Capitulo 34

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LIZBETH

21 DE AGOSTO

Han pasado ya 7 días desde que fui arrestado, fui procesado por el intento de homicidio en primer grado de Molly Fatma Adams y solo por estar en el momento y lugar equivocado.

Extraño las noches durmiendo en el departamento de la calle Soalth, un cuarto de 4 paredes, para mí solo, no era lo bastante acogedor, pero aun así lo podría llamar hogar.

Aquí solamente parece que estoy en una caja, una cama y un mueble es lo que me rodea y aun así, la cama no es lo bastante acogedora.

Mi madre me ha venido a ver a diario, ella me cree, sobre que no lo hice, pero en cambio mi padre se preocupa más por mi hermano, tuvo un accidente de auto, o al menos esos fueron los rumores que escuche.

Encerrado sin salir al sol, las noticias no vuelan como deberían de hacerlo como si estuviera en la universidad.

-Tienes visitas- dice el oficial tocando los barrotes de la celda en donde me encuentro.

Me levanto de la cama, dejando a un lado el libro que mi madre me trajo, puede que sea una indirecta para lo que oculto, que en realidad es nada comparado a lo que realmente mi madre creo que oculto “Secretos de un adolescente” absurdo diría yo.

El oficial abre la celda y me toma por uno de los hombros,  me lleva hasta una de las paredes posteriores a ella y me coloca de frente a él y me esposa las manos.

-No deja de venir a verte- me arroja el oficial.

-Tiene que hacerlo, o quién va a comprobar mi inocencia.

-No creo que puedas salir de esta- me arroja aun colocándome las esposa en los pies.

-Por qué lo dice, puede que usted no lo crea, pero soy más inocente que las personas que están tras estás rejas- le arrojó mientras me coloca frente a él y la pared queda contra mi espalda.

-Por lo que me han dicho, la chica ya despertó y solo salieron libres dos personas, por lo visto usted sigue aquí-

-Lamento mucho escuchar eso- le arrojó al oficial, el pasillo es largo, pasó junto a los barrotes de las demás celdas, los presos arrojan a voces de su yo interno lo que ellos quieren escuchar cuando los sacan de aquellos muros (asesino, culero, culpable), pero trato de ignorarlo y seguir avanzado-. Pero como le repito oficial, yo no lo hice.

Trato de seguir, sigo avanzando mientras el sonido de las cadenas suena en el suelo, la vestimenta naranja me hace parecer a cuando era ayudante de golfista en el club griggen.

-Pero quizá sepas quién fue la persona que le trato de hacer daño- me dice el oficial.

-Puede que si lo sepa, o puede que no, pero quién corroborar eso si no hay nadie.

-Tiene razón, pero siendo oficial, no podemos elegir un lado, siempre quién viste el overol naranja es el culpable- me arroja y pienso un poco en el día del disparo, y puede que hubiese sido más factible en decir la verdad, pero el corazón de hermano puede hacerte añicos en cuestión de tiempo.

-Hasta que se demuestre lo contrario- le aclaro mirando la puerta que está frente a mí, en la espera de que el oficial me abra, me deja a un costado y se dispone a abrir la puerta.

Abre la puerta y está ahí, el oficial se vuelve a poner detrás de mí y me toma del hombro para avanzar, llegamos hasta la mesa donde esta mi madre, ella me mira con una cara diferente a las que ha tenido anteriormente, el oficial  se detiene y suelta las esposas de mis manos, tomo asiento en la mesa con mi madre y este se aleja dejando delante de mí una sonrisa inquietante.

-¿Qué pasa?- pregunto, pero no se genera ni un ápice de respuesta, solo sonríe delante de mí.

-Nos vamos cariño- me arroja y lo único que hago es estirarme por encima de la mesa.

-¿Cuándo?- pregunto levantándome.

-Esta misma noche- responde y ahora él que tiene la sonrisa en el rostro soy yo-. Retiraron todos los cargos. Sigue diciendo tapando su boca para llorar de felicidad.

-¿Soy libre?

-Eres libre.

¿Quién mató a Molly?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora