Capítulo 12

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ISABEL


De momento no hay nada de lo que preocuparse, Iván y Olimpia están haciéndolo bien y gracias a ella, hemos podido acceder a las cámaras de seguridad así que podemos supervisar todo. Lo que si me preocupa es Benjamín al aparecer así de repente pero teniendo en cuenta que trabaja con la prensa, no me extraña. Matthew y yo estamos fuera atentos a cualquier indicio de problemas, hemos venido en dos coches y aunque no somos muchos por precaución no puedo evitar pensar en si la cosa podría empeorar. En ese caso habrá que improvisar porque no hay margen de reaccionar adecuadamente, pero ahora debería quitarme esos pensamientos de la cabeza.

—¿En qué tanto piensas?—pregunta mi jefe.

—En nada importante—contesto cansada.

—Deberías tener más fe en ellos.

—La tengo.

—No es verdad—me giro hacia él extrañada—, solo la tienes en él y ahí dentro hay dos personas.

Me sale la risa floja, no era mi intención pero habla de ella como si fuera uno de los nuestros, para mí no es así y no lo será. Entiendo que nos esté ayudando, pero lo único que espero de ella es que acabe su contrato de colaboración y que todo sea como antes.

Los minutos pasan y aún sigue todo igual, la ingeniosa idea que tuvimos fue meter un telefono con ellos y a través de la llamada poder escuchar todo. Por ahora va bien pero a veces se entrecorta con la falta de cobertura y no me extraña, ese sitio era muy grande y no es como si tuviéramos otra opción. Ahora que me doy cuenta, parece que siempre estamos improvisando en este trabajo.

No es porque queramos, lo juro.

El sonido del teléfono de Matthew me saca de mis pensamientos y me hace dar un brinco ¿qué clase de tono de llamada es ese? Parece la alarma de la guerra. Me preocupaba que fuera algún problema y Cris no me contesta a los mensajes. Decidió quedarse en la oficina para adelantar trabajo y esperar a que termináramos, la verdad es que cuando se pone seria, no hay quién la pare y hay que aprovechar su racha. 

—Me parece que vas a tener que volver a la oficina—comenta guardando el teléfono.

—¿Qué ha pasado?

—Me ha llamado el inspector, tienen a Joe—¡¿qué?!—. Cristina ya está ahí, ve con ella a interrogarlo a la comisaría, dudo que lo vayan a llevar a la oficina.

—¿Te vas a quedar aquí?—pregunto y él sale de la puerta del copiloto—. ¿Y si pasa algo?

—Deja de preocuparte—me abre la puerta para que saliera y ocupar mi lugar delante del volante—. Yo estoy aquí así que no te agobies.

¿Eso iba con otras intenciones?

No tardo mucho en llegar, menos mal que la comisaría no está tan lejos y ya es de noche por lo tanto no había mucho tráfico como esperaba así que pude llegar andando. La gente ahí estaba alborotada y no me extraña, han detenido un hombre que está bajo sospecha de asesinato y por tráfico cibernético. Busco a mi amiga por encima de la multitud y la veo sentada comiéndose un bocadillo despreocupadamente. Sí, un bocadillo.

—Perdón, ¿quién es usted?—un agente me bloquea el paso.

—Agente Isabel Spenser—digo mostrándole mi identificación—, del MI5, vengo a ver al sospechoso.

—¡Ah! es usted compañera de aquella agente de ahí—dice y Cris me saluda alegremente mientras sacudía la mano.

Tristemente sí.

Entre la rebeildía y la libertad (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora