Capítulo 8

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Rápidamente, Priscila intentó crear una barrera de pinos pero el hombre la alcanzó antes de que pudiera hacer algo.

- Empieza a hablar, bruja. ¿Qué hace una maga con un monstruo como tú? - el chico pegó un cuchillo al cuello de Priscila creando una fina línea de la que empezó a brotar poca sangre.

- No tengo nada que decir a un elfo de poca monta - le recorrió un escalofrío cuando sintió la daga más pegada a su cuello tras sus palabras.

Una ráfaga de aire le quitó la capucha al chico destapando una orejas puntiagudas características de la raza élfica y un pelo medianamente largo de color oscuro. Muy oscuro para ser un elfo. Rápidamente, se la volvió a colocar. Priscila le miró desconcertada ya que los pocos elfos que conoció de niña tenían el pelo claro, casi rubio o blanco.

- Responde a mi pregunta.

Priscila le miró a su alrededor, intentando trazar un plan para librarse del chico y volver con Shiz. Su tobillo debía ser curado rápido. Pensó en crear alguna planta de defensa pero sólo estaba rodeada de pinos y no tendría tiempo para que creciese un poco antes de que la cortase la cabeza. ¿Y si usaba las setas que recogió? Por un momento tuvo esperanzas pero todas saltaron por la borda al ver que la cesta se encontraba demasiado lejos como para lanzar algún ataque, por muy débil que fuese.

- Si no respondes, tu amiga se quedará sin tobillo y puede que acabe muerta en la remota cueva de este inmenso bosque. - el hombre la miró esperando una respuesta.

- No te atrevas a tocarla. - cerró los puños con impotencia. Ahora ya no tenía a nadie más que ella y era como una garantía de su supervivencia.

- No lo haré yo. Lo hará su herida, pronto. Muy pronto.

- No está tan grave. Sólo necesita reposo y alguna planta medicinal. - Priscila se ponía cada vez más nerviosa, impaciente.

- Tu experiencia aquí no es nada comparada con la mía. Esa herida puede causar la muerte si no se cura bien. Os habéis quedado sin plantas medicinales y sin tiempo.

- ¿Cómo sabes lo de las plantas medicinales?

El hombre no dijo nada pero alejó la daga unos centímetros. Los necesarios para que Priscila pudiese relajar un poco su postura.

- Maldita sea, ¿por qué nos quieres ayudar?

- No te confundas. Ayudo a una maga, no a una bruja.

- ¿Y quién te ha dicho que necesitamos tu ayuda? Shiz no va a querer ayuda de un elfo.

-- ¿Tengo que volver a enumerarte las consecuencias de la herida de tu amiga? No creo que rechace una ayuda que le puede salvar la vida.

- Igualmente, ¿tú qué ganas ayudándola?

- No tengo por qué contártelo, no te concierne.

Priscila notaba cada vez más frío en el ambiente, sobre todo en sus pies. Las botas comenzaban a mojarse cada vez más debido a la nieve amontonada a sus pies y el aire no paraba de soplar provocando que el frío aumentase.

- Podemos quedarnos aquí toda la noche muertos de frío pero de mi no obtendrás palabra alguna.

- No me haces falta para llegar a la maga, sólo quiero saber qué os ha llevado a compartir el mismo camino.

- Tampoco te lo diré. ¿Te han dicho alguna vez que no tienes que meterte en la vida de los demás?

El hombre dio un salto hacia atrás alejándose de Priscila que inconscientemente se llevó la mano al cuello para verificar su herida. Por suerte no era nada profunda.

El clan del fenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora