PRÓLOGO

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Mi «yo del presente»:

Mi nombre es Aylin (o Lyn, como me llama mi mejor amiga Berta). Estudio en el segundo curso en la prestigiosa Universidad de Harvard y sueño con convertirme en una importante agente de bolsa y broker en Wall Street algún día.

Lo cierto es que estoy en busca de un príncipe azul. Un hombre con el que perder mi virginidad, que me respete y que me ame. Un hombre que me pida matrimonio arrodillado (¡Me encanta eso cada vez que lo veo en las películas!), y con un bonito anillo incluido. Uno que me diga que soy la mujer de su vida y que desearía con todas sus fuerzas hacerse mayor a mi lado. Confieso que muchas veces me imagino a alguien con rostro borroso esperándome en el altar mientras de fondo resuena la marcha nupcial, esa canción tan adorable que reproducen en la iglesia en todas las bodas.

Así es. Deseo casarme y compartir mi vida con un hombre que sea inteligente, noble y cariñoso, pero también atractivo y deportista. No creo que pida demasiado, además hoy en día, en la sociedad tecnológica y virtual en la que vivimos, está muy de moda cuidarse e ir al gimnasio. Yo misma salgo a correr todas las noches e intento no fallar ni un solo día, aunque llueva o truene.

¡Ojalá conozca pronto al hombre de mis sueños!

Mi «yo del futuro» hablándole a mi «yo del presente»:

Aylin, ¡sigue soñando despierta!

Tras realizar un inventario exhaustivo de todos los puntos que habías incluido en el perfecto plan de tu vida, voy a recapitular: quieres estudiar (muy bien), ser famosa en el mundo de los negocios (bien, aunque te va a costar más de lo que piensas), sin chicos (no), sin sexo(¡no!), sin diversión (¡noooo!).

¿De verdad pensaste en todas esas cursilerías?

¡Los príncipes azules no existen! Además, hoy en día ser virgen está infravalorado y no te voy a engañar: una vez que pierdas la virginidad, no habrá vuelta atrás, y eso ya lo comprobarás cuando él entre en tu vida.

¿Un hombre que te respete y te ame? Ilusiones. Seguro que existen hombres que aman y respetan, pero tú no has tenido la suerte de dar con uno así, muy a mi pesar. Y también al tuyo.

¿Que te pida matrimonio? Pamplinas de niña enamoradiza. La mayoría de los hombres no desean casarse y eso lo deberás asumir con el tiempo. Siento decirte, pero esa mayoría lo incluye a él; él, que solamente busca el placer y la dominación. El morbo, la lascivia, el sometimiento, la capitulación, las sensaciones poderosas.

¿Cómo te va a decir que eres la mujer de su vida? Aquel hombre que será tu profesor está rodeado de un ejército de mujeres versadas, bastante experimentadas y las cuales se asemejan a aquellas impecables modelos que parecen salidas de una pasarela de la Fashion Week. Unas perfectas diosas.

Y esa música ridícula de la iglesia, ¡quítala de la lista! Está bastante pasada de moda, vivimos en el siglo XXI, ¡por Dios!

A modo de resumen y, desafortunadamente para las dos, los únicos requisitos que cumplen tus expectativas son que sea atractivo y deportista. En realidad, «ser atractivo», dicho tal cual, queda más que escueto. El profesor Brian Alexander Woods es celestial, tanto que juraría que ha caído del mismísimo cielo. Y eso se define en: suma y exorbitantemente atractivo, tentador y adictivo. Pero también es un capullo vicioso y arrogante, y eso se define en: extremadamente mujeriego, obstinado, oscuro y depravado. Y como si eso fuera poco... ¡Está casado!

No me quiero imaginar tu cara en este momento...

Niña tonta, ¡los cuentos de hadas NO EXISTEN! 


Y después de saber todo esto, querid@ lector@, te pregunto...

Y después de saber todo esto, querid@ lector@, te pregunto

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