¿La seguiría? ¿Confiaría en ella y se resguardaría entre sus brazos? Dudas asaltaban su cabeza, porque si lo que había dicho era cierto y podría hacerlo, ¿sólo hablaba desde su perspectiva como Yelena Belova o su vida pasada como campesina de alguna forma la incitaba a decirle eso? Tenía la impresión de que esto era una señal para ella, las ideas, las piezas del rompecabezas que responderían su duda ante cuál era el propósito de su viaje a través del tiempo. Pero no, no quería coger esas ideas porque temía que no reaccionaría bien enterándose ahora del por qué había llegado y el cómo regresaría, si es que lo hacía. Dio un largo suspiro antes de mirarla fijamente de nuevo. ¿Había dudas de que ella fuera aquella campesina en el siglo 18?
Kate: Yelena. –Susurró, la ojiverde ahora tenía sus manos sobre la cintura de la morena. Curioso ¿no? Uno de sus primos la tocó en ese lugar y se sintió incomoda, pero ella lo hacía y no decía algo al respecto- ¿Por qué eres así de bondadosa de repente? ¿Qué quieres lograr con eso?
Yelena: ¿Una persona no puede cambiar o reconocer que las cosas anteriormente no estaban bien? –Kate se quedó callada, ella tenía razón- No soy una santa, al contrario, soy una desgraciada con las mujeres y no me interesa una relación seria, sin embargo... -se quedó callada antes de decir una estupidez. Ella por supuesto que no veía a Kate como otra cosa, sólo era una muchacha a la que ayudaba a encontrar su camino, pero no podía, simplemente estos días sentía que no podía seguir tratándola con tanta desfachatez- Bueno, no creo que merezcas ser tratada mal, no cuando no has hecho nada malo conmigo. –La morena notaba su mandíbula tensa, ella no estaba acostumbrada a reconocer errores, a pedir perdón, ni a hablar así- ¿Regresamos?
Kate: ¿Acaso no soy una mujer? –Yelena frunció el ceño sin entenderle a qué se refería con esa pregunta, pero ella meneó la cabeza con una sonrisa avergonzada- Gracias señorita Belova, por... Por esto. –Acarició la chaqueta sobre su espalda y pasó al lado de la ojiverde rozando su cuerpo sin darse cuenta.
Yelena gimió y se volteó para ver su menuda figura desaparecer por el camino de piedras hasta entrar a la mansión. Quizás Kate le hacía esa pregunta por una razón, quizás creía que ella no la veía como una mujer porque decidió dejar de tratarla con crueldad. ¿Estaba loca? Lo cierto aquí, era que no estaba acostumbrada a mujeres que mostraran un lado tímido, dulce e incluso que incitara a ser protegidas. Las mujeres con las que ella se relacionaba tenían personalidad fuerte, eran ardientes, eran sólo para una noche. Kate de alguna forma merecía el respeto que ella no usaba con las demás.
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Martes 9 de septiembre 2014, 4 días después.
La sonrisa en los labios de la muchacha se desvaneció cuando recordó que después de las clases tenía una conversación pendiente. En la sala de aquel teatro había quince alumnos, doce chicas y tres chicos dispuestos a aprender a tocar tan bello instrumento, como lo era el piano. La voz y la paciencia infinita de Dickinson era una buena combinación para que los muchachos siguieran su metodología al pie de la letra, sin reproches, sin distracciones. Miró el reloj en su muñeca disimuladamente, eran las 16:55 de la tarde, sólo le quedaban 5 minutos más para terminarlo todo y enfrentarse a lo que se había comprometido.
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Entre el amor y el tiempo | Kate & Yelena
Romansa1683 Kate Dickinson, Hija de el segundo duque de Devonshine Edward Dickinson, un respetado ombre que abusaba de su hija en la oscuridad de su casa hasta que esta desaparece sin dejar rastro. 2014 Yelena Belova modelo codiciada, egocé...