—¿Estás hablando en serio?
—Sí —me contesta ella en tono neutro y se levanta de la silla, cruzando los brazos, muy expectante.
¿Aylin me acaba de decir que... confía en mí? Me quedo un momento callado porque verdaderamente me pierdo en sus ojos. Sus ojos oceánicos me siguen con perplejidad. Mi respiración se acelera y parece que tengo un nudo en la garganta. Solo visualizando su imagen atada a mi enorme cama en el Álympos me produce escalofríos. Dios mío.
La estoy consiguiendo... murmura mi conciencia.
—¡Entonces esta noche te quiero en mi casa! —le digo en tono autoritario, al mismo tiempo que la rodeo con mis brazos.
—Ehhh... Alex, esta noche no podrá ser —me contesta y me mira con serenidad.
—¿Y por qué? —pregunto consternado.
—Porque he quedado con mis amigos para ir al cine.
—¿Y eso no puede esperar? Aylin, necesito que sea esta noche... —le digo y ejerzo un poco más de fuerza con mis manos en su cadera.
—He pasado contigo todo el fin de semana —me dice en tono neutro y se despega un poco de mí.
—¿Y? —le digo un tanto enfoscado.
¿Qué está haciendo esta mujer? ¿Me está diciendo que no quiere pasar la noche conmigo?
—Alex... también me apetece pasar tiempo con mis amigos.
—¿Qué amigos? ¿Estará también el chico ese?
—Sí —me dice tan jodidamente tranquila.
—¡Le gustas! —levanto mi voz y le agarro el brazo. Esta mujer saca lo mejor y lo peor de mí al mismo tiempo, ¡joder!
—¿Qué coño haces? —su rostro denota frialdad y suelto su brazo de mi agarre enseguida—. ¿Estás celoso? —sigue hablando con cara de incertidumbre y eleva sus párpados.
Celoso, dice. ¡Ni en sus sueños! Vuelvo en mí y pienso que no puedo ser tan necio. No me puedo portar así con ella y no puedo arriesgarme mostrarle que soy demasiado posesivo. La perdería y no me lo puedo permitir. No ahora, que estoy a un paso de convencerla.
—Nada, perdón —y bajo mi vista porque por dentro estoy hirviendo de rabia. Sin embargo, no quiero que ella lo note—. Tienes razón.
—¿Te parece si hablamos mañana por la mañana para así quedar por la noche?
—Mañana no estaré —le digo y le vuelvo la espalda, al mismo tiempo que meto mis manos en mis bolsillos. Estoy apretando los puños.
—¿Estás bien? —pregunta y se me acerca un poco, tocando mi brazo.
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El Profesor
Romansa¿Dónde está el límite entre el amor y la obsesión? Un nuevo curso está por comenzar en la prestigiosa Universidad de Harvard. Aylin Vega es una excelente alumna, hecho que el misterioso y severo profesor Brian Alexander Woods no pasará por alto. Ser...