Capítulo 14

281 40 49
                                    

Tenemos ensalada de rúcula, hinojo, berro y pera. Espero que les guste — sonrió Natasha. Les sirvió el primer plato en unos delicados recipientes blancos, que desde luego no habían sido comprados en Ikea.

Dex contempló con desconfianza el plato de hierbas que le acababan de servir. Cogió el tenedor, inspiró profundamente y atacó su ensalada.

—Encuentro que el embarazo hace que sea muy difícil elegir los primeros platos, ¿no te parece, Horacio? Todo tiene marisco, embutido o queso curado — comentó la omega.

—Yo normalmente acabo tomando sopa, y odio la sopa — confesó Horacio en tono de tristeza.

Se hizo un incómodo silencio.

—La sopa es un tema terrible. Mata todas las conversaciones —dijo Dex — Debería estar prohibido hablar de sopa o de muerte durante las comidas.

Natasha miró fijamente a Dex antes de dirigirse al moreno para plantearle una pregunta.

—Dime, Horacio. ¿Piensas darle el pecho o el biberón?

—Se me olvidó añadir la lactancia… —murmuró Dex.

—La verdad es que no lo sé todavía. Depende de lo que prefiera el bebé, supongo. —dijo Horacio, dándole un puntapié a su novio por debajo de la mesa.

—Nosotros lo hemos hablado, ¿verdad, Viktor? Y hemos decidido que aunque yo prefiero darles el pecho, con dos bebés puede resultar agotador, de modo que me he comprado un sacaleches. He comprado uno electrónico de alta gama. Al parecer, es cansado extraer la leche.

Dexter reaccionó enseguida. —¿Sacaleches? ¿Quieres decir que hay un aparato para ordeñar los pechos?

—Sí, claro —respondió Natasha— Ahora se han hecho muy populares.

—Pero ¿cómo funcionan?

—Bueno, hay una parte que se acopla al pecho, y funciona con un motor. La copa succiona del pezón, igual que la boca del bebé — comentó la omega — Es higiénico, porque todos los componentes se pueden esterilizar.

Dex tenía una expresión de disgusto. — Oh, no dudo que sea higiénico. Lo que me revuelve el estómago es pensar en que se conecten a una máquina de ordeñar. Es un poco raro…, ¿no les parece?

Nadie respondió.

—Venga, no me miren así. A los hombres nos cuesta aceptarlo. Estamos programados para fantasear con el cuerpo de nuestras parejas, ¿verdad, Volkov? Desde muy jóvenes nuestro sueño es ver un cuerpo desnudo de verdad, y ya no digamos tocarlo. Luego con los años nos vamos familiarizando, y de repente, justo cuando piensas que ya está, ¡zas! resulta que tienes que olvidarte de todo porque te ves sustituido por un bebé, que no tiene ni idea de lo afortunado que es, o peor aún, por una maldita máquina. Y será la máquina la que podrá tocar el pecho de tu pareja, no tú.

Viktor, Horacio y Natasha miraban estupefactos a Dex.

—La ensalada estaba riquísima, Natasha. ¿Qué te parece si pasamos al segundo plato? —dijo por fin Horacio, deseoso de terminar la velada cuanto antes.

La mujer se levantó inmediatamente. — Por supuesto. Viktor, ayúdame a retirar los platos.

En cuanto sus anfitriones se metieron en la cocina, Horacio se dirigió al alfa.

—Deberías aflojar un poco, Dex.

—¿Por qué? ¿Qué he dicho?

—Esta historia sobre cuerpos desnudos y la fantasía incumplida no creo que resultara muy apropiada.

NADIE HACE EL AMOR LOS MARTES - Volkacio/ DexacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora