Capítulo 67

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Vaho fue lo que salió de su boca cuando escuchó aquello, el frío y el terror haciendo la peor combinación, pues en el fondo de su corazón sentía que esto iba a ocurrir así, si es que su propia enfermedad no terminaba matándola antes de que Aaron las encontrara. Lo que veía en los ojos de Kate no le gustó para nada, pues había mucho miedo oculto tras sus pupilas, dicen que son una ventana al alma y era cierto, estaba así. Miró la mano de Kate y la sostuvo con firmeza, con esa misma convicción la observó directamente a los ojos para que comprendiera cada una de sus palabras.

Yelena: Yo también creo que vamos a morir, lo sabía desde el día en que decidí amarla con toda mi alma, señora Kate. –La inglesa lloraba en silencio, llena de impotencia y temor- Pero no quiero que sea hoy, voy a luchar lo que sea necesario por alargar esto. Serán sólo unos días, tal vez. Sólo quiero amarla en esta tierra un tiempo más.

Kate: ¿Arrancando? ¿Ocultándonos? ¿Por cuánto tiempo quiere frenar lo inevitable?

Yelena: Nos van a encontrar, yo lo sé, sólo quiero grabar en mi alma el placer de amarla y necesito unos días más. Sé que no es vida lo que tendremos, pero en nuestra mente y cuerpo grabemos memorias, sólo serán unos días hasta que mi cuerpo mismo, el señor Aaron y el señor Edward, mermen nuestra vida.

Kate asintió entre lágrimas y sin tener el coraje para levantar la vista hacia los cuerpos de los Kolgers, se volteó hacia el carruaje donde iba a emprender el escape de su vida, un escape parecido al de un ratón tratando de huir de un gato dentro de una habitación, un escape con un final escrito desde antes.

Yelena March en vez de cubrirse el rostro lo dejó libre, como nunca, la gente la reconocía más con la cara cubierta que sin el paño, así que era mejor estar sin el. Con las manos temblando sostuvo las riendas de los caballos y emprendió viaje sin un rumbo fijo, escapar del condado de Devonshire era su propósito, pero no sabía por dónde, sólo quería tener un pequeño espacio para darle rienda suelta a su amor por un ángel como Kate Dickinson antes de que llegasen por ellas.

Dentro del carruaje, la muchacha cerró los ojos al presionar un pequeño saquito de seda que contenía monedas de oro, le alcanzaría para sobrevivir lo justo y necesario, quería armar planes para ello, pero en este momento apenas le daba el tiempo para pensar sobre otra cosa que no fuese el asesinato de los Kolgers y toda la bomba que estaba a punto de estallar, pues nadie iba a quitarle de la cabeza que fue Edward el que estaba actuando por venganza.

...............

Horas antes.

La señora Doris barría su casa con cuidado porque no le gustaba que estuviese sucia, podía ser pequeña y de madera poco convencional, pero era su hogar y estaba feliz con ello. Robbie, el pequeño, estaba sentado al lado de una silla, abrazando un muñeco hecho de género, tenía frío y el contacto con este le daba un poco del calor que quería.

El ambiente se respiraba lleno de cariño, la falta de ciertas cosas, la humildad de la decoración no era importante para que fuesen totalmente felices. Alban llegó por la puerta trasera de la casa con un pato muerto entre sus manos, había ido de caza con unos vecinos por los montes cercanos y su tiro le dio al ave certeramente, no era una práctica que hicieran con maldad, sólo era parte de la cultura.

Entre el amor y el tiempo | Kate & Yelena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora