ÁNGEL
El flashback termina cuando uno mismo ya deja de soñar, como cuando uno crea una historia en su mente y no deja de pensar en ello, como cuando despiertas y vez que todo es negro, oscuro y gris, como cuando un destelló se apaga y hace que todas las luces exploten.
En cierto modo uno mismo se crea imágenes en su cabeza, que se comienzan a borrar poco a poco, ya sean realmente recuerdos, tu pasado o irrealidades que tu mente quiere que creas para estar bien consigo misma.
Yo tengo un hueco en la cabeza, y uno muy grande, ese hueco en mi cabeza, es dónde se crea en un eco de sombras y te vez, pero se desvanece poco a poco hasta que regresa la realidad.
-¿Qué pasó?- pregunto mientras me levanto.
-Estabas recordando- dice la doctora.
-Pero quiero saber más, no me puedo quedar así.
-No puedo ángel, es todo lo que puedo hacer por hoy- me dice alzando los hombros-. No creas que tus recuerdos van a venir como un flash, si no que tienes que esperar.
-No puedo doctora, necesito saber qué es lo que pasará...
-Un día por día- me interrumpe-. Tu tranquilo pronto verás que tus recuerdos van a comenzar a aparecer, e incluso puede que lleguen solos y sin mi ayuda.
-Entiendo- le digo.
-Mientras, ve a casa, repasa lo que viste y nos vemos mañana- me dice y se levanta para guiarnos a la salida.
-Gracias- le digo y me levanto, en seguida de mi lo hace Karyme y Ana, salimos de la habitación, recorremos el pasillo y bajamos las escaleras, doblamos hacia la izquierda y seguimos caminando hasta la intersección donde se nos cruza un auto de frente, es mi padre, me dice que suba y es lo que hago, subo en el asiento del copiloto y en la parte de atrás se acomodan Ana y Karyme
Mi padre echa a andar el auto, cuando lleguemos a casa seguro comenzará a hacerme preguntas, pienso.
Todo el camino lo permanecemos en silencio, ninguno de los cuatro hace ningún ruido, estamos callados, seguramente llegando a casa es donde abrirá la boca, si, cuando llegue a casa, ahí es donde sé que la bomba de mi padre explotará.
Estaciona el carro frente a la casa y baja del vehículo, nosotros hacemos lo mismo, él va delante de nosotros y siendo realista parece como si el mundo entero se hubiese quedado mudo, porque no escucho nada, abre la puerta y entramos, los cuatro nos sentamos en la sala y poco a poco el temporizador de la bomba de mi padre llega a 0
-¿A qué fuiste con Marinne?- me pregunta mi padre en un tono molesto.
-A nada, solo a tratar de recordar- le respondo.
-¿Recordar? ¿De qué forma?- pregunta enojado comenzando a alzar la voz.
-Sobre lo que está pasando conmigo mismo, que estoy haciendo mal, por qué no recuerdo nada.
-Ángel fuiste golpeado- dice enfadado.
-Lo sé, papá, fui golpeado, pero eso no dice que no puedo hacer nada para recordar, por ello le pedí ayuda a la doctora Marinne.
-Danel, ella está loca- me dice gritando, restregando sus manos en su cara.
-No está loca, solo porque no ayudo a Maven no quiere decir que este loca- le digo.
-No, no lo ayudo lo empeoro y por ello no está contigo.
-Talvez fue lo mejor para no tener que ver a su abuelo- espeto alzando la voz.
-Sí, su abuelo, el que le estuvo ayudando mientras su padre terminaba de estudiar, y todo por cometer su pendejada.
-Mi hijo no es ninguna pendejada.
-Yo nunca dije que lo fuera- aclara.
-Pues fue lo que te diste a entender, es más, tengo sueño.
-¿No ya dormiste lo suficiente como para haber descansado?- recalca.
-No, no lo hice, y quiero dormir.
-Solo te diré una última cosa, no te quiero perder cómo perdí a tu madre- me dice.
-No lo harás, por eso yo mismo estoy tratando de recordar.
-Solo cuídate y no lo hagas demasiado rápido.
-Solo trato de saber que tuve que ver con Molly- le aclaro.
Me levanto del sillón y subo las escaleras para ir a mi habitación, Ana y Karyme suben detrás de mí.
Abro la puerta y me recuesto en la parte inferior de la cama, enseguida entran las chicas y se recuestan conmigo mirando el techo, y del mismo modo que en el auto, permanecemos callados por un largo rato, sin ni siquiera hacer algún ruido.
Karyme se levanta, se quita sus zapatos y cierra la puerta, se sienta en la cama y espera a que hagamos lo mismo.
Ana es la primera que decide hablar por lo que comienza a acariciar mi cabello, tal y como lo hacía antes, cuando estábamos en la relación.
-¿Recordaste algo?- pregunta.
-Prácticamente recordé todo- les digo-. Yo sé quién mató a Molly.
-¿A qué te refieres?- me pregunta Karyme.
-No sé cuánto sepas pero les diré la verdad, o mejor dicho quien intentó matar a Molly.
-Yo sé quién lo hizo- aclara Ana.
-No, no fuimos ninguno de nosotros, el arma se disparó sola al caer, fue un accidente- le digo.
-Fueron dos disparos Ángel- agrega Karyme, me vuelvo hacia ella y sé que lo que estoy a punto de decirle será algo que cambiará a todos los que estamos en la habitación
-No sé cuánto sepas de lo que pasó- le digo a Karyme y me vuelvo hacia Ana-. Pero sabrás lo que ocurrió ese día.
-No sé todo, pero los vimos.
-¿Los vimos? ¿A qué te refieres? ¿Tú y quienes más?- le cuestionó.
-Math y yo- responde, me quedo pensando por algunos minutos en lo que pasó ese día, en lo que hicimos hasta que me dispongo a hablar.
-Les diré lo que pasó ese día, lo escucharas tal y como lo recordé- le menciono a Karyme-. Y sabrás la verdad. Le digo a Ana.
-¿Tú que recuerdas?- le pregunta Karyme a Ana.
-Después del disparo, casi nada, hasta que comenzamos a discutir sobre lo que haríamos- le responde.
-Ninguno de nosotros le disparó, por lo que hay otra persona involucrada en esto- le vuelvo a mirar a Karyme.
-Nosotros no, teníamos sexo en el armario- a clara.
-No estoy diciendo que ustedes lo hayan hecho- espeto.
-Lo hiciste, esa mirada lo dice todo...
-Aquí no hay culpables, todos somos inocentes- interrumpe Ana.
-Se escuchó el primer disparo, pero no hubo sangre, o no la note, hasta que Lizbeth soltó la pistola y cayó al suelo, al hacer impacto con el este se disparó y ahí fue cuando hirió a Molly.
-¿Cómo sabes que los dos disparos no vinieron de la misma pistola?- pregunta Ana.
-Tendremos que averiguarlo, la primera forma es que veamos la pistola que tiene Lizbeth- le respondo.
-¿Porque la tiene ella?- espeta Karyme.
-Cuando reacomodamos la escena, la tomó y la metió a su bolsa- responde Ana.
-Que mierda- grita Karyme-. Eso los puede vincular con Molly.
-Ella lo quiso hacer- digo.
-Mientras no haya arma el caso sigue abierto- espeta.
-Por ello es que Math y Alan siguen encerrados.
-No, a Alan lo tienen porque se encontró su cartera junto al cuerpo, además de que encontraron su anillo cerca de ahí.
-¿Un anillo?- pregunto Ana.
-Si de corona son dúos y están buscando el otro par porque dicen que tal vez sea la persona que lo ayudo a querer matar a Molly.
-Es cuestión de tiempo para que den con nosotros- dice Ana alterándose.
-Relájate, tú sigue con esa verdad.
-¿Porque siempre me dices que me relaje? ¿Acaso crees que no estamos ocultando un IH?- pregunta Ana comenzando a exagerar.
-¿IH?- me miro confundido.
-Intento de Homicidio- responde Karyme en voz baja, más un susurro para sí.
-Estamos ocultando la verdad- dice Ana.
-Lo van a creer- le digo.
-Lo están haciendo, ya han pasado más de dos semanas y no ha pasado nada.
-Tu novio y su novio aún siguen encerrados- grita mientras su mirada se vuelve hacia mí después de haber visto a Karyme-
-A ver, ve y di la verdad, ¿Crees que nos van a creer a esta altura?
-Lizbeth está muerta, recuerden eso y murió del mismo modo que hubiese muerto Molly, por lo que hay otra persona ahí a fuera que está matando y sigue libre- espeta Karyme-. Y si ustedes no fueron el primer disparo y quería muerta a Molly, lo hará y no creo que esta vez se equivoque.
-Y que tenemos que hacer ¿Confesar?- me vuelvo hacia ella.
-Tal vez sea lo mejor- agrega Karyme.
-Sabes, a veces me pongo a pensar en lo que hicimos y porque lo hice, el molestarla, pero créanme, todo era juego entre ambas, jugamos hasta que un día ya no pudo más, no le gustó y desde ahí comenzó una guerra entre ella y yo. Tal vez quería matarme, tal vez va a matarme una vez que salga del hospital- dice, una lágrima emana y roza su mejilla, ella trata de ocultando limpiándola rápido, pero es inevitable que no la hayamos visto.
-No lo hará- le dice Karyme tocando su hombro.
-Pero sabes algo Ángel- dice volviéndose hacia mí-. Lo lamento todo. Termina, se levanta, y sale de la habitación.
Escucho cómo se va, baja las escaleras y cierra la puerta detrás de ella, ahora solo Karyme y yo estamos en la habitación y somos quienes hacen el silencio por más de una hora.
La hora más incómoda de mi vida.
No escucho mis pensamientos, cierro los ojos y despejó mi mente, como cuando piensas en algo y te metes tanto en ese pensamiento que crees que es real, hasta el momento en el que por alguna razón despiertas de ese pensamiento real y te incorporas al mundo real.
Tan real que quisieras morir en ese momento.
Abro los ojos, Karyme aun esta callada en la habitación, sentada en la cama cruzando las piernas observa el techo y como todo hace juego con lo que se supone que es una habitación linda.
Se vuelve hacia mí y sonríe, le hago una mueca y me vuelvo hacia el techo para poder dormir, y eso es lo único que hago. No veo nada, todo se vuelve oscuridad, no sueño, no pienso y no presto atención a nada, cinco minutos después suena la alarma.
Despierto, saco mi celular de la bolsa del pantalón y miro la hora.
9:30 am
Lo primero que hago es mover mi boca, mi lengua se mueve por ella, al pasar saliva siento como mi boca está completamente seca y rasposa, siento el sabor a sangre como si me hubiese cortado o mordido por dentro, esta sangre se mezcla con la saliva y crean un sabor extraño.
Me da asco, un sabor como a metal mezclado con agua, cada vez más mis papilas hacen que el sabor se adentre en mí, me levanto, desperté justo donde me había quedado dormido ayer, no recuerdo cuando se fue Karyme, ni siquiera sé si estaba despierto cuando se fue, me levanto, me pongo unas pantuflas y me dirijo directo al baño, me enjuago la boca y lavo mis dientes.
Salgo, voy a mi armario y busco lo primero que encuentro, me cambio.
Saben ahora el vestirme es mucho más complicado teniendo una sola mano y tratando de meter el brazo con yeso por el agujero de la playera, como puedo me pongo nuevamente mis tenis, tomo la mochila y salgo de mi habitación.
Voy al cuarto de mi padre, tomo algo de dinero de su billetera y bajo las escaleras, voy a la cocina, lo primero que hago es abrir el refrigerador.
-Maldita comida del hospital, ¿Porque no me la traje a casa?- me digo.
Saco unos huevos, jamón, naranjas y algo de sopa.
Me siento en el programa que veía mi madre, Desafío de chef en donde los cocineros solo utilizaban una mano para cocinar, literal eso estaba haciendo en estos momentos, tomó una sartén y la coloco al fuego mientras comienzo a tronar unos huevos en un bowl, los bato y agrego algo de sal. Tomo el jamón, lo enrollo y lo corto en pedacitos poniéndolos sobre el plato. El huevo se fríe. Le doy vuelta y agrego el jamón, lo dejo cocinar por unos minutos y lo retiro de fuego poniéndolo en un plato.
Corto las naranjas por la mitad y las exprimo para hacer un jugo.
Me vuelvo hacia el refrigerador, lo abro y saco de él la leche, la sirvo en un vaso y la vuelvo a meter, voy hacia el comedor y me siento, saben, un comedor para ocho personas es demasiado grande para que sólo yo este comiendo en él, así que tomo las cosas y voy de nuevo a la cocina.
Mi padre aun duerme, seguramente no ha pasado nada de nuevo en la ciudad, por ello es que no le han llamado.
Él es el comandante de la policía, solo le hablan cuando se le necesita o paso alguna emergencia grande.
Mastico, trago y bebo jugó, masticó, trago y bebo jugo, y así hasta terminar bebiendo la leche para el final, la herida de la operación me pulsa y hace que suelte el vaso, este se estrella contra el suelo y se rompe haciendo que un recuerdo más entre en mi memoria...
-¿Es tu primera vez con puntos?- pregunta el doctor.
-Así es- respondo algo angustiado.
-Tranquilo, no pasara nada, te quitaremos el yeso y retiraremos los puntos, y volveremos a colocarte un yeso nuevo, ¿De acuerdo?- me aclara, va hacia sus cajones y saca una pequeña cierra en forma circular, la enciende-. No pasara nada, no corta, solo es para retirar el yeso.
Cierro los ojos, este introduce una plaquita de metal por la abertura que tiene el brazo y el yeso, y empieza a bajarla hasta comenzar a cortarlo, solo ciento la vibración del aparato tocando el yeso, y eso pasa por aproximadamente 15 minutos hasta que el doctor logra quitármelo.
Examina el brazo y prosigue a retirar los puntos.
-Herida grande he- me dice sorprendido.
-Así es- le respondo-. Aproximadamente 25 puntos.
-Correcto, son 25 puntos los cuales tendremos que retirar.
-Bien- le digo.
Comienza a cortar y con las pinzas comienza a sacar los hilos, el dolor no emana de ellos, solo son piquetes que hacen que mi brazo se estremezca, las pulsaciones suben de arriba abajo y crean un dolor más, pero es diferente, se siente como algo raro, es una sensación algo extraña, como cuando estas comiendo y la cuchara sabe a metal, o como cuando estas de compras en la plaza y tocas parte de los barandales lanzándote una descarga de toques.
...Termino, lavo los trastes y me dirijo al sillón, tomo el control y enciendo el televisor para hacer algo de tiempo en lo que llega la hora de ir con la doctora Marinne, miro la hora en el reloj que está en la estancia.
11:30 am
Me vuelvo hacia el televisor.
Cambio de canal y así permanezco un rato hasta que aparece una película que me trae un recuerdo, la vez que me besé con Alan en el auto, pensando en la película de Titanic, justo está en la escena donde Jack pinta a Rose desnuda, divirtiéndose y jugueteando en el momento más feliz de su vida antes de que el barco se hunda.
Viendo la película me pongo a pensar en aquellas personas, en esas horas que pasaron antes de que se hundiera el barco, y después del mismo.
Sueño.
El sufrimiento que causó, las muertes lentas que se marcaron en minutos por el agua helada, asfixiándose cada vez más a su cuerpo mientras lo congelaban dejándolo movimiento y tomándolos sin razón ni pensamiento.
Cabeceo.
Apagando su cuerpo y dejándolos sin habla.
Oscuridad.
Parpadeo al oír el silbato de Rose cuando ve los botes a lo lejos, me despierta nuevamente el sonido del mundo que se ha quedado mudo un día antes por la angustia de mi padre
Dejo de pensar en ello y apago la televisión.
No pienso en nada más, trato de concentrarme en todos los recuerdos que han llegado a mí y trato de ver lo que es y lo que fue de mí antes y después del accidente. Ahora me recuesto en el sillón y miro el techo. La madera fina es lo que ahora observo. Respiro profundamente y comienzo a relajarme, como cuando llevas horas y horas haciendo tarea y te recuestas en el suelo para tomarte 5 minutos, así me siento.
Inhalo.
Exhalo.
Inhalo.
Exhalo.
El oxígeno entra por mi nariz y recorre mi cuerpo hasta llegar a los pulmones, este aire expulsa el calor de mí por la boca y se repite una y otra vez hasta que llega el momento en el que tu cuerpo está completamente lleno de oxígeno puro y encuentras la relajación.
Mi mamá decía que era malo, que podría dañar mis pulmones, pero henos aquí, sigo vivo.
Cierro los ojos y acomodo mi cabeza poniendo debajo de ella unas almohadas extra, estiro mis brazos y los dejo caer, ahora estoy completamente relajado.
Hasta que alguien llama a la puerta.
Me enderezo sentándome en el sillón, abro los ojos y antes de levantarme para abrir la puerta, trato de nivelar mi cuerpo, entre el nivel de relajación y mi nivel normal.
Camino hasta la puerta, aun siento un sedante en mí, tomo la manija y la abro.
Parpadeo y Ana está afuera, le hago una seña de que pase dejando la puerta detrás y bostezando mientras me vuelvo a incorporar a la sala.
Ana anda detrás mío y ve como me hecho al sillón nuevamente, ella hace lo mismo, pero en un modo más sutil, se sienta, cruza sus manos y las coloca en sus piernas esperando a que yo diga algo pero no quiero hablar por ahora, solo quiero dormir.
Ella toce, pero es falso, solo es para atraer mi atención y que me incorpore con ella en una plática que ni siquiera ha comenzado, suspiro, pienso en Alan y en el que estará haciendo aun encerrado, tengo que recordar ya los días que faltan para poder ayudarlo a salir de ahí.
El sonido de la nada hace que me sienta algo incómodo, como cuando conoces a tus suegros por primera vez y estas en el momento en el que todo se queda en completo silencio mientras las miradas de los familiares hacia ti se postran como un león asechando a su presa.
-¿A qué has venido?- preguntó en seco.
-Quiero acompañarte con la doctora- responde.
-No lo creo, hasta esto es incómodo para ti- espeto.
-Es enserio, quiero acompañarte- me aclara.
-Ana, salimos por unos cuantos meses, se cuándo estás mintiendo- le digo y aclaro la garganta.
-Tu padre me pidió que viniera a ayudarte- confiesa al mismo tiempo en el que se levanta del sillón.
-Ah, él siempre preocupándose por quien no debe- le digo.
-¿Qué tal si mejor vamos por un café?- me propone y hace una mueca esperando mi respuesta, pero esta se demora un poco en salir.
-Vamos por un Macchiato de caramelo, me gusta sentir la espuma en mi boca- respondo y hace una mueca en forma de risita burlona.
Miro el reloj antes de levantarme.
2:10 pm
Ella me estira su mano y la tomo, me ayuda a levantarme, voy hacia uno de los armarios que están en la sala y saco un suéter, lo suficientemente delgado como para no pasar calor por ahora, Ana toma su bolsa y nos disponemos a salir, me abre la puerta por lo que salgo primero, y ella detrás de mí cerrando la puerta.
Caminamos unos cuantos metros, llegamos a su auto, subo, y ella recorre el auto para subir y echarlo a andar.
Como ya es costumbre, ninguno de nosotros dos habla durante el camino, solo la radio y música de antes, de cuando papá aún era un bebé, el camino de mi casa a la cafetería es algo largo o quizá a mí se me está haciendo largo, dobla hacia la izquierda y unos metros adelante se detiene en el semáforo.
Me vuelvo hacia la derecha y veo a la Sra. Miller entrar a su tienda. “Le ha ido bien en los últimos años” Pienso. Hasta aire acondicionado implementó.
El semáforo cambia a verde por lo que el auto sigue el camino.
Pasamos la estación de policías y el recuerdo del disparo vuelve a vibrar en mí, me crea una imagen de Molly en mi cabeza que se comienza a desaparecer a medida que avanzamos y perdemos de vista la estación.
Las gotas de la lluvia hacen que el parabrisas se torne acuoso, las calles se encharcan a medida que esta cae. El aire sopla y Ana presiona el botón para que los vidrios de las ventanas suban.
La brisa ha dejado de entrar al auto e impaciente comienzo a juguetear con mis manos, las abro, las cierro, las rasco y limpio el sudor en mi pantalón.
El calor aumenta con cada una de nuestras respiraciones y lo único que hacemos es mantenernos callados en espera de llegar a Coffe-late, al encender el aire acondicionado un escalofrío inicial recorre mi brazo, y cuando llega al hombro, este se rompe en dos subiendo a mi cabeza y bajando a mis pies.
Respiro y Ana toce puede que sea un gesto o un aviso para comenzar a hablar por lo que hago un bostezo falso.
-¿Ya tan pronto tienes sueño?- me pregunta riendo.
-No, supongo que es el cansancio- respondo subiendo los hombros.
-¿Hasta qué hora dormiste después de que me fui?- arquea una de sus cejas-. Por cierto, una disculpa. Sigue diciendo al mismo tiempo en el que dobla hacia la izquierda.
-Después de que Karyme se fue- respondo aunque sé que es mentira-. Aunque no vi la hora sé que era demasiado tarde. Vuelvo a mentir sabiendo que ni siquiera sabía la hora en la que Karyme había salido de mi casa.
Los autos que pasan junto a nosotros y el mismo auto de Ana crean olas de agua en el suelo que impactan con los autos, las personas corren para atajarse bajo techo o entrando a los negocios del centro.
Dobla a la derecha, seguido a la izquierda y detiene el auto frente a la cafetería.
El agua aún sigue golpeando el auto, por lo que Ana apaga el motor.
-Voy a pedir para llevar- me dice y saca su teléfono del bolsillo.
Miro hacia fuera, el color grisáceo y opaco ha llevado a que todo el lugar tome un tono tenebroso.
La lluvia fría con el calor que había en la tarde se trasforma en vapor que nubla la pequeña y estrecha calle.
-Hola, muy buenas tardes- dice Ana amablemente en el teléfono-. ¿Qué vas a querer? Me dice apartando el teléfono de su oído.
-Macchiato de caramelo- respondo acurrucándome en el asiento.
-Sería un Macchiato de caramelo y un chocolate por favor- dice checando la hora de su reloj, me vuelvo a mirarla, ella me hace una mueca y sonríe-. ¿Me puede agregar a la orden 2 pastelillos? Sigue, rasco mi mano con más fuerza, la comezón se apoderado de mí y ha comenzado a ser de las suyas.
-Claro, ¿Cuánto será?- dice sacando dinero de su bolsa, en ese momento reacciono y me comienzo a sacar la cartera de mi pantalón.
-Yo invito- le digo y se vuelve hacia mí, asentando con la cabeza.
-Estamos a fuera de la cafetería- le dice-. Muchas gracias. Termina y cuelga la llamada.
-No tienes que hacerlo- me aclara, acercando el billete que tomó de su bolsa.
-¿No te puedo invitar un café?- espeto arqueando ahora las cejas.
-Claro que sí, pero no lo sientas como compromiso por llevarte a tus citas- responde.
-Claro que no- le digo echándome a reír-. Esta vez mi padre invita. Le digo y alzo una ceja.
El limpiaparabrisas aún sigue creando el rechinido dentro del carro, suben y bajan quitando toda el agua que cae a montones.
Una persona sale de la cafetería y antes de exponerse a la lluvia, abre un enorme paraguas que abarca más de lo que la chica necesita para no mojarse, se dirige hacia la camioneta y toca la ventana, presiono el botón para bajar el vidrio y la chica extiende las bebidas con los pastelillos, yo extiendo la mano para tomarlos y le doy el dinero por el monto de la compra.
-Gracias- le digo y sonrió.
-Gracias a ustedes- responde y vuelvo a presionar el botón para subir el vidrio y ella se retira nuevamente a la cafetería.
-Diablos- dice Ana mientras destapa su chocolate y este se le cae en las piernas, abro la guantera y saco un pedazo de papel para dárselo, se lo extiendo y sonrió.
-Gracias All- me dice y lo toma, al decirme All, me hizo recordar cuando estábamos juntos, y me acariciaba la oreja viendo como el sol caía sobre la ciudad y se postraba hacia otro lugar.
Sonrío, parpadeo volviendo a estar en el presente, y la miro, apartó la mirada de ella, vacila con una sonrisita.
Coloca su vaso con chocolate en el portavasos y echa a andar el auto, todo en mí se hace trizas cuando veo cómo vamos llegando al consultorio de la doctora Marinne, se forma una atmósfera oscura y opaca que hace que uno mismo no pueda pensar en nada, la mente se queda en blanco creando un abismo de desolación, las manchas negras aparecen al mismo tiempo en el que respiro aire puro cuando Ana baja del automóvil dejando entrar un poco de brisa que se mezcla con el calor del carro y el olor a chocolate.
Yo por mi lado abro la puerta y bajo, la cierro detrás de mí y me incorporo a un lado de Ana justo por debajo de las escaleras de caracol.
Ana va por delante, siempre le ha gustado llevar al grupo o en otras palabras ser la líder, por lo que dejo que ella tome su papel y va frente a mí, anda por las escaleras hasta llegar al pasillo blanco, al cruzar el mismo, los rayos del sol que vuelve a salir de entre las nubes negras comienza a postrarse en nuestros rostros.
Al final del pasillo las plantas y enredaderas son las que nos dan la bienvenida, Ana toca la puerta, y en un par de segundos Karyme es quien la abre.
-Esperó que no les moleste que haya venido- dice y Ana se vuelve hacia mí.
-No, para nada- respondo sonriendo, hace una seña para que nos adentremos al consultorio, Marinne ya está sentada en su típica posición, cruzando sus piernas y reclinada en el sillón hacia delante recargándose con los codos en las piernas.
-Adelante- dice y tomamos asiento, me señala que me acueste y eso hago, pasó junto a Karyme, la saludo y me recuesto, la mentira de haber dormido después de que ella se hubiese ido resonó en mi cabeza antes de comenzar con los recuerdos.
Miro a Marinne quien asiente con la cabeza.
Inhalo, exhalo, Inhalo, exhalo y vuelvo a llenar mi cuerpo con oxígeno puro lo que hace que mi mente se convierta en el recuerdo.
Marine, se mete en tu mente, y te pregunta cosas mientras tú misma conciencia va contestando, como para describir que fue lo que cenaste un viernes 8 de noviembre hace 10 años, algo parecido a eso.
Es como una hipnosis en la que tú como persona no respondes, si no la parte de tu cerebro que guarda todo el pasado, transportándolo a recuerdos nuevos y viviendo los nuevamente.
Un recuerdo en vida real dentro de tu subconsciente.
Hasta el momento en que tu mente se deja llevar.
-Dime Ángel, ¿Qué vez?- me pregunta Marinne.
-Me veo a mí durmiendo- respondo y el palpitar de un tono y el movimiento vibratorio del teléfono se mezclan con el mismo sueño...
13 DIAS ANTES
DEL GOLPE
La alarma suena, ya han pasado aproximadamente 10 horas desde que recordé la muerte de Molly.
¿Qué estoy diciendo?
¿Molly? ¿Ella está viva?
Murió pero a la vez no murió, ahora ella será tomada como un supuesto Ángel.
Como alguien que retó y venció a la muerte.
Eso es basura ¿Saben?
Si supieran que ella fue la que intentó matar a Ana y Alan, las cosas cambiarían.
Me levanto, me pongo mis pantuflas y tomo la ropa que esta junto a mi mesa de noche, papá siempre hace lo mismo, me prepara la ropa para el día siguiente desde que tengo memoria, aun así mi madre estuviera en casa, él lo haría.
Sigo derecho al baño, dejo la ropa qué papá me dejo en uno de los estantes dentro del mismo.
Me desvisto y entro a la regadera, no me importa cuál de las llaves abro, si cae el agua fría o caliente, eso es lo de menos, abro las dos al mismo tiempo.
Agua helada sale y empapa mi cabello, esta se empieza a mezclar con la caliente conforme el agua recorre mi cuerpo.
No tardó más de diez minutos dentro cuando ya me estoy secando y cambiando, viéndome al espejo, el brazo envuelto en una bolsa hace más complicada esta acción, aún más el tenerlo sin movimiento, por lo que tardo más de media hora en ponerme toda la ropa, tarde más en la playera ya que cuesta meter el brazo para que este mismo no genere movimiento, ni siquiera me molesto en peinarme, solo seco mi cabello y me miro al espejo, así es como lo llevo, lavo mis dientes, tomo mi mochila y salgo de la habitación.
Salgo de la casa tomando las llaves de mi auto, hasta que recuerdo que este está destrozado.
-Mierda- pienso, regreso, abro la puerta y aviento las llaves, la vuelvo a cerrar y apresuro el paso para llegar a la parada del autobús.
Al estar parado esperando el autobús escolar, me encuentro a Joanna que se dirige a la universidad en su auto, como ya vieron, es enfermera en el hospital Lyncott, ella es dos años mayor que yo, pero aun así, fue una de mis mejores amigas de la infancia.
Cuando mi madre murió, ella fue un apoyo en el luto, me ayudó a regresar al mundo normal, al real, a estar consciente de lo que me rodeaba y de que todo estaría mejor para ambos.
Me hace una seña para que suba a su auto, a lo cual hago una mueca, llevamos más de dos años sin hablarnos, y es porque su hermano hizo que pasara, nos hizo unas jugarretas a ambos diciendo que el uno se las había hecho al otro, hasta que estas se tornaron más violentas y terminaron con ella en el hospital.
No fue tan grave ahora que lo pienso.
El ser alérgica a la nuez y comerla en un pastel no fue tan grave.
Su hermano va de copiloto por lo que me siento en la parte de atrás
-¿Cómo estás?- me pregunta.
-Tratando de sobrevivir- respondo riendo y hace una mueca chistosa.
Kahlo se vuelve hacia mí.- Hermano, ¿Todo bien?-. Me dice no tratando de ser tan directo y fingiendo que no está viendo mi brazo.
-Todo bien- le aclaro y vuelve su mirada hacia enfrente, durante lo que quedaba de camino ninguno de los tres dijo nada, nos mantuvimos al tanto de todo pero en silencio, sin ni siquiera oír las respiraciones de nosotros mismos, estas se mezclan con el mismo sonido del auto y se hacen nada.
Aunque la ciudad es ruidosa, hoy se mantiene en silencio, supongo que está así desde lo sucedido en la universidad, siento como si me hubiesen inyectado un dardo relajante porque el sueño comienza a llegar a mí.
Este hace que me acurruque en el mismo automóvil y se vuelva cada vez más nada de ruido ahí.
No entiendo que es lo que sucede conmigo.
El doctor me dijo que debería de estar en recuperación por lo menos 3 semanas pero véanme, ya voy directo a la escuela 4 días después del accidente de Molly, la ventana va por debajo de mi cara, y es lo que hace que el mismo sueño me mantenga en mi mente y en la realidad...
-Mamá- digo caminando hacia ella.
-No te acerques- me arroja y se aparta más de mí.
-¡Mamá!- le vuelvo a decir.
-Guarda silencio.
-¿Qué ocurre?- pregunto.
-Solo no te acerques- responde y se incorpora junto a la ventana mirando por las cortinas que hacen juego con su vestido.
-¿Y papá?- pregunto tratando de acercarme.
-Él estará bien- me dice, el golpe de la puerta eriza mi piel y esta se vuelve algo más que solo una rutina de casa.
Nunca nadie llama a la puerta a menos de que mamá me lo diga antes de que ellos lleguen.
Ni siquiera viene la abuela, ni los tíos, ni mis primos.
Nadie.
Pero ahora la rutina se ha salido de las manos porque los golpes se vuelven más y más fuertes a medida que mi madre se aleja de la ventana.
-Quédate ahí- me dice señalando al lugar donde me encuentro.
Ella va hacia la puerta, misma que antes de poder tomarla para abrir se rompe en pedazos lanzando a mi madre a un metro de donde estaba...
-Mamá- grito, pero el sueño ya se había ido por lo que Joanna pisa los frenos que casi me hace chocar con el asiento delantero.
-Lo siento- les digo mientras me incorporo de nuevo en la posición en la que estaba, lo apenado se me nota a medida en que regreso a mi lugar, y la condición de los hermanos Mckenzie se nota.
-¿Qué pasó?- dice Joanna presionando el botón de las direccionales, se vuelve hacia mí, su aspecto es de susto y claro que debería de estar asustada después de haberme escuchado gritar.
-Tuve un recuerdo, en donde vi a mi mamá- les digo e inhalo aire, este mismo se mantiene en mí hasta que ellos responden.
-¿Estás bien?- me dice Kahlo, que se vuelve hacia mí.
-Lo estoy- respondo y me incorporo a ellos.
-De acuerdo- dice Joanna y se vuelve hacia delante.- ¿Puedo seguir? Me pregunta mirándome por el retrovisor.
-Sí, no te preocupes- le digo tomando mi mochila-. Estoy bien.
Quita las direccionales y echa a andar el auto, por el resto del camino trato de mirar por la ventana, por lo que el aire que entra por la misma me hace ahogar, se introduce en mí y mi respiración se va, me asfixio con el mismo aire que entra por mí.
En eso recuerdo el daño por el cigarrillo que mi madre provocaba.
Pero aun así no subo el vidrio.
No quiero parecer el raro más de lo que ya me siento.
Gira a la derecha y pasa por la cafetería, vuelve a girar a la derecha, unos metros adelante vuelven a girar en la misma dirección, frena, ahí está la universidad, reporteros rodean el área, y le es difícil poder conducir por entre ellos.
-Estos que se creen- dice Joanna más para sí que para nosotros, tocando el claxon del auto.
Avanzamos lento pero logra girar a la izquierda para poder llegar al estacionamiento de la escuela.
Logra conseguir un lugar bajo la sombra de un árbol y ahí lo aparca.
-Ya llevan 3 días internándose en la escuela- dice tomando su bolsa de la parte de abajo del asiento del copiloto-. ¿Acaso creen que ellos van a descubrir quién lo hizo?, eso deberían de dejárselo a los detectives. Dice y baja del auto, yo hago lo mismo, el sol, aunque apenas va saliendo está más caliente que días atrás, la Luz es tan brillante que me hace deslumbrar al momento de cerrar la puerta del auto, me vuelvo hacia atrás, lo primero que veo son los destellos de los carros, comienzo a caminar y subo las escaleras hasta que llego a la puerta principal. Entro en ella y me vuelvo a la derecha, camino hasta llegar a mi casillero, lo abro y de este saco una sudadera y meto una chamarra, que traía puesta hasta que me la quite en el trascurso del caminar del auto al mismo casillero.
Saco dos cuadernos y los meto a la mochila.
Cierro el mismo y comienzo a caminar.
Joanna me dijo que las clases habían cambiado, por lo que sigo a una chica que va en la misma clase que yo a primera hora, dobla hacia el pasillo principal y después pasa junto a la cafetería, dobla a la izquierda y aún sigue ahí, una mancha de sangre imborrable marca el sitio en donde Molly fue encontrada, justo por delante de unos casilleros, suicidio dijeron que fue, pero al mismo tiempo homicidio, los sospechosos en prisión.
Alan y Lizbeth; tengo que buscar la manera de ayudarlos sin empeorar las cosas, pero necesito recordar bien que fue lo que pasó, nuestro plan y por qué huimos.
Todo se mantiene normal, como si fuese un día cualquiera dentro de la universidad.
Todos van a su salón, platican, hacen tareas, pero tienen miedo, tienen miedo de no saber qué fue lo que pasó con ella, de pensar en qué harías si volviera a pasar y en quien lo hizo.
Doblo hacia la derecha y de nuevo a la izquierda, ahí está el casillero de Molly, lleno de cartas pegadas, en el suelo algunos peluches y velas; aunque siendo sincero las velas están prohibidas en la universidad, con mensajes de apoyo y aliento como:
Te esperamos en casa, mejórate pronto, cierro los ojos e intento no mirar.
Agacho la mirada y sigo derecho, pero el color de las flores me hace imposible el no mirarlas
Respiro y acelero el paso, los recuerdos en mí se activan como una mecha encendida recorriendo el camino para llegar a la dinamita.
Respiro y me vuelvo hacía en frente, trato de no alterarme y de mantenerme frío, como si mordiese un pedazo de hielo para estar bien y no encenderme y soltarme a llorar.
No logro ver a la chica de mi salón, Rachell. Por lo que alzo la vista hacia delante, pero aun así sigo sin verla.
Acelero el paso aún más rápido mirando por los pasillos, y ahí está justo doblando a la derecha, su coleta es inconfundible y la sigo, ella entra en el salón 23 y lo primero que veo hace que me arrepienta de haber venido, me hubiese quedado en casa en vez de venir a la clase de Graham.
Historia universal, leo en la pizarra.
-Mierda- pienso, trato de blanquear mi mente, entro, cierro la puerta detrás de mí y me guio hacia el ultimo pasillo, mesa del fondo, ahí está Ana, y ahora le haré compañía.
El señor Graham entra, enciende las luces para iluminar el salón más de lo que ya está, comienza a dibujar garabatos en el pizarrón simulando la guerra de los 7 años.
-Ah, mierda que tontería- digo pensando en voz alta, por lo que todos e incluso el profesor se vuelve hacia mí.
-¿Disculpe?- arroja el Señor Graham quitando sus lentes-. ¿Tienes algo que compartir con la clase?
-No, lo siento- le digo apenado.
-Más respeto estudiante- me dice y vuelve a poner sus lentes.
-Lo tendré señor- le digo y se vuelve hacia el pizarrón.
El haberme salido sin desayunar nada hace que mi estómago de vueltas por lo que comienzo a sentir algo de náuseas, siento como si una parte de mi quisiera salir, siento cómo sí quisiera volver lo que cene anoche, como esa sensación que tienes antes de vomitar.
Creó que quiero vomitar, pero me aguanto porque no quiero salir corriendo del salón.
-¿Estás bien?- pregunta Ana volviéndose hacia mí.
-Si- le respondo, tomando mi mochila y sacando de ella mi botella de agua, la destapo y bebo un sorbo de la misma, mala idea-. Solo que no pude dormir bien. Le digo ahora mintiendo para despistar el aburrimiento de esta clase.
Por supuesto que dormí bien, mi doctor me obligó a dormir más de 8 horas, solo que no quiero estar sentado aquí viendo como todas las personas me miran y como ellas mismas tratan de matarse unos a otros con la mirada para ver que está ocurriendo en mi mente.
-¿Quieres que te lleve a casa?- pregunta Ana tomándome del hombro.
-No gracias, me llevara Johana- le digo.
-Descuida, nos veremos después de eso en el hospital- me dice.
-Claro, aunque siento que todavía no me van a quitar los puntos, tengo que durar más de una semana con ellos para que me las pueden quitar, 15 días aproximadamente- le aclaro.
-Pero te llevaremos a que te revisen y te limpien la herida- me dice.
-No te preocupes- insisto.
-Ángel, quiero ayudar y después si quieres pasamos a ver a Lizbeth y Alan- me dice en modo serio, pero el hacer énfasis en ellos hace que me sienta mal porque están en prisión.
-Claro, pasamos a verlos- respondo aunque sé que me odiaran, será la primera vez en 4 días que los voy a ver.
Deben de estar decepcionados de mí.
El plan, la organización, todo, no salió como lo habíamos planeado.
El profesor Graham empieza a explicar la clase y sé que mi cabeza no puede más, me da un dolor en ella como cuando descubres algo importante, como si quedaras en shock por unos segundos, es así como cuando te apuñalan y ese dolor permanece siempre, como cuando descubres quién es Santa Claus o como cuando tus padres te confiesan que vas a tener un hermano, eso es lo que siento, pero ahora imaginen eso mezclado con un dardo tranquilizante que se penetra cada vez más, más, más y más en mi cabeza, el sueño...
Después de una hora y media de clase durmiendo, despierto y es ahí cuando cambiamos de salón, así la paso por el resto del día, me faltan 3 materias para terminar el día, y solo una es mi favorita, la última.
Antes de entrar a la siguiente el olor de la sangre hace que quiera vomitar por lo que voy a los baños, abro la puerta, me dirijo al retrete más cercano y me dejo caer tomándolo con fuerza.
El líquido verde y amarillento que sale de mí, hace que se me salgan las lágrimas, al mismo tiempo en el que mi estómago se revuelve aún más a fondo, saco todo, hasta lo que no debería de haber sacado, viéndolo ahí, todo espeso, sé que es un asco.
Ahora me siento en el suelo.
No sé qué pensar, quiero mantenerme en blanco.
-Ángel- me llaman desde afuera y su voz hace que sienta una gran compañía-. ¿Estás bien? Toca la puerta, pero al mismo tiempo no quiero que nadie me moleste.
-Lárgate- le grito.
-Ángel, ¿Estas bien?- me pregunta tratando de abrir la puerta.
-Que te largues- le vuelvo a gritar, pero sé que lo quiero tener ahí. Aún no puedo, aún no puedo salir de lo que estoy pasando es como algo diferente a todo lo que estoy haciendo. Lo mismo pasó con la muerte de mi madre, tardo casi un año para mejorarme.
No comía y lo que comía, lo vomitaba, no dormía y lo que dormía lo gastaba. Eso pasaba día con día hasta empeorar e ir al hospital.
Pastillas, comía de más, vitaminas, doctores, etc. Y solo 3 meses para recuperarme.
Ahora sé que esto es diferente, y se controlarme.
Pero vamos, un disparo cerca de ti, un disparo cerca de mis oídos, la sangre se me ha empezado a deslizar por mis dedos, sé que no estamos bien, Alan y Liz están encerrados, y nos están protegiendo.
No quieren decir nada y los retienen, solo por evidencia que nosotros mismos olvidamos, tengo que hacer algo para remediar esto, tengo que pensar en que voy a hacer.
Tendremos que hacer el punto 3.
Tendremos que hacer el punto tres, me digo a mí mismo.
Alterar las pruebas, y lo tenemos que hacer lo antes posible porque si no todo esto se hará una mierda, pienso, me levanto y limpio la boca, limpio mis manos y jalo la palanca del inodoro, salgo, miro a Sam y lo abrazo.
-¿Confiar o no confiar?- le digo, y siempre ha sido nuestro modo de hablar cuando uno está metido en serios problemas, él solo una vez lo utilizó y fue cuando robó ropa de una tienda y tuve que ayudarlo a encubrir todo, ahora él me lo debe y lo sabe.
-Confiar- responde mientras pone los ojos en blanco-. ¿Es muy malo?
-Se quien le disparó- le digo.
-¿Quién le disparó a quién?- me dice y su semblante cambia, ahora es de preocupación, pone sus manos detrás de su nuca y respira.
-Se quién mató a Molly- respondo firme.
-Pero está bien, en el hospital...
-Murió por unos segundos- lo interrumpo casi gritándole a la cara, hace meses que no lo tengo frente a mí, y cuando lo tenía solo era para besarlo.
-¿Quién lo hizo? ¿Quién mató a Molly?- me pregunta y se aleja un poco de mí para volverse a los espejos del mismo lavadero de los baños, la rabia hierve sobre mí, me quema como fuego quemando mi cuerpo, decir la verdad cuesta más que decir la mentira, que jugar con la verdad, e incluso con la vida.
-Yo, yo maté a Molly- le respondo viendo sus ojos, pero el solo parpadea sin decir nada, sin ni siquiera escuchar su respiración, su hermana está bien, pero, tenía que saber la verdad acerca de mí, y de lo que hice.
-¿Qué?- pregunta desconcertado, por lo que me vuelvo hacia él, levanto la cara y con las lágrimas rozando mi rostro, le vuelvo a repetir, el dolor se genera en mí, desde el fondo de mí, las palabras se expulsan para salir y explotar en la cara de Sam, hiriéndolo y destrozando cada parte de su ser, cada parte de su alma, y cada parte de su interior.
-Yo maté a Molly- le digo y pierdo ante él.
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¿Quién mató a Molly?
Mystery / ThrillerLa muerte no es algo sencillo, y aun mas cuando nadie sabe que le paso a Molly. ¿Nuestra perdida? ¿Mi pérdida? ¿La perdida? -Molly esta muerta- decía Alan mientras recorría los pasillos de la universidad tratando de buscar como limpiarse las manos c...