20. dicking around

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Temo y yo ahora somos un desastre normal de asquerosidad.

Incluso yo estoy todo, Qué hueva, diciéndote esto.

¿Pero no es la mejor parte de estar loco por alguien? Te vale verga lo que piensen los demás. En realidad, ni siquiera te importa un pepino.

Ahora empezamos a escondernos y besarnos detrás de las paredes, o en las sombras, o donde sea.

Es totalmente obvio, y no estamos ocultando nada a nadie, pero lo hacemos de todos modos. Ni siquiera estoy seguro de si realmente estamos tratando de ocultar algo, o si simplemente lo hacemos porque es divertido. En cualquier caso, me tiene de mejor humor que en meses.

Además, quizá sea bueno que mi hermana y yo estemos bien de nuevo.

Mejor que bien, en realidad.

—Más chispitas —le dice a la vendedora, una pobre chica de prepa de manos temblorosas que probablemente esté en su primer día, bendita sea. Espolvorear, espolvorear—. Más —pide mi hermana. Espolvorear, espolvorear—. Oh, por Dios, ¿ya viste el gran cartel que tienes fuera? Esa bola de helado está cubierta de tantas chispitas que ni siquiera puedo decir de qué sabor es. ¡Más!

—Tranquila, Sass Queen —me burlo de Helena—. Las chispitas no saben a nada, así que no importa cuánto tengas ahí. Son el tofu del helado.

Helena arruga la cara.

—No vuelvas... a usar tofu y helado en la misma frase —Luego se enfrenta a la aterrorizada adolescente, pero su tono se suaviza notablemente—. ¿Podría... por favor... tener más chispitas?

Mejor.

Esta es nuestra nueva rutina de los viernes, por cierto. Se parece mucho a su antigua rutina con sus queridos padres, excepto que yo hago algo que mis padres nunca se dignarían a hacer: Llevo a Helena a ver una película de verdad en un sucio cine de descuento. Todos los viernes, después de que la recoja del baile, vamos a casa, nos cambiamos y vamos al centro a por un helado (con no menos de seis kilos de las chingadas chispas) y vemos la película que Helena elija. Ella puede ver cómo vivimos los verdaderos campesinos del otro lado de las vías.

No voy a mentir. Al principio, estaba aterrorizada.

—¿Tenemos que llevar chalecos antibalas? Una vez oí a mamá hablar de los chalecos antibalas. ¿Se puede contraer una enfermedad por un asiento de inodoro? No importa, me aseguraré de ir antes de salir de casa. ¿Crees que necesitamos...?

Cuatro semanas más tarde, Helena se pavonea por la calle a mi lado con su pequeño abrigo de piel y sus enormes gafas de sol, toda ella elegante e imponente. Cuando entramos, se deja caer en su asiento, cruza las piernas y dice: "Pásame las palomas."

Me enjuago una lágrima de orgullo.

Los niños crecen muy rápido.

Varias semanas nos hacen algo a mí y a Temo también. Sé que ya dije que hemos estado haciendo muchas cosas a escondidas sin ningún motivo, pero la verdad es que no sabemos cómo se lo tomaría Helena (o cualquiera). Es como cuando no has salido del closet con tus padres, pero los dos saben que de pequeño te paseabas por ahí haciéndote pasar por Lady Gaga cantando a todo pulmón Born this way, ¿a quién querías engañar? Pero que lo sepan de verdad es algo totalmente distinto. Hay una magia oscura que se produce cuando se dice algo ligeramente asumido en voz alta, y toda duda es barrida.

Y no es que Helena, Karen o Ninny sean tontas, pero seguimos insistiendo en actuar como si fuéramos amigos delante de ellas.

—Sí, decidió venir a tomar un café —anuncio mientras abro la puerta y actúo como si la llegada de Temo fuera una media sorpresa. Y también—: El señor López está realmente impresionado con lo bien que le va a Helena en su clase y quería contármelo todo. Es una matemática natural —Ah, y no olvidemos—: Temo necesita mi opinión sobre el color de una cosa para su, eh, aula o algo así, y yo tengo buen ojo para, eh, las cosas de color, así que va a, estamos, eh, lo que sea, estoy demasiado cansado para que se me ocurra algo, ¡nos vemos!

raising hell | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora