13. ALGO PARA RECORDAR

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Mis pasos acelerados sobre el suelo de cemento se escuchan con ritmo. Sacudo varias veces mi cabello color bronce y en este momento se me pasan millones de cosas por la cabeza. Aprieto mi bolso entre mis manos, y una carpeta con los apuntes. 

¿Qué es lo que acaba de suceder? 

Mi corazón late con desesperación y no comprendo cómo es posible tener tantos sentimientos encontrados. Por un lado, estoy atormentada con lo que acaba de pasar: Stephanie ha estado a punto de descubrirnos, y por el otro lado ¡me podría ir a la mierda! Casi pierdo la virginidad... y nada menos que en el sitio que yo misma le decía a él que es sagrado, y que es una institución académica: ¡su despacho! 

¡Estoy atontada! No sé porque cojones me cuesta tanto ser fiel a mi palabra. Dije que no me parecía bien lo que hacía el profesor, y que además no me parecía bien que consumiera alcohol en la universidad. ¿Y qué hiciste Aylin? ¡Las dos puñeteras cosas! Parece que estoy ya para un manicomio.

Saco mi móvil del bolso mientras que llego a la residencia y entro por la puerta. Tiro mis llaves sobre la mesa enfurecida, y escucho un sonido sonoro cuando el metal roza la madera. 

Oye Bert, ¿sigues viva, loca? ¿O me tengo que preparar para el funeral? —escribo frenética en mi móvil, y así intentar distraerme.

Berta es tan cabrona que ni siquiera me ha contestado al mensaje, y sin embargo, hasta le ha dado tiempo a subir un estado en Instagram. Veo en la pantalla que acaba de subir una foto suya en el sofá, cubierta con una manta, abrazada a su gata y con cara de convaleciente. 

¡Todavía no! —recibo un mensaje suyo—. Bicho malo nunca muere jajaja —aparecen varios emoticonos en pantalla. 

¿Cómo sigues? —le escribo de vuelta. 

Pues me has visto ya la cara en el Insta , ¡me doy asco!

Me rio mientras que me quito los zapatos cómodos que llevo y me empiezo a desvestir. 

¿Cuándo vuelves? —tecleo otro mensaje. 

¡Ni idea! A ver si te dignas de contarme con quién pasaste la noche el sábado, que no sueltas ni una palabra... Y todavía estoy esperando.

No contesto. 

Tuviste suerte con que cuando llegaste a la casa, ya me había ido —continúa esta con los mensajes — ¿Lyn? ¿Hola?

¡Mierda! ¿Qué puñetas le digo? No puedo contarle que dormí con el profesor, no sería normal y ya pensaría que nos hemos acostado, por mas que yo se lo niegue. Para Bert sería impensable que durmiera con él en la cama y no haber hecho nada. Al igual que para la esposa de Woods, añade una voz en mi cabeza no sé con qué fin. Para atormentarme más, seguramente. 

Es una larga historia, ya te contaré cuando vuelvas 

Intento desviar su atención. 

¡Que así sea! ¡Y quiero la verdad! —insiste esta. 

Sí, Bert —contesto. 

Abrazos de oso, santurrona. ¡Ah! Tienes la habitación para ti —añade ella, y me manda un emoticono con fuego y otro que me guiña el ojo. 

Me hacen mucha gracia los mensajes de mi ragazza loca. Pensará que voy a montar alguna fiesta en la habitación estos días. Bueno, algún día podría llamar a Rebe y ver una peli. 

De repente, la majestuosa canción de "Juego de Tronos" empieza con su melodía imponente. Y queda de maravilla porque un temblor me entra por todo el cuerpo cuando veo claramente quién me llama. Aquellas palabras en la pantalla —"Profesor Woods"— hacen que se me nuble la vista por los nervios. 

El ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora