17. Alianzas inesperadas

72 5 0
                                    

La mañana del mismo día...

Los rizos verdes y despeinados sobresalían sobre las sábanas que cómodamente guardaban al peliverde como en una fortaleza.

Primero bajo un poco la sábana asomando los ojos para cerciorarse que igual que en todos sus encuentros Uraraka no había despertado a su lado. Termino por sentarse en la cama recargando su espalda sobre la cabecera.

Esa mañana, como otras, estaba por pedir servicio a la habitación salvó que cuando iba a tomar el teléfono se dió cuenta de la compacta pero elegante caja abierta que modelaba un elaborado reloj Rolex. Lo tomo en manos quedando asombrado, lo más cerca que había estado de uno de esos era fuera de los aparadores. Miro que en la caja habia una nota con la preciosa caligrafía de su jefa.

"Buen trabajo. Sigue esforzándote"

No supo cómo reaccionar, se sentía como en la película de mujer bonita, salvó que él era Vivian. Sonrió divertido probandose el reloj; aún pensando en si su jefa se refería a su trabajo como amante o como empleado. De cualquier manera era un cumplido.

.
.
.
.
.
.
.

Estaba ataviado en un smoking todo negro, peino su cabello de los lados hacia atrás y un poco de arriba. Se puso el reloj que le había obsequiado esa mañana y por último loción Dolce & Gabbana.
Se miró una última vez sintiéndose satisfecho con el resultado.

Espero pacientemente fuera del condominio, hasta que escucho el rechinido de unas llantas sobre el asfalto acercarse con velocidad para darse cuenta de que era el auto de su jefa.
Retrocedió sobresaltado cuando el coche se aparcó  frente a él.

-Uraraka-san.

Ella bajo del auto echa una furia, aventando las llaves sin mirarlo a la cara. Por suerte las atrapo.

-Conduce tú, Izuku. -ordeno colocándose en el asiento trasero del auto.
Y él obedeció.








Camino al evento, Midoriya de vez en vez le echaba una mirada a la castaña por el espejo retrovisor. La había visto morderse el labio, limpiarse una lágrima de ambos párpados y luego retocarse el maquillaje.

No le pareció adecuado preguntar, así que simplemente guardo silencio hasta llegar.

El valet había estacionado su auto, aún no había mucha gente ya que Ochako quería llegar antes que los paparazzi.

-Justo lo que necesito. -dijo desganada tomando una copa de la charola que paseaba un mesero.

Iba a darle un sorbo cuando el pecoso la detuvo.

-Uraraka-san, - la sujeto del antebrazo llevándola a una esquina para guardar discreción.- Quizá este sobrepasando mis límites al opinar; pero debería guardar la compostura hoy sobretodo, habrá cámaras en todos lados y lo que menos necesita para su imagen es que la vean bebiendo. Debe mostrarle la mujer fuerte y poderosa que sin duda es... -él se refería a Lida y Ochako lo noto abriendo los ojos asustada, así que se corrigió- A todos, quiero decir.

Ella entreabrio los labios mostrando preocupación y duda, luego volvió su templanza apretando el ceño y sin titubear.

-Tienes razón, te lo agradezco Midoriya. -coloco la copa sobre una mesa. Después hizo un gesto como si fuera la primera vez que lo veía - No te ves nada mal, joven Midoriya.

Él contuvo el aliento sintiendo su rostro arder.

-¡G-gracias, Uraraka-san! -con nerviosismo hizo una torpe reverencia con las manos empapadas de sudor. Luego la miro, como si pudiera ver a través de su ropa pasando la lengua por su labio de manera rápida y sutil. -Usted se ve...

Mi querido asistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora