Capítulo 12

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Viktor llevaba dos horas sentado en su butaca de ejecutivo de cuero negro, mirando inexpresivo una hoja de cálculo sin nada escrito en su ordenador. De vez en cuando, llevaba las manos al teclado como si fuera a escribir, pero al final siempre volvía a apoyarlas en los confortables reposabrazos de su butaca. Natasha entraba de vez en cuando para pedirle su opinión acerca del menú que pensaba ofrecer a los invitados en la cena del sábado. Estaba muy emocionada ante la oportunidad de enseñarles la casa a sus primeros invitados. De hecho, en cuanto llegaron a casa después de la clase, la omega se enterró en su fortaleza de libros de cocina escritos por chefs famosos. Y fue precisamente ver a esos chefs sobrealimentados sonriendo con satisfacción en las portadas de unas revistas que eran como un pasaporte a la aceptación social lo que llevó a Volkov a encerrarse en su oficina.

Cada vez que Natasha asomaba la cabeza, él se apresuraba a inclinarse sobre un ejemplar de Normativa del Impuesto sobre la Renta, volumen 6, y le pedía que no le molestara otra vez.

A las 11:04, seleccionó con el puntero una celda en la hoja de cálculo, arriba del todo, y escribió el nombre de Horacio. Luego se apresuró a borrarlo.

No lo entiendo, se dijo a sí mismo entre dientes. Por lo general esto le ayudaba a despejarse. Una bonita hoja de cálculo bien diseñada, y toda su torpeza se transformaba en agilidad y claridad mental.

Fue Natasha quien le descubrió al alfa esta capacidad para alterar la mente. Cuando empezaron a salir, le horrorizaba que su novio no supiera dónde estaría al cabo de diez años, que no tuviera planes en ninguna área de su vida. Pero al final sacó partido a esa indecisión, y ella misma se encargó de convertirle en el hombre que podía ser.

Una tarde en la que el ruso la fue a buscar para llevarla al cine, Natasha lo hizo entrar en la cocina, y con la ayuda de unas hojas A3 y unos cuantos marcadores de colores, entre zalamerías y palabras de ánimo, logró que el alfa planificara qué hacer con su vida. Cuando acabaron, Viktor estaba exhausto y un poco alterado, porque había reconocido ante la omega cosas que ni siquiera había reconocido ante sí mismo.

Dos días más tarde, le llegó por correo un precioso gráfico impreso que llevaba por título «El plan de Viktor Volkov», con líneas cronológicas y una lista de tareas. Natasha logró que todo pareciera muy sencillo, tan sencillo que a la mañana siguiente él mismo llamó por teléfono a una academia donde impartían cursos nocturnos de contabilidad y pidió que le enviaran un folleto. También llamó al tipo que dormía temporalmente en su sofá y le comunicó que a partir del fin de semana ya no podría seguir durmiendo gratis allí. La sensación de resolver problemas era tan agradable que Volkov empezó a planear gráficos en las hojas de cálculo del ordenador para todo tipo de temas. ¿Qué tipo de trabajo aceptaría cuando fuera contable? ¿Qué criterio seguir a la hora de elegir su primer coche de empresa? ¿Cómo pedirle a Natasha que se casara con él? ¿Cómo pagarían un número ilimitado de tratamientos de fertilidad? Tenía todos los gráficos archivados en su disco duro, bajo el título de «Esta es tu vida, Viktor Volkov». Protegidos por una clave, por supuesto.

Pero esta noche, la magia de las hojas de cálculo no funcionó. Sus poderes especiales no conseguían que centrara su pensamiento en el lugar adecuado. En el fondo, sabía que no había nada que pudiera decidir. Horacio se puso al mando y decidió que olvidarían su noche juntos. Él debería sentirse aliviado; no era necesario que diseñara una hoja de cálculo con el título de «Cómo mantener a tres niños a la vez». Pero no se sentía aliviado, ahí estaba el problema, y la maldita hoja de cálculo no le ayudaría a averiguar por qué. O tal vez no se atrevía a hacer una hoja de cálculo que se titulara: «Por qué Horacio me hace sentir como si "el plan de Viktor Volkov" fuera una mierda».

 O tal vez no se atrevía a hacer una hoja de cálculo que se titulara: «Por qué Horacio me hace sentir como si "el plan de Viktor Volkov" fuera una mierda»

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NADIE HACE EL AMOR LOS MARTES - Volkacio/ DexacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora