🐾VEINTE🐾

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El techo parecía ser la cosa más interesante del mundo para Adrien, pues llevaba horas sin quitarle la vista de encima.

«Me encantaría salir con Adrien Agreste», «Imagina poder ser su novia, el apellido Agreste queda tan bien con mi nombre», «Salir con Adrien sería perfecto para despegar como modelo».

Todas pensaban que el rubio no oía cuando decían aquellas cosas, pero sí lo hacia. Y más que sentirse halagado, solo sentía más peso sobre sus hombros, más trabas para realmente conseguir alguien que lo ame de verdad.

Él no buscaba quien lo amase por ser Adrien Agreste, sino por ser aquel chico romántico y sensible, coqueto pero tímido, quien lo aceptase por ser él mismo, quien viese más allá de esa mascara con apellido Agreste.

—Chico, ¿Qué tienes? —le preguntó su kwami ya preocupado de verle tan consternado. Se hacia una idea de que su problema tenía nombre y apellido, pero no podía interferir en su relación con aquella chica más que aconsejándole.

—De a ratos me gustaría no haber sido hijo del gran Gabriel Agreste —contesto con un profundo sentimiento de desprecio. Amaba a su padre, pero estaba cansado de solo ser su sombra. 

Plagg iba a volver a hablar, pero su portador se levanto por fin de la cama, sentándose en el sofá y prendiendo el televisor para distraerse. 

«¿Cuándo llegará la chica que conquiste al gran modelo parisino?»

Adrien gruño y apago el televisor, sin querer escuchar a los periodistas hablando de su vida amorosa.

—¿Qué les importa a ellos quien salga conmigo? ¿Por qué solo deben pensarme como Agreste o el gran modelo de la marca de mi padre? ¡Solo quiero ser feliz! —grito lo ultimo dejando salir una lágrima. 

Escondió el rostro entre sus manos y el kwami le miro con pena.

—Adrien, eres mucho más que tu padre. Deberías decirle a esa chica lo que sientes, a ella le interesaste sin saber quien eras, ¿eso ya no demuestra que ve más allá de tu apellido? —busco tranquilizarle, dándole palmaditas en la espalda.

—¿Y de qué serviría, Plagg? —dijo con amargura, lanzándole una mirada de derrota—. Ella se irá, no valdría la pena arriesgarme a decirle lo que siento si ella volverá a estar a un océano de distancia. 

Ya lo había pensado durante todo ese mes. No le diría a ______ sus sentimientos. Porque solo había dos caminos posibles: no siente lo mismo o corresponde sus sentimientos, pero lo rechaza por volver a su país.

Ninguno tenia un buen resultado. Todos lo dejaban igual: solo y destrozado.

🐾

Había llegado el último día de clases. Adrien parecía arrastrar los pies mientras ingresaba al instituto. Su vista perdida en el suelo, su cabello despeinado y su camisa un poco arrugada. No era el Agreste que todos conocían, pero ese día ya no le importaba serlo.

No quería ser Agreste.

—Viejo, ¿qué te paso? —Nino hablo alarmado por la imagen de su amigo. El rubio levanto la vista, dejándole ver la derrota de su rostro y eso fue necesario para que el de gorras supiese lo que estaba pasando—. Se acabo, vamos.

Adrien no entendió a que se refería, pero se dejo jalonear hasta el baño de hombres, donde su amigo le arrebato la camisa de mala gana.

—Lávate la cara —ordeno señalando el lava manos.

—Nino, no estoy de humor para...

—¡Ahora! —dijo su amigo en tono fuerte. Adrien nunca lo había visto con esa actitud, por lo que prefirió no hacer más problemas y obedecer. 

Para la chica que sanó mi corazón | Adrien Agreste y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora