29.LA PIEZA QUE FALTABA

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Estamos los dos sentados en el sofá amplio del salón de Alex, cenando tras haber pedido comida a un restaurante árabe. He averiguado que tenemos eso en común, nos gusta la comida con muchas especies. Sobre la mesa de salón hay de todo: varios tipos de kebab, cuscús, falafel, hasta tabule. También hemos hecho una ensalada con espárragos, otra cosa que nos gusta a los dos, para mi sorpresa. Estamos disfrutando de la comida y estamos tomando Coca Cola. Me encanta este refresco, bendito el que lo haya inventado.

—¿En qué estás pensando? —pregunta Alex, al mismo tiempo que cubre su cuerpo con una camiseta de manga corta. Es de noche ya y está refrescando un poco, aunque su piso está condicionado para tener un ambiente óptimo.

—En nada —me encojo de hombros y tiro un poco de su camisa azul marino, que yace sobre mi cuerpo.

Él se sienta en el sofá, a mi lado tras colocarse también unos jeans. Me toca la pierna y me echa una mirada serena.

—Cuéntame en qué estás pensando —me indica y atrae mi cuerpo hacia él. Entonces coloco mi cabeza sobre su pecho y él me empieza a acariciar el pelo. Mis brazos envuelven sus caderas.

—Estaba pensando en que.... prefiero mil veces más este momento que ir a un restaurante elegante. Prefiero la intimidad que tenemos ahora mismo.

—Yo también —contesta—. Me recuerda mucho a cuando mi tía me sentaba a mí y a mis dos primos en una mesa minúscula en su humilde cocina —dice y mueve una mano, señalando la mesa—. Recuerdo que siempre nos ponía delante frijoles, huevos fritos, chorizo y arepa. La arepa me encantaba.

—¿Arepa? —pregunto con curiosidad y levanto mi cabeza.

—Sí, es un tipo de pan colombiano. Es un pequeño pan redondo.

—Tiene que estar muy bueno —le digo y sonrío—. ¿Echas de menos Colombia?

—No sabría decirte. Me vienen en la mente fragmentos. De cuando jugaba con mis primos, principalmente. La hermana de mi padre vivía al lado.

—¿Y cuándo viniste a Estados Unidos?

—Creo que tenía sobre 10 años —me contesta mientras que muerde un kebab y le da un sorbo a su vaso de Coca cola.

—Te viniste con tus padres aquí... —continúo y hundo mi cuchara de plástico en el cuscús. Está delicioso.

—No, solo con mi madre.

Levanto mi vista hacia él.

—¿Se separaron? —le pregunto con suavidad. Imagino que le va a costar bastante hablar del tema.

—No. Fue después de que mi padre falleciera —dice esto y enseguida deja de comer y coloca el resto del kebab sobre una servilleta en la mesita.

—Alex... lo siento mucho —contesto apenada y le toco el hombro con suavidad.

—No te preocupes —carraspea con gravedad.

—¿Estaba enfermo? 

Posiblemente no debería haber preguntado porque de repente, Alex vuelve su vista a otro lado. Claramente me está evadiendo. 

—¿Qué planes tienes para el fin de semana? —se vuelve hacia mí.

—Mmmm... —le contesto a su pregunta, no quiero forzar la situación—. Este fin de semana viajaré a Long Island para ver a mi familia.

—¿Cuándo te vas? —abre los ojos un poco asombrado. Se pasa la mano por el pelo.

—El viernes, después de las clases.

El ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora