El reloj marcó las 15:58. Adrien repiqueteaba su pie una y otra vez contra el suelo, ansioso porque diesen las 16hs.
No desviaba su mirada de la pantalla gigante que, además de la hora, señalaba los vuelos entrantes.
Unas chicas a la distancia lo habían reconocido e intentaban acercarse para pedirle una foto o secuestrarlo, lo que pudiesen. Pero el gorila que tenía por guardaespaldas hacía perfectamente su trabajo de proteger al joven Agreste.
—¡Vuelo nº21 llegando a la pista!
Adrien se puso de pie como si de un resorte se tratase. ¡Vuelo 21! ¡Vuelo 21! Ese era su vuelo.
Aliso su camisa con torpeza, seco sus palmas sudorosas en los jeans e intentó acomodar su cabello, el cual se hallaba desordenado de tantas veces que había enterrado sus dedos allí.
—Ya rindete, niño. Tu cabello es un asco —se burló el kwami desde el bolsillo de su camisa.
—Callate, Plagg. Realmente estoy nervioso —dijo con un ligero temblor en su voz.
El pequeño ser sonrió con ternura, aprovechando que su portador no lo veía y procedió a fingir un bostezo, como si toda la situación le aburriera.
—Vuelve tu novia, que divertido —dijo con falso sarcasmo—. Claramente no conoces los verdaderos placeres de la vida. Un oloroso camembert, un roquefort maduro, un...
—¡Adrien!
—¿Un Adrien? ¿Cómo que un Adrien? —dijo el kwami sin entender.
El rubio movió frenéticamente su cabeza, buscando a la dueña de la voz. Pero no llegó a verla cuando esta ya se encontraba colgada del cuello del contrario, abrazándolo como tanto le gustaba al chico.
—______ —susurro Adrien, devolviéndole el abrazo con la misma fuerza.
—¡Me aplastan! —se escuchó una pequeña y ahogada voz entre ambos.
La latina se separó entre risas, feliz de volver a estar con sus chicos.
—Lo siento, Plagg —susurro para que nadie la escuchase y sin apartar sus ojos de los del rubio—. ¿Cómo estás, gatito?
Adrien sintió un vuelco en su corazón. La había extrañado demasiado.
Miles de kilómetros se habían encargado de mantenerlos separados por los últimos tres meses. Ahora, a solo unos días de comenzar el nuevo ciclo escolar, ______ había vuelto.
—Te extrañé —dijo el contrario mientras le acariciaba la mejilla, buscando convencerse de que esta vez era real y Plagg no lo despertaria a los gritos de querer camembert.
—Yo también te extrañé, gatito —respondió con una amplia sonrisa.
Tres meses. Tres meses separados, el mismo tiempo que había separado su primer encuentro del inicio de clases. Solo que esta vez habían mantenido el contacto. Llamadas, mensajes, fotos, videos. Mantenían al otro en su día a día como si estuviesen juntos.
Sin embargo, en lo profundo de su pecho seguían teniendo esa espinita que les decía que algo faltaba. El tacto.
Luego de confesarse, ______ viajó esa misma noche de camino a su casa, haciendo que el tiempo que realmente pasaron al lado del otro fuesen unas simples horas. ¿Cómo podían extrañar con tanta fuerza algo que solo habían experimentado por un rato?
No lo sabían, pero aunque por mucho tiempo soportaron solo comunicarse por cartas, ahora tenían esa necesidad de ir por más.
Ambos se miraron con el característico brillo que tenían al estar juntos e, inconscientemente, la distancia entre ambos comenzó a reducirse, ansiando ese tan esperado beso. Y podrían haberlo conseguido si no fuese por los gritos de las fans de Adrien que al guardaespalda le estaba costando controlar.
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Para la chica que sanó mi corazón | Adrien Agreste y tú
FanficLuego de otro rechazo por parte de Ladybug, Chat Noir queda destrozado en una de las calles parisinas, sin esperar que una dulce señorita se acerque a consolarlo. Antes de incluso darse cuenta la noche había terminado y el héroe gatuno estaba dispue...