Zack
¿Estaba en frente mío o eran alucinaciones mías? Me separé del beso y me pellizque.
— No estás soñando bobo — tenía razón, no estaba soñando. La volví a besar cogiéndola, ella era mucho más baja que yo y desde esa altura podía ver todos sus lunares, sus preciosos lunares.
— Estas aquí Luna, no me lo creo — dije apreciando sus lunares.
— ¿El engreído se preocupa por mí? No me lo creo pero lo que menos me creo es que me llames Luna en vez de lunares — se reía, como extrañaba su risa.
— Lunares... — dije abrazándola.
La solté y ella me dio un beso para abrir la puerta y con nuestras manos entrelazadas entramos a su apartamento. Su apartamento era flipante, ella me hacía una guía por todas las habitaciones y yo miraba maravillado, entramos a su habitación de cuándo era pequeña y me paré delante de la cuna.
— Luna... —
— Me gusta más lunares — ignoré lo que dijo con una sonrisa pícara y continué hablando.
— Sé lo de tu madre — ella bajo la cabeza y me sonrió tristemente.
— ¿Cómo...? —
— Te echaba de menos así que pase mucho tiempo en tu habitación, me encanta tu cama es mas cómoda que la mía — dije abrazándola. Hubo un silencio bastante necesario mientras ella descansaba su cabeza en mi hombro, al rato se movió buscando algo en los cajones.
— Toma, léela, es un poco de mi intimidad que nunca dejo escapar pero como tu me dejaste ver tu portátil... te la debía — dijo dándome una carta. Leí un poco y supe que no debía continuar.
— Lunares, yo... es muy personal no... —
— Por favor necesito desahogarme, léela —
Seguí leyendo en silencio mientras ella estaba sentada sobre mi regazo descansando su cabeza sobre mi hombro, yo de vez en cuando depositaba algún que otro beso en su cabeza y continuaba leyendo. Al terminar mi corazón estaba roto, no sabía quien era esa mujer pero sus palabras eran tan sinceras, supe lo mal que lo tenía que haber pasado mi lunares y dejé que algunas lágrimas deslizaran por mis mejillas. Miré para Luna y se había quedado dormida, verla dormir me relajaba y me recosté sobre esa mecedora, al sentir que me quedaba dormido cogí a Luna para llevarla a una cama.
— Zack... —
— Shhhh, ya vamos a dormir —
— Eres como un peluche —
Me reí y la acosté en la gran cama que había en una habitación muy cerca de la otra, le quité las zapatillas y la tapé con una manta, cuando me di la vuelta para irme ella habló.
— Zack, no te vayas — me inmovilizó sus palabras, me viré y la vi dormida.
— Nunca me iré lunares — y me acosté a su lado abrazándola con solo un brazo.
Un rato después el molesto móvil me despertó, era una videollamada de Jess, ¿que hora era? Las tres de la mañana, salí de la habitación para no despertar a Luna y cogí la videollamada.
— Yujuuuu, hola Zack — se notaba lo borracha que iba.
— ¿Dónde coño estás? —
— No te voy a decir, no me quieres. Seguro ya te habrás ido con otra —
— Jess... ya sabes... —
— Lo sé por eso déjame vivir, tengo que olvidarte —
Veía sus lágrimas caer en sus mejillas mientras sonreía cómo una niña pequeña, me dolió verla así. Jess tiró su móvil al piso y yo solo pude oir como vomitaba mientras su amiga cogía su móvil.
— Lo siento Zack, es muy tarde lo sé —
— ¿Dónde están? —
— Delante de la discoteca Ibiza Nightclub —
— Ya voy —
Colgué y volví con Luna la cual estaba dormida con Bimba en su regazo, sonreí al verlas y me fui, bajé en el ascensor, nunca volvería a tocar esas escaleras. Me acerqué rápidamente a mi coche que estaba cerca de allí, conduje por las calles vacías mientras miraba mi alrededor, no quería que Jess estuviera así por mi culpa pero desde nuestro inicio habíamos acordado que no nos enamoraríamos, quería mucho a Jess pero mis sentimientos no iban mas allá, era difícil mantener ese tipo de relación y más cuando una parte se enamora. Llegué a mi destino y su amiga la sujetaba abrazándola.
— ¿Qué ha bebido? — dije subiéndola al coche mientras se quejaba.
— También ha consumido, la detuvimos pero igual lo hizo —
— Bueno, gracias por avisarme, adiós estará bien — me iba a ir cuando ella habló.
— Zack... sé sincero con ella —
— Lo haré —
Subí al coche y supe desde es momento que el trayecto a casa iba a ser muy difícil. Íbamos en silencio los primeros cinco minutos pero ella se atrevió a hablar.
— Siempre supe que después de todo el daño estarías siempre para mí —
— Jess... lo siento... acordamos esto pero nunca supe tus sentimientos —
— Mi pensamiento es que un día cualquiera, no sé cómo ni por qué pero que por fin me necesites —
— Jess no sabía lo que sentías —
— Zack nunca lo admití porque sabía que pasaría esto —
— Jess... debiste ser sincera —
— No, sé que no habrá ''nosotros'' aunque duela ya lo acepté —
— Pudo haber pero ya no. Jess te quiero muchísimo y siempre te querré, eres la primera chica pero no sé mis sentimientos, sé que duele y me duele mucho a mi pero necesito pensar, no quiero hacerte falsas ilusiones —
— Ya lo has hecho... — notaba la frialdad en sus palabras y se me erizó la piel.
Después de sus últimas palabras hubo un silencio necesario, ella no despegaba su mirada de la ventana y yo solo conduje esperando la hora de volver con lunares. Cuando llegamos la cogí al burro y abrí la puerta entrando a su casa.
— Zack... bésame aunque sea la última vez...—
— Jess no, no puedo —
Ella tapó su cara con sus manos y la dejé en la cama.
— Que no esté contigo, no significa que no seas el amor de mi vida — dije y me fui lo más rápido que pude mientras la oía llorar.
En el camino de vuelta me sentía muy culpable, ¿por qué la cagaba siempre? Jess era la única que me había apoyado siempre y luego de esto la cosa no va a ser como siempre, ¿por qué solo no accedí y empecé una estúpida relación con ella? Me recosté en mi volante mientras en mi cabeza pasaban recuerdos con Jess, éramos dos críos sin saber cómo amar.
Llegué a los apartamentos y, antes de subir al de Luna, recorrí los pasillos llenos de libros para intentar leer algo y así poder calmarme. La lectura siempre fue y será mi lugar seguro, adentrarte en las poesías y sentirlas como si las hubieras escrito tú, en la escuela se burlaban de mi por ser chico y leer poesía pero a mi no me importaba, leer era lo único que necesitaba, recuerdo estar en los recreos solo con un buen libro de poesía mientras mis compañeros jugaban a fútbol.
Fui a coger un libro para leer el título pero observé una puerta escondida entre las estanterías, entré sin pensármelo dos veces y descubrí una especie de cine, tenía bastante sillones de color bechamel y una gran pantalla. Me acerqué a el reproductor y le sacudí el polvo, era de un color gris oscuro y a pesar de llevar un buen tiempo allí se conservaba bastante bien, cogí una cinta y la coloqué con todo el cuidado del mundo, de ella salió una película en blanco y negro, observé la película pasar mientras admiraba el lugar, era bastante antiguo pero muy bonito y desde ese momento supe para que usarlo.
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La llave de tu puerta
RomanceCuando acepté esa escapada no sabía que mi vida daría un auténtico giro de 180 grados. No supe a ciencia cierta lo que mi amiga quiso decir cuando dijo que este iba a ser nuestro viaje... Esta historia narra el viaje que cambió mi vida, ¿quieres des...