La llave de tu puerta

-Capítulo 46: Back to the 80s-

Zack

El atardecer de colores magentas y lilas se posaba sobre nosotros. Millones de adolescentes sacaban sus móviles para sacar foto pero, mi atención se la llevaba Luna. Posaba en el mar tan segura de sí misma que, me dio vergüenza no saber posar así. Llevaba el modelaje en las venas y se veía hermosa mientras intentaba colocar su boca en la sonrisa más brillante de todas. No porque fuese mi novia, bueno que también, era hermosa y si no lo sabía se lo recordaría aunque fuese lo último que hiciese vivo. Los chicos intentaban hablarme con todas sus ganas pero, no es que prestase atención del todo.

— Vamos a ver. ¡Embobado! — gritaba Louis haciendo que las chicas se despistasen.
— ¿Es a mi? —
— Claro Zack. Estás que te comes con la mirada a tu novia — decía Jose haciendo lo mismo que yo pero prestando más atención.
— Normal —
— ¿Qué has dicho? — dije empezando a mosquearme.
— Es broma amigo —
— Eso espero o si no... — hice una señal para que supiese que estaría muerto y tragó seco.
— ¡Qué puta pasada! — soltó Jose de repente.
— ¿Qué Zack me mate es una pasada? Se nota lo mucho que me quieren aquí — dijo sollozando de forma falsa.
— No. No. Nada de eso. La fiesta de salvar el planeta y no sé qué rollos. Van a ver una mítica película en la playa con ropa de la época. Un back to the 80s en toda regla —
— ¿Un qué? — preguntaba Louis sin entender absolutamente nada.
— Básicamente tenemos que ir vestidos como en esa época — dije yo imaginado las maravillosas películas que había en la época.
— Yo no tengo nada de esa ropa — Luna vino enseguida y se abrazó a mi espalda.
— ¿Qué hablan? — dijo sentándose a mi lado.
— Una fiesta. Veremos una peli mítica y nos disfrazaremos de los años 80 — dijo Jose con su tono tan característico.
— No vamos a ir, no tenemos ropa — Louis intentó quejarse pero su novia ya tenía todo pensado.
— Bueno. Puede que conozca a alguien que tenga una tienda de disfraces —
— ¡Vamos sin dudarlo! — dijo mi prima.
— Pero... — Louis intentó protestar.
— Nada de peros, vamos y punto — dijeron las tres chicas.

Nos cambiamos rápidamente y corrimos hacia el coche de camino al amigo de la loca de Marta. Me sentía lleno y sabía que ver una buena película de la época era el mejor plan.

— ¿Has visto alguna? —
— ¡Auch Jose! — se quejaba Louis. Nadie me dejaba concentrarme en mi conversación con Luna.
— ¿De qué? —
— Películas —
— Bueno... de esa época no —
— ¿Cómo es posible? —
— Mi padre y yo no es que fuésemos los más cercanos, y Cathy odiaba el cine —
— Necesitas ver esta peli sí o sí — dije acelerando aún más y acercándome a la ¨tiendita de disfraces Luka¨.

— Aquí es. Vamos — nos bajamos del coche y la seguimos muy de cerca. Se paró frente a la puerta y como si la observasen esta se abrió haciendo que todos saltásemos. Era un barrio de bastante mala pinta y estábamos cagados.
— Me estoy pensando si continuar o no nuestra relación —
— Mis amigos son majisimos. Venga dejen de llorar y vamos — esforzamos una sonrisa miedica y caminamos hasta el fondo del local. Un tipo alto, delgaducho y con el pelo teñido de morado salió de unos maceteros —. Hola amiguito —
— Marta — dijo acercándose —. Ni te reconocí —
— Me debes un favor —
— Te escucho — cambió totalmente su semblante y se convirtió en el mejor amigo del mundo.
— Necesito unos disfraces inspirados en los años 80 —
— Aquí tenemos los mejores disfraces —
— Lo sé. Por eso estoy aquí —
— Años 80, déjame mirar — dijo dando vueltas sobre sí mirando todos sus estantes de cajas —. Tienes que estar por aquí — dijo cogiendo una gran caja —. ¡Aquí! — nos puso una caja delante de nuestras narices y comenzamos a sacar preciosos trajes.
— Son muy bonitos — esbozó Luna.
— Como tú preciosa — dijo el tal Luka ese.
— Ey, llegas tarde. Ya tiene dueño —
— Y yo soy gay —
— Toma zasca — dijeron Marta y Alexa en bajo mirando los vestidos.

Al rato nos fuimos, ya vestidos y maquillados de la mejor forma, pero con mucho dinero debiéndole. Maldito Luka. Nos sentamos en el coche y volvimos a oír las millones de quejas. Rápidamente llegamos al sitio y el olor a palomitas inundó mis sentidos.

— ¡Palomitas! — corrieron las tres chicas a la zona de palomitas mientras nosotros sacábamos unas raras pulseras que decían ¨Grease¨, esa sería la película y no podía estar más emocionado.
— ¿Preparada para ver una de las mejores películas del mundo? — dije otorgándole una pulsera.
— Preparadísima —dijo intentando agarrarla ya que tenía un millón de cosas en la manos.
— Estas preciosa. Como siempre — llevaba una falda larga de lunares violetas. El pelo recogido en un moño muy típico de la época. Una camisa blanca de botones remangada dentro de su falda y unos bonitos zapatos de color negro.
— Tú tampoco te escapas — llevaba una chaqueta de cuero negra y unos pantalones de pitillo de cuero también. El pelo había más vaselina que en un tarro mismo.
— Pero estoy harto de la vaselina —
— Deberías peinarte más veces así. Te favorece mucho —
— Si tú lo dices, sí — agarré sus caderas y entramos. Todos disfrazados de la época me hizo llenarme de alegría. Había millones de pufs en el suelo y algunos coches allí para ver la peli. Alquilamos tres grandes pufs azules y nos sentamos allí con toda la comida. La gente bailaba a lo lejos y ellas no evitaron ir a bailar. Nosotros nos quedamos sentados pensando que teníamos que estar allí guardando el asiento. Sonaban canciones antiguas, cada vez que cambiaban alguna y Luna la conocía, pegaba un chillido y bailaba más. Miraba maravillado la escena hasta que tres chicos se acercaron con otras intenciones.

— Yo lo mato — dijo Louis.
— Tranquilo fiera. Dejálas que ellas saben arreglárselas — dije yo comiendo palomitas
— Empieza la peli — dijo Jose detrás nuestra. En el otro lado, con las chicas había empezado la escena y oí en mi mente ¨Luz, cámara, acción¨.

— ¿Quién eres? — esbozó Alexa.
— Tú eres un ángel caído del cielo — dijo el chico.
— Puag, ¡aléjate asqueroso! — el chico la miró anonadado y se alejó por donde había venido.
— Hola preciosa — dijo otro acercándose a Luna. Sentí como si me hirviera la sangre pero, sabía que ella lo mandaría a paseo.
— ¿Ves ese? — dijo Luna señalándome —. Es un jugador de lucha libre bastante fuerte y es mi novio. Si no quieres morir hoy, márchate. Porque te juro que me molestas más y lo llamo — él chico se alejó miedoso y Luna me echó una sonrisa.
A Marta ninguno se le acercó, ya que las miradas que les echaba eran bastante letales y se alejaban sin decir mi pío.
— ¿Qué les dije? — sin darme cuenta la peli había comenzado. Ellas corrieron con nosotros y Luna se acurrucó en mis brazos.

— Bienvenida al mundo de Grease — sonrió y se concentró en la película como yo.