-Capitulo 13: El almuerzo desastroso-

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Luna

— Luna — dijo alguien tras mi puerta. Abrí la puerta y allí estaba Erick mirándome de arriba a abajo.

— Ehh, hola Erick, ¿cómo sabes que estoy aquí? — lo observé fijamente hasta que habló.

— Vivo aquí en un piso más abajo — dijo sonriéndome. — Te vi en el pasillo con tu padre así que decidí venir a saludar — ¿como mierda sabia que era mi padre? Me quedé callada y como si leyera mi mente respondió a mi pregunta.

— Llevo viviendo toda la vida aquí, mi madre conoció a la tuya, eran grandes amigas, lo siento sé lo que le pasó —

— Tranquilo ya harán 18 años, no la conocí — dije yo esforzándome a darle mi mejor sonrisa.

Hubo un silencio incómodo y lo invité a pasar.

— Lo siento si tu novio se molestó el otro día en la fiesta, solo quería conocer a alguien nuevo, la mitad de los que habían me caen mal — dijo él quedándose en su mismo sitio.

Joder Zack, había estado sin pensar en él mucho tiempo, había que admitir que extrañaba su presencia.

— Zack no es mi novio y si lo fuera no le importaría que hablara con nadie, puedo hacer lo que quiera — dije cruzándome de brazos.

— Uhh tiene carácter la niña — no pude evitar reírme — bueno así que estas soltera, ¿no? —

— Sé a donde vas bonito y sí estoy soltera —

Él se río, tenía una bonita risa pero no era ronca como la de Zack, Luna para.

— Bueno a lo que venia, hoy hay una especie de almuerzo en el comedor por si quieres venir, es de etiqueta —

— Oh vale, iré —

— Ahora vengo a buscarte, mmm... te doy 15 minutos — luego de decir eso se marchó.

Corrí escaleras arriba y abrí el armario de mi madre, no quería mover nada de lugar pero no tenía nada de ropa. Ví en una percha un vestido negro con detalles blancos y debajo de el unos tacones, me lo probé y me quedaba a la perfección, me calcé los zapatos y me maquillé un poco, no era una experta pero no me quedó tan mal. Oí el timbre sonar y bajé corriendo intentando no caerme con los tacones, acaricié a Bimba y abrí la puerta.

Estaba con un esmoquin azul y unos zapatos marrones, se veía bastante bien y el traje le sentaba de maravilla, su pelo negro estaba bien peinado dejándome ver su tatuaje detrás de su oreja.

— Te iba a preguntar que si estabas listas pero veo que estás más que lista — sonreí y tomamos el ascensor para llegar a la comida.

Bajamos al gran comedor y ante nuestra presencia todo el mundo se levanto de sus asientos, me sentí un poco rara al ver toda la gente acercárseme y hablarme de mi madre, miré a mi alrededor esperando ver una salida pero para mi sorpresa no había nada. Esforcé mi mejor sonrisa y caminé hasta la mesa más alejada de todas, había perdido a Erick de vista pero yo continué mi camino. Me senté y un camarero muy amable me pregunto qué tomaría, le pedí que se marchara y busqué a Cathy con la mirada cuando se me acercó una señora de 50 años acompañada de Erick.

— Hola bonita, soy la madre de Erick me llamo Regina, era muy amiga de tu madre — dijo mientras me tendía su mano para que la estrechara.

— Hola — dije yo un poco cortante mientras le estrechaba la mano — si me disculpas... — y me fui de allí.

Era demasiado, no quería esa fiesta y mucho menos que me hablaran de mi madre años después y más con lo que había visto ayer. Me fui hacía la salida y el fuerte viento estampó mi pecho, no tenía abrigo así que me abracé para calmar el frío, unos brazos tocaron mis hombros y de lo nerviosa que estaba le pegué con mi bolso, al darme la vuelta vi a Erick con una mano en su mejilla.

La llave de tu puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora