Capítulo 11

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OLIMPIA


Estaba molesta, muy molesta y no se que hacer con esta frustración y eso me molesta aún más. Después de lo que ayer, no volvimos a cruzar palabra porque nada más llegar nos encerramos en nuestros respectivos cuarto, que técnicamente el mío es suyo pero eso da igual ahora. Tampoco sé porque estoy enfadada, nos conocemos hace poco como para que me moleste lo que ella diga o piense, pero estoy tratando de ayudarlos a ellos y a los míos. Por otra parte la entiendo, ¿quién querría confiar en una criminal?, pero aún así me fastidia, no se puede trabajar así.

Según tengo entendido hoy había una gala donde REM estaría ahí, el problema es que no tenemos ni idea de a quién buscamos, así que vamos a ir a la aventura y pienso que esto va a ser muy difícil. El lado positivo es que si fracasamos y encontramos al hombre del banco, solo habremos perdido el tiempo en ir a la gala, el negativo es que si no encontramos a ninguno, nos podemos dar por vencidos porque dudo que tengamos otra oportunidad como esta.

Eran las siete de la mañana y es la primera vez en mi vida que me levanto a esta hora por voluntad propia, no podía dormir así que me he hecho un café con mucho azúcar y no había nada dulce para acompañarlo, que desgracia. Echo de menos la panadería que hay debajo de mi casa y también a Erick, hace unos pasteles increíbles, algún día tendré que volver y ahora que lo pienso, me fui sin avisar.

Tampoco es como si hubiera tenido elección.

—Buenos días—la voz de una mujer detrás mía me asustó—. Ay, perdón si te he asustado.

—Ah, señora Park buenos días—estaba tan absorta en mis pensamientos que no escuché que entraba—. ¿Quiere un café?

—No, no te preocupes, me tengo que ir ahora al médico—comentó dejando una bolsa encima de la mesa—. Mientras pasaba ví la luz y pensé que Isabel estaba despierta, he traído unos dulces para que desayunéis.

—Muchas gracias—no sabía si preguntarselo pero parecía cansada—, ¿está bien?

—Sí, no te preocupes, solo es un chequeo—asentí y le dí una botella de agua.

—Tome, tengo entendido que el médico aún queda lejos y si no quiere café, al menos llévese una botella de agua para el camino.

—Eres muy amable, tus padres no se preocupan si te quedas conmigo a vivir ¿no?—dijo entre risas.

—Pues no lo sé, supongo que no donde quiera que estén—dije con una sonrisa y ella se dió cuenta pero antes de que dijera algo la corté—. Fue hace mucho tiempo, ni siquiera los recuerdo bien.

—Lo siento mucho—contestó—. Aquí me tienes si necesitas algo, se que Isy puede ser antipática a veces pero es una buena chica, ten paciencia si os peleais a veces.

Y tanta paciencia.

—Descuide.

En la cocina Isabel tiene un mini televisión, la encendí y me puse a buscar algo interesante que ver pero lo único que había eran las noticias y un montón de teletienda en muchos canales. ¿Quién ve la publicidad a estas horas?, está claro que a quien se le ocurrió promocionar sus productos tan temprano, debería hacer una investigación de campo para ver cuánta gente enciende la tele en la madrugada.

Decidí leer el periodico que había traído la madre de Isabel, estaba dentro de la bolsa así que supongo que lo habrá dejado sin querer. Me siento literalmente como una señora mayor haciendo esto, desde que estoy aquí he leído más el periodico que podría dedicarme a la prensa perfectamente. Política, ocio, deportes...era lo que había, nada más interesante se encontraba entre esas páginas, hasta me había saltado la portada porque seguro que es algo irrelevante. Cerré el periodico y me encontré en la cubierta con una de las noticias que no esperaba ver, lección aprendida, nunca subestimar las noticias que aparecen en portada.

Entre la rebeildía y la libertad (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora