Capítulo 23

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Shiz no sabía a dónde mirar exactamente. Había demasiadas máquinas, runas y pociones por todos lados. La sala estaba llena de colores desde neutros a casi fluorescentes.

-¿Qué es todo eso?

- Todo esto es lo que te he estado contando en el camino hacia aquí, el cambio que necesita este mundo.

- ¿Planeas usar esto para cambiar el mundo? - Shiz miró a su maestro con incredulidad - ¿Contra aquellos que juraste proteger?

- ¿Que juré proteger? - el maestro se fue alejando de Shiz y tomó un plano del mundo - Por favor, Shiz. Esos patanes no saben más que vivir pisoteando a todos y evitando que salgan mentes brillantes, como pasó con tu familia.

- No te atrevas a nombrarles - Shiz apretó los puños - No metas a los muertos en temas que no les conciernen.

- Mi querida Shiz, esto es un tema que nos concierne a todos. Tanto a los vivos como a los muertos.

El maestro dio un recorrido por la entrada del inmenso laboratorio. A pesar de tener las paredes de roca como las de los túneles, estaba decorado de manera elegante con sus respectivas alfombras, tapices y lámparas enormes en el techo. Por lo que pudo observar Shiz, el laboratorio estaba dividido en dos secciones, la zona mecánica y la zona mágica. En los últimos años había surgido una corriente diferente a la magia que, en vez de usar el maná y artefactos para crear cosas, las construían a base de materiales sumamente preparados para cada función como el hierro, encontrado en una de las minas profundas de la capital. Sólo era conocido por unos pocos y Shiz tuvo la oportunidad de ser una de las privilegiadas cuando recibió una misteriosa invitación para asistir a una reunión como representante de su maestro, algo que acabó con la muerte de la mayoría de los presentes y la desmantelación completa de todo lo relacionado con las máquinas.

-No sabes dónde te estás metiendo.

- Parece que todo te ha sorprendido demasiado, querida alumna. - el maestro se detuvo enfrente de otro plano que ocupaba casi toda la pared. Parecía un mapa pero Shiz no identificaba de dónde era. - Todo esto lo hago por el bien del mundo, de la raza humana.

- Te equivocas. Las máquinas creadas por la humanidad sólo están hechas para destruir, lo vi con mis propios ojos.

- Eso sólo fue un fallo técnico de uno de los colaboradores. Les faltó cambiar algunos códigos para que la máquina funcionase a la perfección.

- Ese día murieron veinte personas de la reunión. Y sólo éramos treinta.

- Lo sé. Los muy inútiles no me hicieron caso y ahora están en prisión.

- Así que, ¿tú tuviste algo que ver?

- Claro que sí. ¿Crees que a unos simples científicos y mecánicos se les habría ocurrido esa brillante idea sin un empujón de la magia? - el maestro estaba casi gritando pero recobró la compostura con un carraspeo - Sólo decidí no llevarme el mérito por su gran codicia.

- No quisiste llevarte el mérito para no mancharte con la sangre de inocentes.

El maestro rodó los ojos y siguió avanzando por la sala hasta una pequeña puerta.

-Creo que esto si te interesará - el maestro abrió la puerta lentamente, dejando ver a un pequeño zorro hecho bolita en una alfombra.

- ¡ZENIT! - Shiz intentó zafarse del hechizo con las pocas fuerzas que había recuperado pero no hizo falta ya que el maestro la soltó. Se abalanzó hacia la pequeña zorra y la abrazó fuertemente.

- ¿Ves como no soy tan malo? - el maestro se rascó la barba mientras la observaba.

- ¿Qué hacías tú con ella? - Shiz le lanzó una mirada acusatoria y de ira - Está prohibido tener al compañero de otro mago si este no lo permite.

El clan del fenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora