Capitulo 40

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Inglaterra de 1710.

Sintió un torbellino de luces y murmullos, vueltas y vueltas que terminaron por dejarla nauseabunda y cansada, después de desaparecer entre los brazos de la mujer que amaba, ahora estaba encima de algo, pero no sabía qué era.

¿Dónde estaba? Trataba de abrir los ojos, pero estos le pesaban demasiado, un viaje en el tiempo era suficiente energía gastada como para hacer dormir a la milicia británica completa, pero por alguna razón, Kate Dickinson no estaba inconsciente esta vez.

Escuchó unos pasos delicados que se acercaban, pequeños y delicados zapatos que pisaban algo similar a la paja, sí, podía identificarlo por el tipo de sonido que emitía. Ni siquiera se sentía capaz de alzar la cabeza o moverse de donde fuera que estuviese acostada. ¿Para qué? El sólo hecho de pensar que en tres siglos más nacería Yelena Belova, el sólo hecho de pensar que no existía, le quitaba todo el aliento. ¿Ella como Bishop ya habría despertado en el siglo 21? "Pero existe la campesina, Yelena sí existe en esta época" pensó con un deje de esperanza, antes de escuchar una voz infantil a su lado.

XX: ¿Quién es usted? –Dijo una voz ladina.

Kate: –Confundida se paró de inmediato, pero las náuseas fueron mucho más fuertes ahora –Mi cabeza, Dios. –Alcanzó a apoyarse en un pilar de madera para cobrar un poco la calma, su respiración comenzó a hacerse regular antes de abrir los ojos y observar un poco atolondrada su alrededor. ¿Qué hacía dentro de un granero?- ¿Esto es Exeter?

XX: Sí señora, estamos en Exeter, pero con mis padres vivimos un poco más lejos que este granero. –Señaló con su pequeño dedito hacia la puerta de madera, estaba húmeda y gastada, podían entrar rayos de luz por ella- Vine a darle de comer a las gallinas.

Kate: -"Campesinos" pensó. ¿Qué tan lejos podían estar de la mansión Dickinson? Necesitaba pensar la manera en la que llegaría hasta ellos para que su desaparición fuese creíble, de pronto tuvo una duda- Pequeño, ¿en qué mes estamos?

Alban: Estamos a 5 de mayo. ¿Quién es usted? –La voz gruesa de un hombre inundó el lugar, no se había dado cuenta de que abrieron el granero- Conteste. ¡¿Quién es usted?!

15 minutos después, tanto Alban Kolgers como su esposa Doris se miraban con los ojos más que abiertos. Dentro de una humilde cocina estaban los dos, también su hijo Robbie y por supuesto la nueva inquilina, Kate. No podían creer que frente a ellos estuviese la hija del duque de Devonshire, incluso comenzaban a sentirse más que poca cosa cuando en su hogar, exactamente en esa cocina pequeña, estaba aquella bella mujer con su vestido fastuoso que debió costar varias libras.

La morena podía leer sus miradas que se pasaron de asombro a la incomodidad, sabía que mucha gente humilde se sentía mal cuando alguien aristócrata está cerca de ellos. Doris buscó la manera de iniciar una conversación sin caer en un desmayo. ¿Cómo era posible que la desaparecida hija de Edward Dickinson estuviese con ellos?

Entre el amor y el tiempo | Kate & Yelena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora