6. these fancy b**ches

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Hay algo en el hecho de volver a estar dentro de una escuela que saca al adolescente que llevas dentro. Especialmente cuando se trata de una escuela privada lujosa como la Academia Pioneros, y ya lo has superado.

Quiero decir, he estado aquí sólo cinco minutos y ya quiero faltar a clase y compartir una gordita con mis amigos bajo las gradas.

Pero primero hablemos de los cincuenta tonos de beige.

—Ya basta.

Me estremezco y levanto la mirada de la hoja de información.

—¿Qué?

Mi hermana suspira como si yo fuera la cosa más molesta.

—Tu pierna... está rebotando... en su lugar.

No me había dado cuenta. Miro a mi derecha, hacia el resto de la sala y me fijo en los otros ocho grupos de padres y estudiantes—el resto de la clase de Gramática y Literatura de la primera hora de Helena. Cada uno de los padres es un conjunto de padre trajeado y una esposa ataviada en una blusa de algún tono de beige o blanco que grita "mi mierda no apesta". Desde que nos sentamos en la primera de—dispárame ahora—seis clases donde conoceremos al maestro y escucharlos alardear sobre lo que enseñan y que es un experto y por qué su dinero valdrá la pena, cada condenado de esos beige—Los padres me miran con una expresión de sospecha y arrugada alrededor de sus ojos y nariz, como si olieran un pedo.

Me inclino hacia Helena y gruño—. Ugh, hablando de una habitación llena de campesinos engreídos, ¿tengo razón o no? —Helena suspira. Juego con mi cabello, enrollando mi flequillo rizado alrededor de un dedo—. ¿Cuánto dura esta cosa? —Pregunto, inquieto. Ella se limita a rodar los ojos y a sentarse en su sitio, ignorándome.

Una de las mamás se aclara la garganta mientras mira hacia a mí, como si me dijera que me calle y preste atención a la rígida anciana que está al frente y que enseñará gramática a estos infiernitos.

Esa doña puede ocuparse de sus propios asuntos.

En el pasillo, de camino a la segunda clase, aparto a Helena. Por la expresión en su cara escandalizada, podría haber tirado un cubo de sangre sobre ella en el baile.

—Mira, Hel, sé que no soy mamá y papá en un vestido hermoso o esmoquin, pero estoy haciendo todo lo posible para ser tu hermano, ¿de acuerdo? Nadie sabe qué pensar de mí. Entre estos padres estirados y los niños con ojos de muerto con los que vas a la escuela, te juro que no sé. Me están causando sudor en el culo, Helena. Sudor en el culo. Sólo déjame ser tu hermano, ¿de acuerdo?

Helena me deja, alejándose de mí y continuando su camino a la segunda clase.

Necesito recordarme a mí mismo que esta orientación es para ella, así que de verdad debo tratar de hacer esto menos sobre mí, o de la forma en que los otros padres me miran como si estuviera arruinando todo esto, o de la forma en que los profesores me miran con esa expresión mesclada entre lástima y disgusto.

Especialmente aquí, en la segunda hora: Desarrollos en la Ciencia.

Todas las clases son como en la escuela normal, pero con nombres extravagantes. No es Historia. Es Avances de Importancia Cultural y Política. No, Helena de once años no está tomando Teatro. Está tomando Enriquecimiento Teatral y Narración.

¿Es posible tener una sobredosis por pretensión? Estoy casi allí.

Además, no puedo evitar notar que cada mujer que me mira siempre parece aferrarse un poco más a la mano de su marido.

Es como si lo supieran.

Una mujer en la quinta hora de Helena, está a mi lado con su pequeña blusa beige y su pelo rubio quemado con queratina, y veo como ella pone sus ojos en mí, frunce el ceño con incertidumbre y se aferra más fuerte a su marido guapo.

raising hell | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora