Capítulo 1

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OLIMPIA

Una vez leí una frase que decía que algunas personas sobreviven en el caos porque es lo único que conocen, pero lo que más me impresiona es la gente que es consciente pero no hacen nada para salir de él. Eso estaba escrito en un libro que leí en la típica cafetería que encuentras en la esquina y siempre le doy vueltas cuando no estoy haciendo nada, sobre todo cuando salgo a patrullar. Hace poco que entré en la policía como oficial y por ser "la nueva" me tienen dando vueltas de un lado a otro todo el tiempo. Tenía bastantes expectativas a esto de ser poli, pero una vez más cayendo en las mentiras de la industria cinematográfica.

—¡Olimpia!—no puede ser, acabo de llegar —. Necesito el informe de ayer.

¿El informe que tenía que haber preparado para esta mañana pero que no he hecho?

—Sí señor, en un momento se lo mando.

Se me ha olvidado por completo el dichoso informe, solo era un robo y resultó que al final era el dueño de la tienda que iba borracho y no recordaba su clave. Y por cierto, a parte de vigilar las calles también hago informes de operaciones que ni siquiera he estado en ellos ¿eso es legal? Yo digo que es explotación laboral.

Completo el documento lo más rápido que pude y se lo entregué, me llevé un regaño pero no es nada nuevo.

—Olimpia—me llama alguien desde el otro lado del escritorio—. ¿Vienes a cenar?

Mi encantadora compañera Nora, siempre tan amable. Fue la primera persona que conocí aquí, el primer día estaba nerviosa y ella me ayudó y me explicó todo. Estas personas son una bocanada de aire fresco.

—No, no me esperes—contesto arrastrando los papeles encima de la mesa de un lado a otro—. Estaré aquí hasta tarde.

le señalé el montón y ella asintió comprendiendo la situación.

—Vale, nos vemos mañana entonces—tan linda—. Buenas noches.

—Buenas noches—respondo con una sonrisa.

Hoy no está la comisaría tan llena, pero el problema era el comisario que si no fuera por él yo no estaría aquí comiéndome un tupper de macarrones sola.

Es una persona fría y seria, a veces me da miedo y cuando alza la voz no se escucha ni el ruido de las fotocopiadoras. Intimidaba pero yo sé que en el fondo tiene buen corazón, recuerdo que una vez por no cumplí con los procedimientos de registro de un par de multas y en más de una vez la he cagado y no me dijo nada aún así pensé en dos posibles opciones. Uno, se quiere vengar y aún no sabe cómo y dos, me descuenta todos esos fallos de mi salario. Las dos cosas son chungas, pero tengo fe de que solo se le haya olvidado.

—Oficial Díaz— ahí va otra vez.

—¿Señor?—toco antes de entrar—. ¿Me llamaba?

—Sí, pasa y cierra la puerta—llega mi fin, adiós mundo ha sido un placer—. Usted sabe de informática si no mal recuerdo.

Eso era nuevo, no esperaba que me preguntara era sobre esto, pero podía intuir por dónde quería ir y no se si yo era la más indicada para debatir sobre esto.

—Si señor, algo sé—respondo directa.

—Bueno con respecto a lo que está pasando ahora mismo me gustaría que tú pudieras colaborar—me comenta.

Dios mío.

Hace poco han estado ocurriendo ataques cibernéticos en la ciudad que solo afectaba a las personas de grandes cargos aquí en Birmingham y poco a poco en todo el país. La situación es bastante preocupante la verdad. Lo que ha estado saliendo han sido los trapos sucios en resumidas cuentas, pero también han salido cosas que no tenía por que ser de conocimiento público como algunos secretos de estado.

Entre la rebeildía y la libertad (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora