14. is that all you got?

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Nos separamos en el estacionamiento en penumbras con una especie de gesto rígido, ninguno de los dos sabe si debe abrazar o estrechar la mano o simplemente irnos. Le miro marcharse mientras me siento en mi auto, luego me muerdo el labio, arranco el motor y salgo disparado. Me pregunto si...

Oh, espera. ¿Querías que describiera el beso?

Esperaba que no te dieras cuenta de que me salté esa parte.

¿Por dónde empiezo?

Mira, traté de obedecer sus deseos. Intenté tomármelo con calma. Tipo, muy despacio. No quería arriesgarme a asustarlo de nuevo.

Éramos como dos adolescentes nerviosos con toques de queda que no podíamos romper mientras nos sentábamos encima de esa mesa, con las manos entre nosotros, y nos besábamos. El beso se intensificó a medida que nuestro aliento crecía entre nosotros, caliente, irregular y deseoso. Le di un mordisco juguetón en el labio, lo que le hizo sonreír (mierda, esa sonrisa aprieta penes) y luego me sumergí un poco más.

Sentí que los dos estábamos al límite entre mantenernos perfectamente contenidos como dos niños bien y ceder a algo muy inapropiado para un banco de un parque público. Todo lo que necesitaba era una señal suya y le habría arrancado la ropa de su cuerpo. Sólo un gemido. Sólo un toque de su mano en mi pecho. Sólo un roce de sus dedos en mi muslo. Sólo una caricia de su palma en mi cara, atrayéndome.

Sólo dame una señal chiquita, oh, mi vida, que sepa que te gusto, o sí.

Sólo una señal, y lo habría arrastrado directamente a mi Ferrari y lo habría hecho. Tengo condones en la guantera.

Mi corazón nunca se aceleró tanto en toda mi vida. Se aceleró más que con cualquier juguete que me llevé a la cama. Se aceleró más que esa vez que pensé que me estaban asaltando fuera del club y corrí a mi coche, cagadísimo de miedo. Se aceleró tanto que pensé que iba a atravesar mi pecho y terminar en algún lugar dentro del suyo.

Entonces, un tiempo desconocido después, el beso terminó.

Nuestros ojos se encontraron, como si nadaran a través de un aturdimiento.

Volvimos a acomodarnos en la mesa. Todo mi cuerpo gritaba por hacerle algo más. Seguí royendo mi propio labio, la frustración aumentando como una mala cruda. Apreté las piernas, con mi erección palpitando entre los muslos.

Cuando dijo algo prácticamente salté de la mesa, estaba preparado.

—¿Qué? —solté como un chihuahua moviendo la cola.

Sustituye la cola por una verga dura como una roca. Entre mis piernas.

Se limitó a sonreír y dijo: "Eres un buen besador".

En lugar de responder, fuí por otro. Intentó tomar un respiro rápido antes de que me lanzara, pero el pobre chico llegó demasiado tarde, y yo le chupé la cara.

No tuvo ninguna oportunidad.

Esta vez, fui más valiente. Llevé una mano a su cintura, como una prueba. Su mano se encontró de inmediato con mi antebrazo, como si quisiera detenerme, pero luego se deslizó hasta mi bíceps, donde se aferró con fuerza. Llevé mi mano más arriba de su cintura, deslizándose por su lado musculoso, y luego arrastrándola hasta su espalda, agarrándola con fuerza, casi arañando, y acerqué nuestros cuerpos.

Nuestras cinturas y los lados de nuestras piernas se apretaban al máximo sentados uno al lado del otro en una mesa de picnic. Los dos llevábamos madera en los pantalones. Descaradamente. Estábamos haciendo casi todo menos machacarnos el uno al otro en esta mesa.

raising hell | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora