11. Propuesta laboral

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Las luces de los carros entraban entre las cortinas de la habitación iluminando el rostro inexpresivo de Midoriya mientras permanecía sentado en la cama con la espalda pegada a la pared y la almohada entre las piernas.

Desvió la mirada al tampón en el buró.

Aún tenía la sensación de los labios de la castaña sobre los suyos como si estuviera pasando en ese momento de nuevo.

Redondos senos pegados a su pecho, el dulce aroma a melocotón y la suavidad de sus manos alrededor de sus brazos.

Todo era un deleite...y un martirio.

«¿Que le habrá llevado a hacer algo como eso, Uraraka san? »

Se cuestionaba el peliverde.

No sintió el sabor a alcohol en su boca como aquella vez, no estaba adormilada, lo que es más, se veía bastante consciente de lo que hacía.

¿Entonces?

Pensaba en las razones, no se le ocurría ninguna. A no ser que...¿Tenya Lida?

Debía ser él por supuesto, pero ¿qué exactamente? Lo que fuera, se trataba de algo importante si había llevado a Uraraka a besarlo de esa manera en la mitad de su oficina.

El reloj ya marcaba las 3 de la mañana en punto. No debería desvelarse si quería rendir en el trabajo, y lo que faltaba, aún no sabía cómo tenía que comportarse frente a su jefa.

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-¡Demonios! -despertó de sobresalto al darse cuenta de que el despertador no sonó y ahora iba media hora tarde de salida.

Se duchó lo más pronto posible, buscó su traje perfectamente acomodado en la silla junto a sus zapatos y salió sin tomar desayuno.

Para su mala suerte el autobús lo ignoró cuando le hizo la parada así que ahora tendría que pagar un taxi y descompletar para la semana.

Ingresó al edificio con apuro y una charola con café y té para su jefa cuando la recepcionista lo detuvo.

-Esas son muchas bebidas solo para ti, ¿no crees? - comentó sin levantar la vista del computador.

-Buenos días, señorita Kayama. Son para Uraraka-san.

El peliverde respondía sin dejar de apretar el botón del elevador.

-Siguen siendo muchas bebidas, serán un desperdicio. La jefa acaba de irse. -la mujer recargó el mentón sobre su mano mirándolo con una sonrisa divertida en los labios cuando vio la sorpresa en la cara del pecoso.

-¿Irse? ¿A dónde? P-pero acaba de regresar, quiero decir, hay mucho trabajo en la oficina...No me avisó que se iría de nuevo. -murmuró por lo bajo observando las bebidas en la charola.

-Si no lo sabes tú, ¿qué sabre yo? Como sea dejó esto para ti - deslizó un sobre manila sobre la repisa de granito antes de seguir con lo suyo.

Midoriya sintió un cosquilleo recorrerle los pelillos de la nuca aún sin saber de qué se trataba. Se acercó con cautela dejando la charola para alcanzar el sobre. No sabía si era correcto abrirlo ahí mismo así que decidió hacerlo en los baños.

-Oye olvidas la...-llamó sin éxito la recepcionista, Izuku acababa de entrar en el elevador- Bueno café gratis, supongo que es mi día de suerte.


Mi querido asistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora