¿Quién mató a Molly?

Capitulo 32

MOLLY

Un escalofrío recorre mi cuerpo por completo, el sonido se vuelve más fuerte de lo normal, ya no se escucha ese eco profundo y lejano, se escucha más real que de costumbre, mis ojos siguen cerrados, pero sé que estoy despierta.

Escucho el pitido de las máquinas alrededor de mí, pero estás no me ayudan de nada.

Mi cuerpo se mantiene firme, ni siquiera puedo moverlo, por lo que estoy inmóvil escuchando lo que pasa a mí alrededor.

Voces irreconocibles retumban en las paredes del cuarto, murmullos a lo lejos entran y salen de la habitación, pájaros cantan por la ventana que supongo que está abierta, ya que puedo escuchar los autos de la ciudad, pero es lo único que hago, escuchar ya que lo demás, no lo siento.

Nada, no puedo ni hablar, ni moverme, ni hacer ningún movimiento para que las personas me capten.

Sé que estoy despierta, pero al parecer a mi cuerpo no le interesa o no sabe que lo estoy, no imagino cuánto tiempo debo de tener aquí, y para mí suerte recuerdo todo antes del quedar inconsciente en la ambulancia.

Me he puesto a pensar y me arrepiento de las acciones que tomé, ya que como dicen el karma es parte de todos y ciento que si merezco ese karma ya que si no hubiese llevado esa pistola, jamás hubiese caído en el hospital como ahora.

También pienso en el pasado, en sí no hubiese perdido contacto con Ana.

Pero me pregunto a mí misma en lo que hubiese pasado más recientemente.

¿Qué hubiera pasado si Ana moría?

Talvez ya estaría en prisión, o en la corte por su homicidio, o puede que en ese momento yo también me hubiese disparado y ambas hubiésemos muerto en la entrada de la cafetería de la universidad.

Pero estas palabras se vuelven nada en comparación a lo que está pasando ahora.

La vida da vueltas y al mismo tiempo en el que da vueltas, mi mente queda mareada, tengo cerca de mí a mi despertador mañanero, que día a día se sienta junto a mí y me habla al oído, e incluso aun siento su calor de las mañanas cuando recuesta su cabeza junto a la mía y pone su boca justo frente a mi oído susurrando cosas que en ese tiempo no captaba, pero ahora lo podré hacer.

La voz era irreconocible, pero era de un varón, cálida y clara que se mezclaba con el calor y aliento a chocolate que entraba por mí y me hacía sentir bien.

UNA SEMANA DESPUÉS.

Llevó ya algo de tiempo consiente, pero nadie sabe que lo estoy, nadie lo ha captado, y aunque se sienta demasiado tedioso estar sin saber cuánto tiempo ha pasado, uno se acostumbra y comienza a hacer su propio reloj de recuerdos.

El día y la noche se sienten en el aire, y más en la tranquilidad del hospital.

En el día, el ruido de las personas, sus charlas y el ruido de la mañana asechan mi pensar, en las noches la paz y la tranquilidad se apoderan de todo el espacio haciendo que pueda pensar más en lo que pasó en el día.

En las mañanas personas vienen a verme, puede que mi madre y mi hermano lo hagan por la mañana, si, aquella voz cálida era de mi hermano Sam, no somos tan unidos ya que ambos tenemos mundos diferentes, pero me gusta cuando me habla por las mañanas y es que él es como mi noticiero matutino, al menos eso recordó de mí.