia pedirlo. Esperó solo unos segundos interminables hasta que...

-No te detengas. -ordenó con impaciencia. Una orden que el peliverde cumpliria gustoso.

Sin más delicadeza que guardar devoró el cuello que gentilmente le ofrecian. Succionaba el cuello de Ochako con la debida precaución de no dejar marcas.
Melocoton.
La sensación del sabor en su paladar mandó palpitaciones a cada extensión de su cuerpo como si se tratase de un corto circuito. Con ambas manos enmarcó la delgada silueta de Uraraka que cada vez desistia más dejando se llevar por el tacto. Sus manos ya inquietas como las de un joven curioso que se entrega por primera vez, bajaron hasta los muslos de la castaña para atraerla hasta su miembro y pegarlo contra sus gluteos redondos.
No sabia exactamente como explicarlo pero en él crecia una necesidad desesperada por hacerle saber que estaba loco por ella, una locura desenfrenada que no hacia mas que crecer desde las noches en las que sin piedad alguna se colaba en sus pensamientos y sueños menos esperados.
Y al parecer, el mensaje había sido perfectamente resivido.
Ochako se giró completamente quedando ahora de espaldas a la unica salida de la habitación. Izuku pensó que lo abofetearia y encontraria su carta de despido por la mañana en el escritorio; pero cuando sus ojos se encontraron, vio en su jefa el sentimiento de culpa. El mismo que penetra en tu consiencia antes de hacer algo muuuy malo.

Aún en la obscuridad era perceptible el rubor en las mejillas de la castaña mientras con verguenza y sin mirar al peliverde desabotonaba la blusa de satin con manos temblorosas dejando que se deslizara como una segunda piel por sus hombros. Levantó la mirada casi suplicante.
Fue entonces que Midoriya, hipnotizado por la sensualidad de Ochako, se arrodilló lentamente sin perder el contacto visual acercandose hasta el vientre plano de la agitada castaña depositando un beso sobre el. Rapidamente se fueron volviendo más húmedos, haciendo que la chica se mordiera los labios tapandose los ojos con el dorso de la mano a la vez que con la que le quedaba libre cubria su busto.
Por más que se esforzara en esconder su deseo, Izuku lo veía. Ella quería mucho más. Él estaba dispuesto a complacerla en lo que fuera.

Mi querido asistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora