15. i make bad choices

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Y después de todo eso, todavía esperaba que me llamara después.

Como si mi traumatización en medio de un parque para perros no fuera suficientemente. Como si en serio fuera a venir a rogarme por más. Como si yo fuera una especie de vacaciones pagadas.

El teléfono está tirado en mi cama como un amante abandonado. Lo miro a cada rato, como si hubiera hecho algo vergonzoso.

Temo no me llama.

Por favor, hazte la sorprendida y triste por mí. Eso ayuda.

Aquí estoy, sentado en el alféizar de mi segundo piso, con la ventana abierta de par en par, fumando un porro que Diego dejó en mi mesita de noche mientras contemplo el mundo y las estrellas y la nada más allá. En un momento dado, siento la presencia de Helena en la puerta de mi habitación. Me giro, le dirijo una breve mirada de hola, yo existo, y tú existes, y todo es una mierda, y luego vuelvo a centrar toda mi atención en el olvido.

La escucho alejarse. Incluso sus pasos son sentenciosos.

¿Por qué no puede estar todo bien? ¿Por qué tenemos que echarnos el hielo los unos a los otros cuando más nos necesitamos?

¿No todos tenemos un día de mierda?

También estoy hablando de Temo. Debería llamarme y no darme la espalda después de haberme humillado. Le di mi número, después de todo. No hay excusa.

Tal vez ese fue mi error más estúpido. Debería haber agendado su número. Ahora, me puse en esta posición de esperar a que él me llame, en lugar de hacerlo yo.

No he jugado a este juego de la espera desde la secundaria.

Y he olvidado lo absolutamente enloquecedor que es.




—DIOS MIO, DIEGO —grito al teléfono media hora después mientras estoy descansando en una nube de espuma de jabón en mi bañera. Se lo acabo de contar todo. Mi mundo se desmorona y todo lo que huelo es sándalo de primavera y clementina—. ¿QUÉ PEDO CONMIGO?

Me da uno de esos largos suspiros de diva-honey, y luego dice: "Mucho, mucho, mucho."

—Ahora cree que soy un sucio pervertido que se masturba en los parques para perros.

Tal vez lo seas.

Pongo los ojos en blanco. —Bitch, please. Haces cosas mucho peores cada fin de semana. Es un milagro que no vayas a hacer exorcismos semanales para sacarte el chamuco de encima.

Solía hacerlo. Mi ex y yo lo llamábamos 'servicio dominical'. Implicaba un gato de nueve colas y una tina de malvavisco.

—Temo dijo que quería tomarse las cosas con calma. Como trescientas veces. Y luego voy y hago que se corra en los pantalones en un banco de picnic.

Un largo suspiro sisea en mi oído. —Escucha, amor. Sé que quieres que me abalance sobre ti y te arregle todo como siempre hago... pero wey, esta varita tiene un límite de magia.

—Diego... —Habla en serio—. Realmente creo que la cagué.

¿Y? Siempre habrá otro profesor de matemáticas. Sólo tienes que ir a trabajar cinco minutos y tendrás opciones.

Abro los labios y no sale nada. Miro fijamente la colina de espuma de jabón mientras se aleja lentamente, pero la colina nunca parece encogerse. Por una vez, no tengo una respuesta sarcástica.

No quiero ninguna otra opción. No puedo quitarle importancia a esto.

Me siento como si realmente hubiera arruinado algo esta noche.

raising hell | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora