17. Fʀɪ́ᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ

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Aproximadamente una hora antes de lo ocurrido en el centro comercial, Hinata y Atsumu se encontraban en casa comiendo arroz blanco y pollo en tempura con salsa agridulce

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Aproximadamente una hora antes de lo ocurrido en el centro comercial, Hinata y Atsumu se encontraban en casa comiendo arroz blanco y pollo en tempura con salsa agridulce. Para ser un platillo delicioso para elogiar no se llevó ninguno, debido a que ambos lo ingerían sin expresión.

El enfado del rubio se hacía notar en gran manera, al igual que la marca que había dejado Kageyama en Shōyō. El bajito estaba consciente de merecer su indiferencia a tal grado de no dirigirle la palabra y ser clavado un millón de veces por su mirada llena de desaprobación. Por suerte, una llamada entrante en el celular del más alto atrajo su atención. Atsumu vio la pantalla y luego los ojos del pelinaranja, sujetó su celular y se levantó a contestar alejándose del comedor.

Minutos más tarde se le escuchaba al pie de la puerta colocándose los zapatos. Hinata se apresuró hasta él, pero solo recibió un distante "voy a salir, no me esperes en la cena", entristeciéndolo profundamente. Más el impulsivo anaranjado no iba a dejar que las cosas terminaran así sin antes poder explicarse, además de que sospechaba del porqué de la actitud de Atsumu antes de irse. Se preparó para salir y lo siguió hasta aquel centro comercial para descubrir con quién se reuniría, el problema surgió después de que se distrajo por un momento y lo perdió de vista, teniendo que rondar por todo el lugar hasta encontrar a Kageyama y Atsumu en plena pelea.

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Al haberse dirigido hasta la farmacia a comprar algunas compresas frías, parches, algodón y agua oxigenada para desinfectar las heridas de los dos jóvenes que se golpearon entre sí, Hinata se sentía muy culpable por ser el detonante de la pelea entre ellos. Claro que también estaba molesto, pero eso no significaba que no le afligiera saber lo mal que la estaban pasando.

Una vez pagada la medicina quiso ir inmediatamente de regreso, pero un muchacho con cabello negro y rubio le interfirió el paso:
Te encontré —sonrió de satisfacción. Aquel joven era casi de la misma altura que Shōyō, y aunque su aspecto era algo desalineado por su cabello largo, las ropas elegantes que vestía se miraban demasiado caras como para ser portadas por alguien sin importancia, sin duda tenía que ser alguien adinerado.

—… Perdón, ¿te conozco? —preguntó Hinata, muy confundido ante la situación. 

Hee~, entonces es verdad que perdiste la memoria, es una lástima —dio unos cuantos pasos más hasta llegar al pelinaranja. Tomándolo de la cintura y agarrando su barbilla añadió—: No tienes más de qué preocuparte, yo haré que recuerdes todo.

Hinata sintió un extraño escalofrío por todo su cuerpo. La mirada gatuna del muchacho que lo sujetaba era muy astuta, estaba seguro de que no habría escapatoria de él aun si lo intentara.

Llévenselo —dijo el rubio soltándolo, para que enseguida dos de sus guardaespaldas acompañantes lo encaminaran, agarrándole de los brazos, hasta el estacionamiento.

Cadenas de obsesión [En Emisión] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora