Capítulo II

402 61 38
                                    

La tan esperada respuesta del juez llegó y Gulf agradeció a todas las deidades que la carta de su abogado defensor llegó cuando el señor Turtapak, director de la cárcel, estaba incapacitado en casa debido al virus que afectaba al 60% de la población de la capital, verificó cual fue el dictamen del juez con mucho miedo pero con un rastro de esperanza. Las lágrimas empezaron a rodar por sus ojos cuando leyó en letra negrita - El alto tribunal ha decidido otorgar la libertad bajo palabra al señor Gulf Kanawut- 

No solía dejar que los demás presos lo vieran llorar para que no se aprovecharan de un momento de debilidad para abusar de él, pero no lo pudo evitar, lloró en silencio, recogió sus cosas y se preparó, a los pocos minutos llegó el jefe de los guardias con una sonrisa malévola en su rostro

 - "Kanawut es una lástima que no haya podido probarte antes que te fueras, pensaba aprovechar la ausencia del jefe para pedirte en alquiler, en la próxima ocasión será, sal que te largas de aquí" - 

Aquellas palabras significaban volver a vivir, tomó la bolsa de tela donde guardaba sus pocas pertenencias: 3  cambios de ropa que le compró el propio señor Turtapak para cumplir con sus fetiches, 2 libros sobre Derecho Internacional Humanitario y su diploma de Comunicador Audiovisual que había podido enmarcar gracias a su trabajo ocasional en el taller de la cárcel.

Los pasillos se hacían eternos, debido a la ansiedad de Gulf por salir de ese lugar, afuera nadie lo esperaba pero era insoportable otro día en medio de tanta violencia, hambre y soledad. Mientras iba acercándose a la puerta el guardia de seguridad hizo un desvío a una pequeña oficina que estaba al salir del segundo patio. Un escritorio, una silla y un ventilador era todo lo que ahí había. Un hombre de unos 35 años, rostro sombrío y apariencia de pocos amigos se puso de pie para recibir al prisionero 

- Quítale las esposas – Le ordenó al guardia que obedeció inmediatamente, fue la primera vez que Gulf vio rastros de miedo en el rostro del monstruo que era ese funcionario, así que le causó mucha curiosidad saber qué tan malo puede ser un "civil" como para que el bastardo de Pupha Charnobil sintiera miedo.

El uniformado liberó las manos de Gulf y se apresuró a entrar a los pasillos de la cárcel nuevamente. 

– Siéntate, debo dejar claras las condiciones de tu libertad antes de que te vayas de aquí – inquirió el extraño sacando a Gulf de sus pensamientos.

-Mi nombre es Mew Suppasit, seré tu sombra a partir de ahora y hasta que cumplas lo que te queda de condena. Los próximos 6 meses tendrás que rendirme cuentas de todo lo que hagas, y deberás cumplir con ciertos requisitos para poder disfrutando del mismo aire que gozamos los ciudadanos de bien-

El Teniente Suppasit era un hombre que rodeaba los 35 años, de apariencia muy elegante para ser policía, tenía un rostro hermoso (pensó Gulf para sí antes que lo tratara indirectamente como basura), había trabajado con ex – convictos desde hace 2 años, degradado a éste puesto por haberse involucrado en un caso en el que estaba salpicado uno de sus superiores, odiaba tener que tratar con los expresidiarios, siempre llegaba a la misma conclusión: son  escoria inservible que nunca iban a ser ciudadanos respetables.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Soy LibreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora