5. PARA MI NO EXISTE EL AMOR

9.4K 453 178
                                    

Miro a Berta durmiendo plácidamente en su cama. Dirijo mi vista al reloj despertador que tenemos encima de la mesita sumamente nerviosa. No me puedo creer lo mucho que le está costando adaptarse al horario de las clases. Anoche llegó muy tarde, seguro que lo dio todo en la fiesta, y aquí está la fiel prueba de ello.

—Bert ¡vamos! —le tiro un cojín a mi amiga con la intención de despertarla ya.

Ni se inmuta. Vuelvo a mirar la hora. Son las 09:45. ¡Joder! No nos va a dar tiempo a llegar a clases.

—¡Berta! —la llamo de nuevo angustiada.

—¿Quéeee? —solo escucho su voz, pero ni abre los ojos.

—¡Tenemos clases ! —le digo mientras que me termino de colocar la chaqueta vaquera. Hoy no me he arriesgado a ponerme falda de nuevo. Llevo unos vaqueros que encajan muy bien con mis formas y una blusa azul celeste de botones, bastante escotada.La tela es dura y no me he puesto sujetador. Valoro si el escote no es demasiado y después me aseguro de que no se me vaya a transparentar nada a través de la tela. Lo que más odio en este mundo son los sujetadores, aparte de tirar de mi amiga por las mañanas, por supuesto. ¡Oh! Es desesperante.

—No voy. Nos vemos en la siguiente... —contesta Berta con voz indescifrable.

—¿Seguro?

—¡Síiii, puñetas!

—Vale —digo no muy convencida, ya que sé que al final no irá. Faltará a clases.

Salgo deprisa y voy casi corriendo, prometiéndome en mi mente que mañana me iré antes, con mi amiga, o sin ella. Berta se está ya pasando, vuelvo a mirar el reloj con el corazón en la garganta. A primera hora tenemos Marketing y necesito ir a la la fotocopiadora primero.

Mientras intento caminar lo más rápido posible, repentinamente escucho el teléfono y observo un número que no tengo guardado en la agenda.

¿Quién será? Pulso el botón verde.

—Diga.

—¿Señorita Vega? —escucho su voz.

¡Oh mierda! ¡Es él! ¿Y por qué me estoy poniendo nerviosa? Es inevitable que se me corte la respiración.

—Sí.

—Soy Brian Woods.

El profesor..., suspiro por dentro.

—¿Ha redactado usted la encuesta?

—Sí, lo tengo todo listo —aprieto la carpeta con la encuesta en mis manos. El trabajo de una tarde entera.

—Bien. Entonces vamos a adelantar nuestro encuentro —habla con voz ronca.

Estoy un tanto descolocada y empiezo a analizar en mi mente qué debería contestarle.

—Pero, profesor... —tartamudeo —tengo clases.

—Lo sé, con Clarisse. Pero hoy no va a venir, me he informado, por lo tanto terminará pronto. La quiero en mi despacho las 11:30.

—De acuerdo.

—Y guarde mi número, señorita Vega —añade aquella voz en un tono autoritario.

—Sí, claro —contesto perpleja cuando percibo sus palabras como si fuera una orden.

Qué raro.

Cuelga. Miro mi reloj y al final me doy cuenta de que tendré nada más que una hora y media de clases. ¡Genial!

***

A las 11:30 efectivamente, tal y como hemos quedado, me estoy dirigiendo a su despacho, en la última planta. Pero no antes de pasarme por el servicio para arreglarme el pelo, pintarme los labios en un tono rojo muy suave y fijando un poco mi escote. Más bien, intentando subirme un poco la blusa porque no sé por qué diantres se me ha ocurrido vestir esto esta mañana. Después me guiño a mi misma el ojo en el espejo, como diciendo "Chica , tú puedes". Lo malo es que de momento también pienso que por qué puñetas me estoy arreglando.

El ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora