-Capítulo 28: Reencuentros-

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Luna

— Guau no me esperaba esto — dijo mi amigo acercándose a nosotros.
— No puede vivir sin mí — aclaré yo colocando mi cabeza en su pecho donde pude sentir su corazón qué latía como un loco.
— Luni por fin pueden verse, tú no sabes lo loca que me ha vuelto — aparté mi cabeza de su pecho y ahí estaba Alexa con el aire en la cara dejándole ver sus preciosos ojos marrones iguales a los de mi Zack. El que no estaba muy contento con su llegada era James, no podía mirarla a la cara y me acerqué a él susurrándole que lo intentase.
— ¿Podemos hablar? — dijo James con lágrimas.
— Eh Jamy, ¿qué pasa? — dijo Alexa y se apartaron con la misma.
— Qué raro — dijo Zack haciendo que mi atención fuera únicamente suya. No le contesté, en cambio, tomé su mentón y volví a besarle —. Luna, extrañaba tanto tus besos — le abracé como si fuera a marcharse otra vez.
— ¿Qué hacemos aquí Zack? —
— Lo sabrás más tarde, vámonos —
— ¿Y ellos? — cuando observé a mi alrededor ya no había nadie. Agarré su mano y me indicó el camino.

Unas grandes puertas de una mansión aparecieron tras mis ojos, miré a Zack con la boca abierta y él sonrió abriendo estas. Entramos y un gran salón al estilo griego se encontró tras nuestros ojos, unas flores de forma lunar se encontraban en el centro de una mesa, me acerqué rápidamente a ellas y las olí. Zack siguió enseñándome la casa y terminamos en el patio, una gran piscina con vistas a las cúpulas azules llamó mi atención.
— No Zack esto es demasiado y encima sin motivo, dime que hacemos aquí en Grecia —
— Miré tu portátil y vi las fotos de Grecia, quería hacerte una sorpresa con motivo pero espera un poco —
— Llevo esperando dos días, creo que lo merezco ya — él agarró mis manos nervioso y tragó fuerte.
— Lunares estoy enamorado de ti desde que te vi cuando te curé aquella gran herida — mi cabeza me transportó rápidamente al momento exacto.
* Corría en casa de mi amiga persiguiendo a mi perrita y me caí provocando una gran herida en mi rodilla. Bimba corrió preocupada y me lamió cerca de la herida.
— Para, duele — ella paró y me miró tristemente —. No es tu culpa, soy una patosa — de la nada miré como un chico guapísimo, a pesar de tener trece años, se acercaba a mi.
— ¿Estás bien? — señalé mi rodilla y él sin problema me agarró entre mis brazos llevándome escaleras arriba.
— ¿Qué, qué buscas? —
— Voy a curarte esa herida —
— ¿No eres muy pequeño doctor? —
— Sé lo que hago paciente — me reí y él agarró mi rodilla estirándola —. Cuéntame algo más sobre usted —
— Que doctor tan intrigado —
— Me preocupo por la vida de mis pacientes — sonreí y le conté un poco de mi vida mientras observaba como no podía parar de mirar mis grandes ojos azules. Nos fuimos acercando lentamente y oí un gran grito abajo.
— Bueno eso es todo, me tengo que ir — miré esos grandes ojos marrones y empezó a correr.
— ¿Cómo te llamas doctor? — grité pero no hubo respuesta. ¿Quién sería ese chico tan guapo que me había salvado? *

— Doctor...— él me agarraba las manos tan fuerte que reaccioné rápidamente. — Eras tú —
— Te llevó buscando una vida Luna — lo abracé dejando lágrimas en su hombro y él también sollozó —. Desde ese momento no puedo parar de pensar en ti, eras como un imán. Me di cuenta que eras tú un día que hablabas del doctor que te había salvado la vida de pequeña con Alexa — no podía hablar, no salía del asombro y él continuó —. Lunares, eres la salvación de mi vida. Me has impulsado a venir a Grecia y hace unas semanas estaba en cama sin saber si volvería a verte, ¿sabes lo que es eso? Pero aquí no estamos para recordar, estamos para empezar algo nuevo. Llevo tiempo pensando en cómo decir esto pero ahora que estás en frente no sé cómo gesticular las palabras. Quiero compartir cada momento de mi vida contigo y que nos hagamos viejos de la mano, sé que es lo típico que se dice en estos casos pero es lo único que sé decir — agarró un papel de su bolsillo y empezó a leer —.  Me encanta tu sonrisa
tus gestos al hablar
tu dulzura y simpatía
me hicieron temblar.
Me vuelvo loco al verte siempre
y no lo puedo evitar
como poderte explicar
lo hermoso que es querer.
Mis palabras se hacen agua
cuando te quiero hablar
por eso escribo este verso
para poderme expresar.
Quisiera que me permitas
junto a tu lado estar,
recorrer contigo el camino
y poderte amar. —
— Zack, no sé a qué te refieres —
— Lo digo ya. ¿Quieres ser mi novia Luna Smith? — lo miré con ojos llorosos y asentí abrazándolo. De la nada sin esperarlo, millones de petardos aparecieron en el cielo y nos separamos. Tomó mi cuello y me besó sin detenimiento pero sin prisa, era un beso despacio y nuestras lenguas se encontraron como si llevaran meses buscándose. Me separé de él y nos miramos fijamente.
— Te amo lunares — no supe reaccionar —. Nunca he dicho esto, es raro decirlo pero se siente tan bien cuando va acompañado de tu nombre —
— Te amo engreído — soltó todo lo que tenía en sus manos y me cogió estampándome en el suelo. Besó mi cuello rápidamente formando millones de gemidos conjuntos. Agarró mi mano sin parar y con mi mano desabrochó su pantalón. Bajé su bóxer y sin pensarlo metió su mano en mi intimidad mientras yo tocaba su intimidad. Íbamos despacio tocándonos pero igualmente teníamos millones de gemidos que no se nos ocurrió callar, yo gritaba su nombre y él solo gruñía. No pudo aguantar y me desnudó de un solo movimiento, me acostó sobre el suelo lentamente y se subió encima mío, se quitó la camiseta tirándola a su lado, se colocó un preservativo y buscó mi aprobación.
— Lo necesito como el aire para respirar — dije yo con voz entrecortada y sin pensarlo ya estaba dentro mío. Iba despacio pero me encorvé y con eso aumentó el ritmo. Aparté mis ojos de los suyos y miré las cúpulas a mi alrededor y el sitio en el que estábamos, estábamos haciendo el amor en Grecia pero lo más flipante era que yo era su chica por fin. Llegamos al orgasmo y cuando terminamos me acosté sobre su pecho aún desnudos sintiendo piel contra piel, miramos la luna que estaba llena y, a pesar de que fuera de noche, hacía un calor abrazador.
— Gracias por ser tú la primera novia de este chico —
— ¿Qué chico?, ¿el que me vuelve loca solo con pronunciar lunares? — me volvió a besar y yo acaricié su pelo mientras seguíamos mirando el cielo.
La noche era perfecta, el lugar también pero la compañía aún más. Éramos la perfecta descripción de él indicado pero el momento erróneo, miré a Zack que no podía parar de mirarme y fui más feliz que nunca, le abracé y sollocé en su pecho. Era el día perfecto, el 14 de julio que siempre me recordaré.

La llave de tu puertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora