Capítulo 4

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ISABEL

Mientras estabamos ahí dentro no se me ocurrió nada que decir, solo escuchaba como Mattew hablaba con ella mientras analizaba la situación, parece ser que el plan de dejar que nos ayude le parecía una buena opción pero esto parece demasiado sencillo. ¿De repente quiere ayudarnos? aquí hay algo más

—¿Qué opinas de esto Isabel?—me pregunta justo al salir por la puerta.

—¿Se fía de ella?—confío en mi jefe y se que lo que él decida va ser lo mejor, espero que esta vez acierte con su decisión.
—Es una buena oportunidad—asiento—, también creo que nos agilizará el trabajo pero no le creo ni un pelo.

Esto no me está gustando nada, lo que deberíamos hacer es llevarla a juicio y que un juez dicte su sentencia con las pruebas que ya tenemos, no entiendo porque ha aceptado sin siquiera pensarselo.

—Tú eres la que no parece muy convencida—no hace falta ninguna respuesta por mi parte para que él se de cuenta—. Confío en que vosotros tres sepáis vigilarla en todo momento, ella está dispuesta y yo voy a asumir el riesgo. ¿Cuento contigo Isabel?

Yo solo asiento, espero que no nos arrepintamos de esto más adelante, quitando ese pensamiento por un momento, ¿cómo narices vamos a empezar?
Olimpia seguía en la sala junto con Mattew donde aún la interroga, así que salí a terminar los últimos informes que me quedaba de los dos últimos casos que tuve para poder despejar un poco la mente. Pero da la casualidad que los responsables fueron los hackers que acechan estos días, los cuales no se sabe absolutamente nada sobre ellos, nuestro equipo tecnológico le ha sido imposible rastrearlos y eso que son muy buenos en lo que hacen. La situación es un completo desastre.


Hay algo que se me está yendo de las manos y eso me frustra cada vez más, cuanto más cerca estábamos, algo pasa y llegamos a un callejón sin salida. Aunque Iván consiguió infiltrarse en una oficina donde hacían reuniones clandestinas algunos de los matones de las víctimas de los atentados, pero la cosa se complicó y el jefe decidió que lo mejor era retirarse. Obviamente nosotros quisimos seguir y asumir el riesgo, pero él es el que manda.

Los tres hemos estado juntos,  desde el inicio y prácticamente nos hemos convertido en familia, cada uno de nosotros tiene una historia diferente y sus propios fantasmas.

—¿Sigue hablando con ella?—pregunta Cristina asomándose por mi escritorio—. Está tardando mucho ¿no?

—Sabrá él que tiene que hacer—Iván se acerca a nosotras y se sienta enfrente mío y de Cris—. ¿Sabes tú algo?

—No, solo que quiere colaborar—ellos no parecen de acuerdo con esto, pero sé que también piensan en aprovechar la oportunidad—. Estamos mejor solos.

—Yo creo que podemos aprovecharnos de eso, deberíamos probarla para saber si de verdad quiere trabajr con nosotros.

Esa era una buena idea, pero ¿cómo? Los agentes de policía que revisaron su casa después de detenerla nos informaron que no había nada sospechoso, incluso el ordenador que en todo caso ahí es donde debería de haber evidencia pero estaba limpio. Va a ser difícil conseguir pruebas de que está de nuestro lado, habrá que esperar y ver.

Antes de poder terminar los informes nos llaman a los tres a la sala de juntas, no recuerdo que tuviéramos alguna reunión hoy. Miro a Iván y él no parecía saber nada y como siempre Cris ya se había adelantado, esa chica es muy inquieta, nunca hace las cosas con calma.

Cuando llegamos estaba Mattew y Olimpia ahí sentados, ¿habrán llegado a un acuerdo? ¿No está pasando todo muy rápido?

Entre la rebeildía y la libertad (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora