10.έρωτας

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¿Qué es ese ruido?

Hasta el tono de llamada de mi móvil, que tanto amo, me molesta. Escucho de nuevo aquel ruido tan desagradable. Siento que me raya la cabeza, como si se tratara de una tiza resbalando sobre una pizarra. Ese mismo ruido desquiciante. La cabeza me va a explotar y noto como si mis ojos estuvieran llenos de arena fina, como aquella que hay en la playa.

Lo primero que observo cuando abro los ojos es un techo alto y una ventana de amplias dimensiones, parcialmente oculta por una cortina gruesa, de color negro. Los rayos de luz penetran escasamente, así que la habitación está en penumbra. El jodido teléfono no para. Agarro mi bolso de manera torpe y consigo cogerlo, pero el sonido se detiene, no me ha dado tiempo a contestar la llamada. Miro la pantalla: diez llamadas perdidas de Berta. Seguro que está muy preocupada.

¿Dónde estoy? Vuelvo a mirar aquella habitación en cuanto mi vista se me aclara y mis ojos me lo permiten y ... ¡oh, qué cojones! No reconozco el cuarto. Estoy tumbada en una cama enorme, cuyo cabecero aterciopelado reposa en una pared amplia, y al lado de esta se encuentran dos mesitas de noche señoriales. Mi vista se dirige hacia la pared de la cabecera, y noto que hay un cuadro enorme con letras griegas. Intento leer: έρωτας. Algunas letras me resultan familiares y creo que en nuestro alfabeto la palabra es "erotas". Pero no tengo ni la más remota idea del significado de aquella palabra, si fuera latín lo tendría más fácil.

Volteo mi cabeza, analizando mejor la habitación durante unos segundos y froto de nuevo mis ojos. En la boca noto el sabor un poco desagradable a alcohol. Me pasé con la bebida anoche. Después, veo que, por suerte, mi vestido está cuidadosamente colocado en una silla que hay al lado de la ventana. Enseguida me miro a mí, y me doy cuenta de que tengo puesta nada más que una camiseta de color negro (¡cómo no!).

Ya tengo clarísimo en qué sitio me encuentro. Definitivamente estoy en la casa del profesor.

¿Qué ha pasado?, pienso angustiada y me llevo una mano a la cabeza, al mismo tiempo que me incorporo. Me toco el cuerpo preocupada, menos mal que todavía llevo mi ropa interior, sabemos que el profesor Woods es un artista en dejarte sin bragas. Pero sí, ¡me falta el sujetador! ¡Mierda! Saco mis conclusiones y estas son de que anoche, el profesor Woods me desnudó sin mi permiso. Intento evaluar en mi mente lo ocurrido anoche, pero por más que lo intente, no recuerdo nada. En mi interior estoy rezando y solo espero que este... no se haya aprovechado del estado en el que me encontraba y me haya quitado la virginidad. Y yo sin acordarme de nada. En el fonod quiero confiar en él y pensar que no lo haría.

Al momento escucho movimiento en la habitación contigua, donde hay una puerta y concluyo que ahí está el baño. Hasta este instante ni siquiera me he dado cuenta de que hay alguien en la ducha. Escucho como se detiene el sonido del agua y estoy segura de que él está ahí dentro, y que acaba de terminar de ducharse.

Joder, joder. A ver si pudiera vestirme deprisa y salir corriendo de aquí. No soportaría dar la cara con él. Y anoche... ¡ohhh! Me acabo de acordar. Le recriminé al profesor que estaba dentro del club acompañado por su esposa. No puedo ser más torpe. Pensándolo fríamente, no tenía ningún derecho echarle nada en cara y... además, lo más grave de todo es que me había delatado a mí misma. Prácticamente se lo puse en bandeja, le confirmé lo que él tanto sospechaba: que no me es indiferente.

No tardo más de un minuto en saltar de la cama y conforme me quito la camiseta rápido, con la esperanza de que me dará tiempo para colocarme el vestido deprisa y salir corriendo, se escucha la puerta del baño.

¡No! Aprieto los labios y me tapo los pechos con el vestido rápidamente. Aunque no me sirve de nada, puesto que quedo totalmente expuesta. Miro con temor hacia la puerta y veo salir al profesor Woods con una toalla envuelta en la parte de abajo, sin embargo la parte de arriba de su cuerpo está completamente desnuda. Su pelo está mojado y unas pocas gotas de agua resbalan sobre su cuello. Obviamente me he quedado perpleja, y estoy tan bloqueada que se me ha cortado hasta la respiración. Juro que si poseyera habilidades artísticas, le pintaría un cuadro en este momento al profesor. O enmarcaría su foto. Admito que ahora mismo es terriblemente sexy.

El ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora