Viernes 17 de octubre 2014, al otro día, Exeter, Inglaterra.
Con la solemnidad que la caracterizaba, Kate comía su desayuno. Estaba en el casino del hotel donde se apreciaba una variedad infinita de deliciosos aperitivos para el desayuno, a los costados en unas mesas con manteles de lino blanco. Estaba sola y se sentía cómoda así, el resto del equipo salió temprano en la mañana para ir a Dunsford y ver en terreno lo que se estaba haciendo para conseguir el permiso legal de grabaciones en los distintos campos y paisajes idílicos que tenían allí.
¿Por qué no estaba ella en el viaje? Había despertado con náuseas y dolor de cabeza, la impresión de haberse encontrado en la mansión de los Dickinson, le había afectado más de la cuenta, pero mucho más el haber tocado con sus propias manos la fuente por la cual había viajado 300 años atrás, para llegar hasta el presente.
Sus ojos estaban fijos en la taza de café que humeaba un vapor tan delicioso como su sabor, las palabras de Yelena daban vuelta su cabeza, junto a la imagen de un reloj que daba vueltas en reversa. No le quedaba mucho tiempo, estaba claro, y por eso debía aprovecharlo, aunque era difícil, sí, porque no había llegado con un manual de instrucciones sobre lo que debía hacer, ni Sounya le diría las cosas que se vendrían, mucho menos cuando y donde debía actuar para que la misión fuese cumplida.
¿Estaba enamorada de Yelena Belova? Antes de responderse a sí misma y su complicado corazón, una mano caliente presionó su hombro derecho. No fue necesario voltearse para saber quién era, el sólo tacto y sola presencia era reconocible incluso a metros de distancia. Todos los vellos de su nuca se le erizaron en respuesta, una corriente eléctrica viajó por todo su cuerpo hasta la punta del último dedo de su pie derecho.
Unos labios besaron suave y castamente su nuca, tuvo el enorme deseo de gemir en respuesta, pero se contuvo apretando las manos para no llamar la atención de los otros turistas.
Yelena: Buenos días, Kate. –Susurró antes de rodear la mesa y sentarse frente a ella. Las mejillas de la morena se sonrojaron porque la mujer que la había besado, además de lucir increíble, parecía haber cambiado algo en su rostro. ¿Sería comprensión?- Casualmente me quedé dormida cuando mi madre me contó que te sentías mal. ¿Estás mejor?
Kate: Después de haber comido, sí, gracias por preguntar, señorita Belova.
Yelena: -sonrió con los labios sellados, la intensidad de su mirada mataba a cualquiera- Quiero que hablemos como adultas, Kate, que seamos sinceras, porque nada saldrá de ambas si así lo deseamos. –La mesa era pequeña y personal, por eso al estirar su mano pudo acariciar los nudillos de la morena- Mírame a los ojos, preciosa, necesito hablar mirándote fijamente.
Kate: Es difícil. –Susurró, pero aun contra toda la vergüenza, le hizo caso, ambas estaban cara a cara disfrutando de sus reacciones- Tenga cuidado, la gente puede vernos y tomar fotografías.
Yelena: No lo harán, hay guardaespaldas vigilando a cada persona desde una esquina de forma disimulada, todos son observados. –Le guiñó el ojo. Aun con esa confesión, a pesar de que sonara malvada, le había gustado- Pido perdón por lo de ayer, pero no voy a pedir perdón por decir que me interesas, Kate y que no quiero que cuando la memoria regrese a ti, tú te alejes de mí. Necesito saber si es el coreano el que te está influenciando, si gracias a él estás recuperando tu memoria y te estás dando cuenta de cómo sucedieron las cosas.
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Entre el amor y el tiempo | Kate & Yelena
Romance1683 Kate Dickinson, Hija de el segundo duque de Devonshine Edward Dickinson, un respetado ombre que abusaba de su hija en la oscuridad de su casa hasta que esta desaparece sin dejar rastro. 2014 Yelena Belova modelo codiciada, egocé...